Fotografías: Unai Ona
Muchas veces, para empezar a hablar de un determinado tiempo y lugar hemos de hacerlo en coordenadas muy lejanas. Por ello, nuestro artículo sobre Goodwood Revival 2021 no empieza entre Portsmouth y Brighton durante las suaves tardes en las que finaliza el verano. Sino en uno de los hangares del aeropuerto de Buenos Aires hacia el pasado 12 de septiembre. Desde allí salió una serie de fotografías donde se veía al Mercedes 300 SL de Fangio embarcar con destino a Londres. Según todos los rumores su salida no tendrá retorno a la Fundación Fangio en Balcarce, ya que los últimos hijos del piloto reconocidos por la justicia buscan comprador para el 300 SL.
Un Convertible Hardtop que Mercedes regaló al Chueco después de que éste visitara la fábrica de Stuttgart a lomos de un Lancia. A partir de ahí, este vehículo fue tan usado por Fangio en su día a día que incluso se le puede ver en un famoso vídeo donde acude a probar un monoplaza Maserati F1 1957. Por ello lo conservó hasta ser depositado en el museo argentino donde se reúnen diversos coches de sus trayectorias profesional y personal. Una historia expositiva que posiblemente haya acabado en este Goodwood Revival 2021, ya que su embarque al evento se hizo con la finalidad de seducir a algún coleccionista.
Una operación comercial hecha con tanto tacto que, desgraciadamente, no hemos podido atisbar sus líneas rematadas en sedosos tonos azulados. No obstante, la figura de Fangio estuvo presente en el Goodwood Revival 2021 gracias al recuerdo de los tiempos en que fue compañero de Stirling Moss en Mercedes. Marca que participó de forma oficial en el homenaje al piloto británico fallecido el pasado 2020 a la edad de 90 años. Una leyenda del automovilismo deportivo muy unida a Goodwood, donde pilotó en diversas ocasiones algunos de los modelos con los que hizo historia durante los años cincuenta. En ese sentido, Mercedes-Benz Classic desplazó desde su museo en Alemania el 300 SLR con el dorsal 722.
Uno de los vehículos esenciales no sólo en la carrera del británico, sino también en la propia historia del motorsport. Ganador de la Mille Miglia de 1955. Estableciendo uno de los récords de velocidad más asombrosos del momento con sus 157’56 kms/h a través de las reviradas carreteras de la Toscana y Lombardía. Además, en los boxes también estuvo presente otro vehículo traído por Mercedes para completar así la rueda de los grandes pilotos. Hablamos del monoplaza W196 R con el dorsal 10. Justo aquel con el que Moss quedó subcampeón en el Campeonato de F1 de 1955, ganando el títulos de pilotos su compañero de equipo Fangio con otro W196.
BRITISH RACING MOTORS. SUPERANDO EL LÍMITE DE RUIDOS
Con el permiso de Italia, Inglaterra es el territorio natural de los pequeños equipos de competición. Siempre comandados por mecánicos e ingenieros tan audaces como independientes, firmantes de marcas como Lotus, Cosworth o Lister. Nombres que levantan del sofá a cualquier aficionado a las carreras, evocando un mundo de motores artesanales y piezas llevadas al límite. Justo aquello a lo que se ha dedicado desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial British Racing Motors. Uno de los pequeños equipos británicos dedicados a resistencia y F1, el cual también probó a construir sus propios motores con resultados tan increíbles como el P15 V16.
Un monoplaza de F1 que este 2021 celebró en Goodwood sus siete décadas de vida presentando el proyecto de las tres copias que BRM ya está ofertando. Una tarea nada sencilla, ya este coche propulsado por un motor de 16 cilindros a 135º cuenta con unas 36.000 piezas a ensamblar. Todo ello para producir uno de los monoplazas favoritos de Fangio, el cual quedó sorprendido por sus casi 600CV a 12.000 rpm. Cifras apabullantes incluso para la actualidad. Donde las pruebas de motor en las réplicas superan el límite de 95 decibelios registrado por la ley británica, haciendo que en las muestras adonde va no pueda pasar de las 9.000 vueltas.
