Los años cincuenta fueron una época de grandes cambios para la industria del automóvil en Estados Unidos, en la que los tres principales grupos (GM, Ford y Chrysler) consolidaban su influencia, mientras que otras marcas legendarias como Packard, Studebaker o Nash se veían forzadas a desaparecer o aliarse con otras compañías con el fin de alargar su supervivencia.
Este fue el caso de Hudson, una marca que había contado con una gran popularidad en los años anteriores a la II Guerra Mundial, y aunque en los años de posguerra ofreció el revolucionario Hudson Hornet, la respuesta del público no hizo justicia a este gran producto, por lo que tuvieron que aliarse con Nash en 1954 creando así American Motors Corporation.
Al mismo tiempo entre los fabricantes del país se desató una fiebre por crear coches deportivos que evocasen al espíritu optimista que había surgido tras el final del conflicto. Con el fin de atraer posibles clientes a los concesionarios nacieron modelos tan icónicos como el Ford Thunderbird o Chevrolet Corvette, pero otras marcas menos conocidas y ya desaparecidas lo intentaron con productos como el Kaiser Darrin o el Nash Healey, este último diseñado por Pininfarina.
HUDSON ITALIA, UN COUPÉ PURAMENTE ITALOAMERICANO
Con el fin de hacer frente a esta curiosa oleada de deportivos estadounidenses, Hudson decide crear el suyo propio. Motivados por la buena prensa que Chrysler había cosechado con sus colaboraciones con Ghia o la atención que había despertado el Nash Healey, desde Hudson contactaron con Carrozzeria Touring de Milán.
La idea no era otra que crear un deportivo sorprendente basado en la mecánica del Hudson Hornet que fuese capaz de competir en la Carrera Panamericana. A la vez que nacía el Hudson Jet como un modelo más compacto dentro de la compañía, su diseñador Frank Spring trazó las formas de lo que terminaría siendo uno de los automóviles americanos más peculiares de los años cincuenta. Bajo el boceto de Spring se mandó un Hudson Jet a Milán donde se le vistió con la moderna carrocería de aluminio.
El prototipo estuvo listo para 1953, y después de unas vacaciones en las que Frank Spring recorrió Italia junto a su esposa en este llamativo coche, el vehículo se fue para América donde fue la estrella central de varios salones de automóviles con el nombre provisional de Hudson Super Jet.
UN PROTOTIPO QUE LLEGÓ A PRODUCIRSE EN SERIE
Aunque la respuesta ante el Super Jet fue buena, llegar a fabricarlo en serie era una locura y más teniendo en cuenta la situación económica de Hudson en aquel momento. Sin embargo, decidieron dar luz verde al proyecto, ahora bautizado como Hudson Italia, y les encargaron cincuenta coches a los italianos de Carrozzeria Touring, pero la realidad es que inicialmente tan solo recibieron 19 pedidos.
Inmersos en esta decepcionante situación se llevó a cabo la alianza entre Hudson y Nash, lo que comprometía aún más la supervivencia del modelo Italia. Además, su precio era superior al de cualquier otro coche estadounidense por lo que terminaron fabricándose solamente 25 unidades hasta el cese de producción en 1955, de lo que empezó siendo un sueño y terminó como una cara pesadilla.
Imágenes: Hudson