Miguel Sánchez
Para los que amamos deportes como el ciclismo, el boxeo o el automovilismo… Nos es muy tentador fijarnos en las historias llenas de épica individual. Al fin y al cabo, son deportes llenos de personajes que alcanzaron tanto la cima como la derrota a través de unas vidas de novela. Solitarios, enfrentados a sus propios límites cara a cara consigo mismos.
Sin embargo, lo cierto es que estos deportes no dejan de ser, en el fondo, deportes de equipo. Para que una sola cara brille ante las cámaras, detrás tiene que haber todo un conjunto. A veces, toda una saga. Una saga como la escudería Williams, con la hija del fundador a la cabeza del grupo desde el año 2013. Un grupo, una escudería, que junto a McLaren y Ferrari forma el trípode histórico de la Fórmula 1.
Y todo ello gracias a la capacidad de trabajo y planificación de un hombre: Frank Williams. Uno de esos profesionales del motor precisos, meticulosos y perfeccionistas que todo piloto enfrentado al éxito en la soledad de su monoplaza necesita tener con él para que todo salga bien. Un mito viviente de la Fórmula 1 que, en próximos meses, verá reflejada su vida en una película documental dirigida por Morgan Matthews y producida por BBC Films.
FRANK WILLIAMS: UNA VIDA MARCADA POR LA VELOCIDAD
“En el momento más tenso siempre sentí la necesidad, la necesidad de la velocidad”. Con estas palabras, Frank Williams resume a la perfección lo que ha sido su vida. Una vida dedicada a la velocidad en las carreras. Carreras en la que, paradójicamente, nunca fue especialmente brillante como piloto. De hecho, su única victoria relevante fue una carrera de Fórmula 3 en la Suecia de 1966. Sin embargo, hay algo en lo que Frank Williams sí es absolutamente brillante desde muy joven: la mecánica y la planificación en carrera.
Es porque, aunque tuvo que abandonar muy pronto su sueño de ser piloto, esto le abrió la vía para desarrollar su verdadera capacidad, fundando así la que en pocos años llegaría a ser la escudería a la que todos se proponían vencer: Williams. Una aventura llena de momentos dramáticos, como la muerte de Piers Courage a bordo de un monoplaza DeTomaso de la escudería Williams en el Gran Premio de los Países Bajos de 1970, o la del propio Ayrton Senna en el Gran Premio de San Marino de 1994.
De hecho, el propio Frank Williams quedó tetrapléjico en un accidente de tráfico cuando salía en 1986 del circuito francés Paul Ricard. Una tragedia que, lejos de apartarlo de su trabajo en la escudería Williams hizo que siguiera al frente de ella durante los que fueron algunos de los años más brillantes de la misma: finales de los 80 y principios de los 90.
Años dorados con las victorias en constructores y pilotos con nombres tan míticos como Nelson Piquet o Alain Prost.
El ser humano se crece ante la adversidad. Al fin y al cabo, su espíritu racional y resuelto se resumió cuando, después del accidente dijo “he vivido cuarenta años de una manera, ahora viviré otros cuarenta de otra”.
‘WILLIAMS, THE FILM’: UNA VIDA EN IMÁGENES
Sumando cuarenta más cuarenta… Da ochenta. Nuestro personaje acumula ya 75. Y como Frank Williams no es precisamente alguien al que se le den mal los datos, intuye que va siendo momento de hacer retrospectiva y poner en orden uno de los mayores legados en el mundo de la Fórmula 1. Quizá por ello accedió a colaborar en la realización de “Williams, the film”, la película documental que se estrenará este próximo verano.
Un documental donde no sólo se hace un recorrido por la sobresaliente carrera de la escudería Williams, sino también por los entresijos personales y familiares que hicieron posible el mantenimiento de un proyecto que, como todas las familias, ha tenido momentos de enorme alegría y pasajes de profunda tragedia. Al fin y al cabo… Si a tu equipo le pones el apellido de tu propia familia, es que estás poniendo en él lo más personal que hay en ti. Y eso es justo lo que hizo Frank Williams: hacer de su pasión, su vida.