Además, esta escudería que vivió su momento de gloria en 1962 gracias al doble título en constructores y pilotos con Graham Hill recibió un interesante homenaje con la presencia de algunos de sus Sport Prototipos más notables. Situación que permitió un fantástico paseo nocturno por los boxes, donde se encontraban alineados una barchetta Willment-BRM, un Mirage-BRM M2 de Gulf Racing y el impresionante BRM-Chevrolet P154. Respecto al segundo, simplemente ver los colores azul y naranja de Gulf nos retrotrae a la época dorada de las carreras de resistencia. Hecho que se confirma cuando analizamos su motor V12 de tres litros. Una virgería artesanal con 418CV de la cual sólo se hicieron tres unidades.
Respecto al tercero, hay que reconocer lo sensacional de la CanAm respecto a la potencia de sus participantes. Y es que usando como base un V8 Chevrolet atmosférico de 7’6 litros los de BRM lograron 760CV conducidos por el mexicano Pedro Rodríguez de la Vega -ganador en Le Mans 1968 con un GT40- antes de morir en las 200 Millas de Norisring a bordo de un Ferrari 512M. Mucho respeto a ingenieros y pilotos el que evoca este vehículo cuyo piloto en Goodwood Revival 2021 portó un casco con el apellido Rodríguez como homenaje.
PILLADO CON OTRO. LA INFIDELIDAD DE JAMES COTTINGHAM
Dentro de todos los talleres dedicados a la restauración de modelos Ferrari, posiblemente sea DK Engineering el más prestigioso o al menos conocido. Muestra de ello es su catálogo de vehículos en oferta, además de sus servicios para competición avalados en una historia de décadas. De hecho, la empresa ya va por la segunda generación. Con James Cottingham al frente ejerciendo de “gentelman racer”; gestionando su taller en laborables para echarse al circuito los festivos. Afición que repitió en Goodwood Revival 2021 aunque sobre una montura inesperada.
Así las cosas, cuando analizamos los Ferrari situados sobre la pista todo parecía ser normal en lo referente a DK Engineering. Al estar en el Goodwood dedicado a clásicos de hace décadas obviamente no vimos su rotundo 550 Le Mans GTS y tampoco ninguno de los F40 de competición restaurados por ellos. Sin embargo, rápidamente apareció la estampa en amarillo del 500 TRC de 1957 con el que suele competir David Cottingham -padre y fundador de la empresa-. No obstante la sorpresa apareció cuando contemplando la línea de salida del Sussex Trophy reparamos en un Tojeiro-Jaguar.
Uno de los coches más interesantes de entre todos los creados por John Tojeiro. El diseñador de chasis que estuvo detrás del Ac Ace del cual derivó el Cobra, así como uno de los primeros en experimentar con las bondades del motor central gracias a su Ecurie Ecosse Tojeiro de 1962. Todo ello después de crear en 1959 este híbrido de chasis propio y motor extraído del Jaguar del D-Type. Cuyo seis cilindros en línea se monta aquí en la versión de tres litros alimentado por tres carburadores Weber. Eso sí, ajustado a una compresión tan alta que provocó grietas en la junta de culata. Motivo por el cual abandonó tras 11 horas la carrera para la cual fue ideado: Le Mans 1959.
Una pieza única a la manera del fantástico Líster-Maserati. Al cual no vimos en este Goodwood Revival 2021. No obstante, en la exhibición de vehículos previa a la carrera el Tojeiro-Jaguar estaba junto a uno de los escasos Lister “Knobbly” Jaguar construidos. Una de las mejores creaciones de esta escudería afinada por el malogrado piloto Archie Scott-Brown. Además, es la misma unidad con dorsal 33 que en el 2018 dio un recital de adelantamientos para ganar el Sussex Trophy de aquel Goodwood. Sin duda uno de los vehículos más interesantes en las carreras de este año.
CHOQUES Y MOTORES AMERICANOS
A pesar de que este año se ha celebrado incluso una muestra de vehículos Hot Rod, lo cierto es que las laderas de Goodwood parecen casar mucho mejor con el automovilismo europeo. Sin embargo, la presencia de modelos americanos ha sido notable esta vez. No tanto por el número como por la visibilidad, la cual llegó a ser aplastante para los Ford GT40 inscritos en el Whitsun Trophy. Toda una paradoja, ya que el GT40 con dorsal 24 fue literalmente aplastado por un Lola que le pasó por encima. Accidente en el que el americano llegó a perder una puerta, viniendo todo del alcance que sufrieron en la salida de una curva.
