El Ford Fiesta es un modelo realmente importante para la industria del automóvil española y sobre todo, para muchas familias valencianas. Se ha convertido por derecho propio en un símbolo y su nombre, en castellano, dice mucho del coche. El proyecto “Bobcat”, del que deriva el Fiesta, tuvo el visto bueno de Henry Ford II en 1972 y surge como respuesta a los diferentes lanzamientos de los principales rivales en el mercado.
Precisamente en 1972 fue cuando se dio a conocer el Renault 5, un coche que no necesita presentación y que inventó, o casi, el segmento de los utilitarios tal y como lo conocemos. Hasta ese momento, los utilitarios eran básicamente los Renault 4 o Citroën 2CV, coches que se pueden considerar auténticos “SUV” si nos basamos en el concepto de coche que procuran representar los actuales “Sport Utility Vehicle”. Frente a ellos, el Renault 5 y todos los rivales que llegaron después, como el Ford Fiesta, fueron una adaptación ese tipo de vehículo a las grandes urbes, civilizarlo que dirían algunos.
Al principio, la idea era crear un coche que se enfrentara al Mini de BMC, pero curiosamente, la evaluación de los costes desestimó el proyecto y lo recondujo hacia el que sería, finalmente, el Ford Fiesta. Un coche que supuso mucho más de lo que parece, aunque tuviera frente a sí a uno de los automóviles más importantes de la historia. El Ford Fiesta fue una apuesta muy arriesgada de la firma americana, porque para empezar, no tenía experiencia con coches de este tipo y además, sería el responsable de estrenar la factoría de Almussafes, en Valencia. El Ford Fiesta es el coche más pequeño que los yankees habían puesto a la venta hasta aquel momento y también fue el primer tracción delantera de la marca de venta en masa.
Se llamó Fiesta influido por el estreno de la fábrica de Valencia
El diseño del Ford Fiesta corrió a cargo de Tom Tjaarda, que en aquellos años trabaja para Ghia y resultó un rotundo éxito desde el primer momento. En menos de tres años de comercialización, se llegó al millón de unidades fabricadas, aunque no todas salieron de Valencia, pues también se montaba en Dagenham, Reino Unido y en Colonia, Alemania. Cuando se puso en marcha el proyecto, se tenía intención de fabricar medio millón de unidades anuales. Hablamos de cifras que se están moviendo actualmente, con unas capacidades de producción mucho mayores y con un mercado mucho más amplio y capaz de absorber ese nivel de producción.
Cabe destacar, que de la planta alemana de Colonia salían las unidades que iban destinadas al mercado estadounidense. Contaba con diferentes acabados llamados Base, Decor, Sport y Ghia, sólo tenía un motor, un Kent Crossflow 1.6 con catalizador para superar las pruebas de emisiones californianas (siempre muy exigentes) y algunos cambios para adaptarlo a los gustos yankees. Mientras tanto, en Europa se comercializaba con diferentes motores: 957, 1.100 y 1.300 centímetros cúbicos. Destacar los 1.3 Super Sport y el XR-2, aparecidos en 1980 y 1981 respectivamente.
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Ford Fiesta Ghia prototype -
Ford Fiesta estadounidense, fabricado en Alemania -
Ford Fiesta 1.000.000 -
Ford Fiesta Super, 1980 -
Ford Fiesta XR2, 1981
Una de las cosas que más llaman la atención de la historia del Ford Fiesta, fue la cantidad de denominaciones que se llegaron a barajar antes de su comercialización. Algunas de ellas podrían haber sido una mala idea en España, como Bebe, Bambi o Amigo. También se tenía en la lista cosas como Bolero, Cherie, Chico, Forito (uno de los varios motes que acabó teniendo en España), Metro o incluso Pony. Sin embargo, al parecer el favorito era Bravo, pero Henry Ford II dijo que quería llamarlo Fiesta (influenciado obviamente por la apertura de la planta en Valencia), pero General Motors tenía el nombre registrado para un nivel de acabado para modelos de oldsmobile. Sin embargo, cedió la denominación a Ford totalmente gratis, algo poco común.
Más de 17 millones de unidades en 45 años de historia
La producción del Ford Fiesta arrancó en 1976, el mismo año que se inauguró la planta valenciana de Almussafes, convirtiéndose automáticamente en el referente nacional en lo que a fabricación de vehículo se refiere y uno de los principales centro de producción en Europa. Fue una apuesta muy fuerte por España y por Europa, ya que no sólo hablamos de la puesta en marcha de una nueva fábrica, también se tuvo que desarrollar un automóvil atípico en el catálogo de la firma norteamericana.
No obstante, Ford ha sido el fabricante estadounidense que mejor ha sabido adaptarse al mercado europeo. De hecho, es justo reconocer que fue el único capaz de vender sus coches con solvencia en el Viejo Continente hasta la llegada de Jeep. Ni Chrysler, que lo intentó en varias ocasiones, no tampoco Dodge, aunque Barreiros fabricara y comercializara modelos de la firma americana, fueron capaces de alcanzar la aceptación de Ford. También es cierto que la “FoMoCo” (Ford Motor Company) desembarcó en España en la década de los 20 con el Model T y sus diferentes variantes. Primero en Cádiz, luego en Barcelona (planta que con el tiempo, acabó siendo de Nissan).
El proyecto “Bobcat”, que acabó siendo nuestro apreciado Ford Fiesta, comenzó siendo un proyecto secreto y llegó a estar supervisado por el propio Henry Ford II. Al final, el concepto elegido y el nombre dado al coche, fueron un éxito. Lleva entre nosotros nada menos que 45 años y no parece que vaya a desaparecer en breves. Ya ha sufrido una mínima transformación en su versión “Active”, lanzada en 2018 y cuyo principal argumento es una mayor distancia al suelo y unas protecciones de plástico para darle un aspecto más “campero”. Los usuarios demandan este tipo de coches y los fabricantes, al final, se los dan.
Hasta el momento, después de 45 años de producción, se han puesto en circulación más de 17 millones de unidades, cinco millones de las cuales, salieron de Valencia. El Fiesta se fabricó en Valencia hasta 2012, cuando Ford eligió la factoría española para la producción de la primera generación del Kuga y del Transit Connect.