El Ford Mustang hizo su debut en abril de 1964, e inmediatamente tras su presentación el coche que había nacido del ingenio de Lee Iacocca y que se basaba sobre la base del popular Falcon se convirtió en un éxito de ventas instantáneo, del que se fabricaron más de 400.000 unidades en su primer año. Con este producto tan poderoso en sus manos Ford decidió fabricar un equivalente europeo a partir de 1969, el Capri, que curiosamente también se terminaría exportando a Estados Unidos.
Pero antes incluso del génesis del Pony Car europeo la firma del óvalo tenía planes para el Mustang en Europa que pasaban por Alemania. La presencia de coches americanos en el viejo continente durante la década de los sesenta era mínima, y aunque los modelos estadounidenses gozaban con un gran prestigio en aquella época, los caros procesos arancelarios, el alto consumo de combustible o la escasez repuestos echaba a muchos potenciales clientes para atrás.
Con el ojo puesto en el exclusivo mercado de los gran turismo y descapotables Ford buscaba atraer a la élite europea hacia su marca, por lo que decidieron traer desde Estados Unidos los modelos Thunderbird y Mustang. Mientras que en América tener un Mustang estaba al alcance de todo el mundo, ser propietario de uno de estos coches en Europa era todo un símbolo de estatus, y llegaron a contar con cierta popularidad en Alemania.
¿POR QUÉ NO LO LLAMARON MUSTANG?
Los Mustang llegaban desde Estados Unidos para ser comercializados en Alemania, y este país existía un fabricante de camiones llamado Krupp que desde los años cincuenta llevaba fabricando un modelo también llamado Mustang, por lo que habían llegado antes. Ford podría haber comprado los derechos comerciales para usar esta nomenclatura por 10.000 dólares de la época, pero por algún motivo desconocido se negaron a hacerlo.
En su lugar optaron por bautizar al modelo en Europa como Ford T5, un nombre que carece de significado alguno, pero cuyos orígenes se remontan a los primeros prototipos del Mustang, momento en el que el coche se conocía internamente como proyecto T5. Por esta razón se eliminaron todos los anagramas de Mustang del coche, y se remplazaron por unos de T5 exclusivos para el mercado europeo que se usarían hasta 1979, mientras que el icónico caballo galopante que coronaba la calandra se mantuvo.
UN MODELO CON MUY POCOS CAMBIOS PARA EL MERCADO EUROPEO
Aunque los coches que se fabricaban en Europa y se vendían en Estados Unidos sufrían modificaciones para ajustarse a la normativa del país, cuando el Mustang llegó a Alemania terminó diferenciándose más bien poco de cualquier otra unidad comercializada en América. De hecho, tan siquiera contaban con un código de bastidor específico para distinguirlo del resto de unidades destinadas a mercados de exportación.
En cuanto a las pocas diferencias que se pueden anotar, aparte de los emblemas, está la falta de un aro cromado en el volante, además de contar con una pieza de refuerzo estructural que también emplearon los Shelby GT-350. Por lo demás hasta las opciones parecen las mismas, pues las dos mecánicas ofrecidas en 1965 eran las mismas que había disponibles en Estados Unidos; el seis en línea de 200 pulgadas cúbicas (3.277 centímetros cúbicos); y el V8 de 289 pulgadas cúbicas (4.737 centímetros cúbicos).
Se desconoce cuántas unidades del modelo se comercializaron a través de Alemania, y tan siquiera se sabe hasta qué año se continuó con su exportación bajo el nombre T5. Como curiosidad, Ford ofreció entre 1983 y 2010 un Mustang T5, una variante equipada con caja de cambios manual de cinco velocidades pero que nada tenía que ver con la historia en Europa del coche.
Fotografías: Ford