Un momento bastante vistoso. Que sin embargo no fue el encontronazo más tenso ya que en otra carrera el choque entre dos E-Type hizo saltar varias ruedas, no alcanzando por la mínima a varios oficiales de pista. Gajes del oficio que, afortunadamente, no amenazaron la seguridad de los espectadores. De hecho, lo único realmente agresivo hacia los mismos fue el sonido de los motores. Hecho que en este caso se convierte en una virtud más que en un problema, como pudo comprobarse al ver pasar el Thunderbird ganador del St. Mary’s Trophy.
Un imponente y pesado vehículo en la mejor tradición de los grandes cincuenteros americanos. El cual resulta más previsible descapotado en una tranquila carretera de costa que acelerando en el circuito. No obstante, su motor V8 claramente potenciado y alterado sonó imponente hasta el primer puesto en un trofeo dominado en número por los Austin A40. Utilitario sin cabida en la carrera donde fueron concentrados los Sport Prototipo, ganada por un Lotus-Ford 30. Uno de los híbridos transatlánticos más interesante en este Goodwood Revival 2021 gracias a unir la sutileza de Lotus con la potencia bruta de su motor Ford.
Un coche diseñado por Colin Chapman haciendo gala de un buen chasis y un peso reducido al cual se le incorporó el mismo V8 Ford de 4’7 usado para desarrollar los GT40. Una mezcla de resultados virtuosos cuando no se rompía. Y es que observando crónicas del momento se observa la tendencia del mismo a no acabar las carreras debido a multitud de averías. Eso sí, cuando todo funcionaba en su puesto el Lotus 30 con motor Ford era uno de los coches más veloces e intratables. Afortunadamente en este Goodwood Revival 2021 su funcionamiento fue perfecto, ofreciendo un espectáculo formidable ante los amantes de las carreras de resistencia allí congregados.
LO PEQUEÑO PARA EL FINAL
Desde hace siglos las visiones vitales más pesimistas afirman que la vida es un absurdo sin fin trascendente donde uno siempre anhela lo que no tiene. En ese sentido, tras el derroche de potencia exhibido por los seis en línea de Jaguar, V8 de Ford, V12 Ferrari e incluso V16 BRM nos quedamos prendados por tres pequeños modelos con motores de cuatro y dos cilindros. Cantidades decrecientes que, en lo que se refiere a ruedas, sólo llega a sumar tres en uno de ellos. No obstante, empezaremos por el de menos cilindros.
En este caso hablamos del BMW 700 RS. Derivado del 700 utilitario diseñado por Michelotti en 1959 con las carreras de ascensión en mente. Un tipo de competición donde tuvo éxitos como la victoria en el Campeonato Alemán de Turismos de Montaña. Hazaña que logró no sólo gracias a su potencia mejorada hasta los 70CV, sino especialmente a su peso de tan sólo 650 kilos. Una rareza de 700cc -su motor bicilíndrico viene de la rama motociclista de la casa bávara- que hoy en día hace las delicias de los que valoran la relación peso/potencia y las sensaciones al volante.
Sumando dos cilindros pero rebajando una rueda nos encontramos con un Bond Bug de la Reliant Motor Company. El futurista triciclo fabricado entre 1970 y 1974 con tan sólo 394 kilos y un motor de 700cc y cuatro cilindros. Fruto de un momento en el que la industria automovilística no sólo estaba abierta a una completa revolución estética sino también mecánica, ensayando con nuevas soluciones de movilidad como ésta. Un modelo que seguro ha de tener una conducción interesante, especialmente en las versiones más potenciadas de hasta 32CV.
En último lugar a este repaso de lo pequeño en el último Goodwood Revival nos topamos con un SEAT 850 cuatro puertas. Matriculado con placa inglesa pero aún conservando incluso un escudo del RACE en su trasera. Una manera cercana de acabar este repaso. Mucho más sencilla que pasar por alguna de las carpas con vehículos en venta para sondear al que realmente sería adecuado en este entorno donde se produjo la Batalla de Inglaterra. Un Supermarine Spitfire con motor Rolls-Royce Merlin de 12 cilindros y 27 litros. En fin, quizás sea otro año.
Fotografías: Unai Ona