Uno de estos casos es el del Ghia GTK de 1979, que estaba realizado sobre una plataforma de Ford Fiesta alargada. A pesar de ello, no podía disimular que el voladizo delantero era desproporcionado. Visto desde el lateral, la rueda delantera estaba fuera de sitio, desplazada hacia atrás una cuarta sobre donde realmente debería haber estado.
GTK venía de Grand Touring Kombi, que ya de por sí era querer darle demasiada importancia a un coche pequeño. Grand no era. Como Touring tampoco es que destacase. Y en cuanto a la palabra Kombi, denota que corresponde a un modelo de Ford Europe y en concreto de Colonia, por su connotación alemana. Y es que se le aplicaba a los modelos llamados familiares o Caravan, que tampoco.
Se trataba de un utilitario medio con una carrocería bastante afilada por delante, incluyendo faros escamoteables y un spoiler delantero, casi copiado de los Toyota Celica, de plano inclinado. Como característica especial presentaba una curiosa ventana montada en el pilar B, que era muy estrecha e iba de techo a talonera. Por detrás, los pilotos tenían más superficie al lateral que a la parte trasera, como si estuvieran montados al revés.
Un amplio parabrisas delantero acababa a los lados con sendos espejos retrovisores exteriores integrados y en su base presentaba los últimos rescoldos de las rejillas que se estilaban en los coches de los 70. A su vez, incorporaba unas llantas de cinco palos y corto diámetro, dignas de montarse en un buggy playero de la época.
ESTRAMBÓTICO
En el interior del Ghia GTK también encontramos una mezcla que indica la precariedad de medios con los que se elaboraban estos prototipos. El salpicadero quiere ser ultra modernista, con una especie de ‘ele’ invertida por delante del conductor y cayendo hacia la consola central, de formas redondeadas y plagada de unas tiras de indicadores que intentan tender a algo digital. El volante no es sino el de serie del Ford Fiesta L, con sus palancas de intermitencia, columna de dirección y llave de arranque al uso.
Aunque los asientos quieren parecer más cuidados, mantienen la tapicería utilizada en los Fiesta y esa consola vanguardista se desbarata en un fuelle de cuero barato del que sobresale sin recato la palanca de cambios del pequeño utilitario que esconde.
Sin embargo, ofrecía un equipamiento prácticamente desconocido en ese momento que incluía ventanillas eléctricas y ordenador de a bordo. Eso sí, me hubiese gustado saber qué datos daba exactamente éste último.
DOS EJEMPLARES DEL GHIA GTK
Hubo dos unidades bien diferenciadas. Una fue objeto de una sesión fotográfica en una cuadra de caballos de carreras de trote, donde lo sitúan al lado de esos curiosos carros de los que tiran, que apenas son un asiento y dos ruedas. Una segunda, ya posterior, en la que el pilar B pasa a simular una suerte de arco antivuelco, porque la parte anterior y la posterior del techo se pintan de negro con el objetivo de darle un aspecto como de vehículo targa.
Aunque la intención declarada siempre fue la de hacer un coche amplio y con una buena habitabilidad para transportar a una familia, una vez sacado el prototipo, esta idea parece quedar en el limbo. Y es que, en ninguna de las imágenes disponibles, se hace la más mínima referencia gráfica al espacio para los pasajeros o su equipaje.
Tampoco el enfoque final indica esa utilidad. Más bien, se asemeja a un deportivillo que pueda aprovechar un escasísimo motor de 53 CV proveniente de su donante de chasis, gracias a su aerodinámica, para darle cierta gracia.
EN CONCLUSIÓN
Eran los últimos estertores de unos carroceros, casi todos italianos, que proponían modelos a las marcas, muchas de las cuales buscaban desesperadamente ese coche que viniera a salvar sus maltrechas arcas. Algunas, como Volkswagen con su Golf, lo consiguieron.
Ghia, en concreto, ya había dejado de ser un diseñador independiente cuando en 1970 Alejandro De Tomaso le vendió sus acciones a Ford Motor Company. Desde ese momento, pasó a formar parte del departamento de estilo de la marca, uno de cuyos aciertos fue el Ford Fiesta de 1976, de la mano del genial Tom Tjaarda.