La Escudería
Grupo Español de Propietarios de Dauphine, Ondine y Gordini organizó su II Concentración Nacional, en esta ocasión La Alberca (Salamanca). El viajero está echado, boca arriba sobre la chaise longue forrada de cretona… Lejos del plagio del comienzo de la obra del parroquiano de Iria, lo cierto es que unos días antes, descansando, mirando al techo, me asaltaban asiduamente las últimas noticias sobre la previsión meteorológica para el fin de semana.
Casualidad, mala suerte, el caso es que parecía inevitable compartir nuestras anheladas jornadas con las tormentas y las lluvias.
ARRANCA LA RUTA
El viernes, madrugamos la salida de Madrid para eludir la hora punta, especialmente complicada antes del fin de semana. Arrancamos al encuentro de nuestro amigo David, que había iniciado recorrido el día anterior ya que acudía a la concentración con su Ondine desde Valencia, pernoctando en Cuenca. A las nueve de la mañana, ya estábamos en nuestro punto de encuentro en una estación de servicio próxima a Cabanillas del Campo en la provincia de Guadalajara. Llegada puntual de David, sin más novedad que un pinchazo sufrido el día anterior en las inmediaciones de Cuenca y sin otras consecuencias que el engorro de cambiar la rueda.
Nos saludamos, llenamos los depósitos, un café con leche y sin pausa continuamos viaje. Abandonamos la provincia alcarreña por la N320, atravesando y dejando a un lado localidades como El Casar de Talamanca, Venturada, Soto del Real, Manzanares… bordeando el embalse de Santillana y atravesando parte del parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares hasta Guadarrama, con destino final de esta primera etapa en El Escorial.
A media mañana nos reuníamos en el Real Sitio con nuestro querido Miguel, propietario de un flamante Renault 4/4 de 1957. Si bien es cierto que el propósito de la concentración era reunir al mayor número de unidades del modelo Dauphine, Ondine y Gordini, el espíritu abierto de la convocatoria a otros modelos hermanos del rombo hizo posible contar con un par de unidades de este modelo pionero de la motorización accesible en la España de los años 50.
VIAJE SIN SOBRESALTOS
Los tres vehículos encaramos el paso de montaña de la Cruz Verde por la M505, subiendo sus prolongadas pendientes, sin encontrar afortunadamente ningún rastro de “la Dama”, la protagonista de la famosa leyenda de la Sierra de Guadarrama protagonizada por una mujer fallecida en accidente de tráfico hace años en una de las numerosas curvas del puerto. Haciendo casi cima, coronado el puerto, tocaba un breve descanso para aliviar la fatiga de los motores durante el ascenso y reponer fuerzas con un contundente desayuno.
Luego, continuamos viaje hacia Ávila, dejando a un lado de la carretera el mirador de Ángel Nieto, nuestro 12+1 campeón mundial de motociclismo. Llegamos finalmente a Ávila, con cierto retraso, ya que era imperativo encontrar un taller de neumáticos para reparar el pinchazo que sufrió en la jornada del jueves nuestro querido David. No hacerlo en esa mañana suponía afrontar los días siguientes sin rueda de repuesto.
Javier nos aguardaba pacientemente por el retraso acumulado en el marco incomparable de los “Cuatro Postes”. Fuertes abrazos y foto obligada de los cuatro vehículos protagonistas hasta el momento, dejando en un segundo plano las cuatro columnas dóricas y de fondo la muralla junto a la catedral de Ávila.
CAMINO DE SALAMANCA
Arrancamos juntos por la N501, hacia Salamanca como meta final del día. A una veintena de kilómetros de la capital charra, en la localidad de Villagonzalo de Tormes, nos aguardaba Antonio, que nos deleitaría con unas migas caseras que estuvo remojando desde primeras horas de esa mañana. Alrededor de las dos y media de la tarde comenzábamos el banquete, degustando las mencionadas migas acompañadas de la mejor forma posible, con unos huevos fritos y el tradicional hornazo.
Todo en compañía de otros amigos que habían ido llegando a lo largo de la mañana desde la misma Salamanca y lugares tan lejanos como Granada o Zaragoza. Como colofón a las sabrosas migas, no faltaron los postres, trenzas y lacitos llegados desde Zaragoza y unos deliciosos piononos que viajaron desde Granada. Tras la comida, sobremesa y un paseo por el pueblo, junto a la ribera del Tormes, represado al discurrir por estas latitudes.
