Miguel Sánchez
De un tiempo a esta parte hay un término que ha entrado con fuerza en el vocabulario cotidiano de no pocas personas. Gentrificación. Relacionado con entornos urbanos, éste describe el proceso por el cual un barrio popular o degradado pasa a ser una zona turistificada o exclusiva mediante el uso de la especulación inmobiliaria.
De esta manera, multitud de cascos históricos se han convertido en zonas inhabitables para sus antiguos habitantes, siendo víctimas de una progresiva escalada en los precios de sus viviendas y locales comerciales. Asimismo, en una especie de efecto dominó la gentrificación no sólo afecta al centro de las ciudades. De hecho, el incremento de costes en las zonas céntricas hace que también suba el precio en barrios residenciales situados en la periferia.
Así las cosas, ciudades enteras como Málaga o Barcelona se encuentran en una situación tensionada de difícil solución. Una situación que, de forma evidente, nos recuerda a lo que está pasando en el ámbito de los vehículos históricos. Pero vayamos paso a paso. Para empezar, hemos de situar nuestra atención en los clásicos más exclusivos. Aquellos que, para la mayoría de la afición, sólo harán su aparición en eventos como Goodwood Revival o museos como el Petersen Automotive.
Cada vez más valorados, estos han sido tomados como “valor refugio” por parte de inversores y especuladores privados. Un proceso, por cierto, muy similar al vivido ya antes por el arte contemporáneo. Llegados a este punto, muchos de estos modelos cambian de manos en subastas resueltas con cifras cada vez más astronómicas. En demasiadas ocasiones, con propietarios más interesados en usarlos como elementos financieros que en la propia historia y valor tecnológico de lo que están adquiriendo.
Dicho esto, se podría pensar que este proceso no resulta en absoluto preocupante para la afición a los clásicos populares. Que esto es un fenómeno propio de élites económicas con automóviles extremadamente exclusivos de por medio. Sin embargo, no es así. Es más, tal y como ocurre con la gentrificación y su efecto en los barrios circundantes, el empuje alcista de la alta gama produce un efecto similar en el resto de segmentos. Debido a ello, incluso modelos tan masivos como el Supercinco GT Turbo han mostrado cotizaciones sorprendentes en los últimos años.
En suma, de una manera u otra las cifras de infarto manejadas por Bonhans o RM Sotheby’s tienen cierta responsabilidad en el incremento de los precios experimentados por algunos clásicos populares. Ni más ni menos que lo definido por ciertos analistas de mercado como la “burbuja de los clásicos”. Un proceso que, sin duda, está marcando el devenir de la afición por los vehículos históricos más aún que cualquier normativa o nueva ley dictada por el estado.
No obstante, si usted cuenta con el hábito de leer publicaciones relacionadas con el automovilismo seguramente esto no le habrá pillado de improviso. No en vano, y al igual que lo ocurrido con la gentrificación en las ciudades, éste es un proceso del cual ya venimos años hablando en no pocas cabeceras tanto en formato papel como digital. De todos modos, cada poco sale un nuevo ejemplo capaz de hacernos reactivar esta polémica en nuestras cabezas.
En este sentido, la inminente subasta de los restos del Ferrari 500 Mondial #0406 MD por parte de RM Sotheby’s invita a reflexionar nuevamente sobre el asunto. Y es que, incluso siendo como es una interesante excusa para el inicio de lo que, con el tiempo, podría ser un magnífico proyecto de restauración, aquí estamos hablando de un amasijo cuasi descompuesto por el cual se espera cobrar al menos 1,2 millones de dólares.
Asimismo, aunque de estos Mondial carrozados por Pinin Farina sólo se realizaron 13 unidades, la verdad es que ésta en concreto tampoco cuenta con un historial repleto de momentos estelares en la historia del automovilismo deportivo. Es decir, siquiera hablamos de algo como los restos del “primer” McLaren. Un lote subastado el año pasado y que, también con ciertas polémicas circundantes, llegó a bajar la maza en algo más de un millón de dólares. Y vaya, aunque la subasta incluye también los restos de uno de los motores con cuatro cilindros diseñados por Aurelio Lampredi para Ferrari, lo cierto es que esto tampoco añade mucho más fuste al conjunto de cara a facilitar un proceso de reconstrucción ya de por sí arduo y complejo.
De todos modos, más allá de debates teóricos sobre piezas inalcanzables para la afición más popular, el problema de todo esto es cómo, aunque sea de lejano refilón, puede afectar al mercado de los clásicos masivos. En fin, problemas de una época donde, ya sea en el automovilismo o la vivienda, la especulación tiende a sobrepasar los límites de un mercado libre regido por la prudencia y el sentido práctico al servicio de la mayoría.
Fotografías: RM Sotheby’s
