Los años cincuenta fueron una época de grandes excesos en el sector del automóvil, especialmente en Estados Unidos. No solo fueron los años en los que se generalizaron comodidades como las cajas de cambio automáticas o las mecánicas V8, en cuanto a diseño fue la época en la que se popularizaron las aletas traseras en los coches basándose en la industria aeronáutica.
La Ford Motor Company quizá fue la empresa americana que mayores delirios de grandeza tuvo durante aquella década. Para empezar la rival General Motors experimentó un periodo de gran crecimiento y popularidad entre los compradores americanos, y Ford experimentó con dos nuevas marcas, Continental y Edsel que duraron muy poco tiempo en el mercado y que terminaron suponiendo pérdidas millonarias insólitas hasta entonces.
ROBERT MCNAMARA, EL PRAGMÁTICO PADRE DEL FALCON
Sumado al batacazo histórico que supuso el Edsel sumado a la primera recesión económica tras el final de la II Guerra Mundial en 1958, Ford se encontraba en una situación bastante peliaguda. Fue entonces cuando Robert McNamara, uno de los ejecutivos que tomó las riendas de la compañía durante los primeros años de posguerra, entró en acción.
Con una mente calculadora y una visión poco pasional respecto a lo que un automóvil podía ser, McNamara propuso una serie de medidas drásticas para devolver a Ford a una buena situación económica. Bajo su pensamiento había que eliminar algunas de las marcas superfluas de la compañía, además de crear modelos más austeros como el Lincoln Continental de 1961, pero su mayor ambición era la de crear un compacto básico para Estados Unidos. En 1960 McNamara se convirtió en el primer presidente de la compañía ajeno a la familia de Henry Ford, y poco tiempo después pasaría a ser el Secretario de Defensa para la administración de John Fitzgerald Kennedy.
De esta manera a finales de 1959 nace el Falcon de cara a la temporada de 1960, que competiría en el mercado con otros compactos americanos que habían nacido en respuesta a la crisis económica que sufría el país como los Valiant de Chrysler y los Chevrolet Corvair de General Motors.
El Falcon eliminaba cualquier reminiscencia de diseño aeroespacial y se anticipaba a las formas angulosas que tan de moda estarían en los años sesenta en el que fue uno de los automóviles más básicos de Estados Unidos, tanto era así que hasta 1962 no se ofreció con mecánica V8.
FORD FALCON, UN COMPACTO POLIFACÉTICO
El pequeño Ford Falcon sirvió como base para la segunda generación del Ford Ranchero, una pickup basada en un turismo. Pero sin duda el mayor logro del coche, más allá de su alto volumen de ventas, es que fue la plataforma del Ford Mustang de 1964, quizá el automóvil más querido de la historia de la marca.
Pero el Falcon fue una de las plataformas más longevas, pues se usó hasta los años ochenta, y versátiles para Ford, ya que sirvió para coches como el Mercury Cougar, la versión americana del Ford Granada, el Ford Maverick e incluso para el Lincoln Versailles, valiendo también para furgonetas como la Ford Econoline de primera generación.
Como curiosidad a partir de 1962 Ford decidió aprovechar las reducidas dimensiones del modelo para competir con el Falcon en diversos rallyes por todo el mundo, incluyendo el de Monte Carlo, competición en la que el coche finalizó en segunda posición en 1964.
TODO UN ÉXITO EN ARGENTINA Y AUSTRALIA
Del Ford Falcon estadounidense hubo tres generaciones, la primera iba de 1960 a 1963, la segunda de 1964 a 1965 y una última que se fabricó hasta 1970. Varios fueron los motivos para el final prematuro de este coche, pero uno de los principales fue la llegada del Mustang que eclipsó por completo a las versiones deportivas del Falcon, así como la presentación del Maverick en 1970 que estaba destinado a ser su sucesor directo.
Pero el coche continuó su vida en otros países, incluyendo Argentina, donde el modelo se empezó a fabricar a partir de 1962 y contó con una vida comercial particularmente extensa ya que su producción cesó en 1991 con pocos cambios más allá de la inclusión de elementos de plástico y un frontal y trasera rediseñados.
Otro caso muy particular es el de Australia, país en el que el modelo también se había ganado una gran reputacióm, y a partir de 1972 el Falcon evolucionó para convertirse en un producto específico para este mercado, que logró hacerse famoso gracias a su papel protagonista en las dos primeras películas de Mad Max. El nombre Falcon terminó en Australia en 2016 después de siete generaciones y más de tres millones de unidades fabricadas.
Imágenes: Ford