Entrada la tarde, partimos hacia la capital, no sin antes visitar el concesionario Renault Auto-Salamanca dónde nuestra caravana fue atentamente recibida por el actual responsable de Renault Ocasión, Javier Barcala. Después de una sesión fotográfica y recorrido de las instalaciones, recibimos unos obsequios en agradecimiento por nuestra visita. El concesionario también fue punto de encuentro y bienvenida para otro participante, el Gordini de nuestro amigo Juanma (y familia), al que le debemos la anterior, pionera y primera convocatoria nacional del grupo allá por el año 2019.
CENA DE BIENVENIDA
Desde allí, directos al hotel de la concentración. Como suele suceder en estas ocasiones, llegamos con el tiempo justo para estacionar los vehículos en el parking que nos habían reservado, hacer el check in, ducha rápida y prepararnos para la cena en el mismo hotel. La cena reunió a una gran parte de los participantes definitivos de la concentración.
Fue el marco de bienvenida oficial con la entrega del dossier y sendos obsequios, recuerdos que a todos nos emocionaron más allá de su valor intrínseco, por lo que representaban, el entusiasmo, las incontables horas de trabajo, el desvelo y dedicación por parte de los organizadores precedían el evento.
La noche se prolongó en el bar del hotel hasta altas horas de la madrugada. Javier, una vez más, nos sorprendió con su “baúl” de documentos, todo tipo de documentación concerniente a nuestros modelos, desde el punto de vista técnico, comercial o publicitario. Compartió con nosotros sus más recientes adquisiciones, fruto de su incansable y tenaz búsqueda en mercadillos, ferias y páginas de venta online.
EL TIEMPO AMENAZA
Comenzábamos el sábado con la incertidumbre, una vez más, de la previsión del tiempo, toda vez que la noche fue prolija en tormentas, con lluvia y granizo.
Tras un abundante desayuno en el hotel, muchos de nosotros coincidimos en la zona de parking realizando la necesaria revisión de rigor antes de iniciar el recorrido previsto para la jornada, que nos conduciría a la localidad de La Alberca, declarada Conjunto Histórico Artístico en 1940, como objetivo principal del día.
Arrancamos con los depósitos repostados, mirando al cielo confiando en que la meteorología nos diera tregua un día más y que la lluvia no hiciera acto de presencia durante la ruta. Rápidamente, tras una breve circulación urbana por Salamanca, alcanzamos las carreteras secundarias, estrechas, las que tanto disfrutamos. Un trazado sin apenas tráfico, con la sorpresa de más de un grupo de senderistas que detenía su marcha en los márgenes para deleitarse con la inédita caravana.
El Campo Charro, paisajes de dehesa, ganado bravo en pastizales, encinas y alcornoques que íbamos dejando atrás poco a poco y que se transformaban progresivamente en un paisaje más cerrado y abrupto, el de la Sierra de Francia. Las Veguillas, Endrinal y multitud de pequeñas poblaciones que nos fascinan a todos los que vivimos en grandes ciudades.
GASTRONOMÍA
Tras unos cuantos kilómetros de recorrido, ya adentrados en el paisaje serrano, hicimos un alto en el camino en un escondido restaurante a pie de la carretera SA220 dónde además de descanso para los motores, tuvimos la oportunidad de degustar las tradicionales “patatas meneás”. Continuamos itinerario con dirección a Garcibuey y apenas a 150 metros nos deteníamos en una estación de servicio actualmente en desuso, podríamos decir que abandonada, pero que precisamente por esta circunstancia, constituía el marco perfecto para inmortalizar, alineados, a un total de once modelos Dauphine, Ondine y Gordini junto con dos unidades de Renault 4//4.
A continuación, seguimos la ruta para realizar una breve parada en el mirador de la Peña de la Cabra, con unas impresionantes vistas de la Sierra de Francia. Entre curvas, subidas y bajadas continuamos camino ya sin paradas hasta La Alberca. Una vez allí, accedimos de forma ordenada rodando por sus callejuelas empedradas hasta el corazón de la localidad flanqueados por asombrados turistas que volvían la vista y se apartaban al escuchar el peculiar sonido de nuestros motores.
El grueso de vehículos quedó estacionado junto a la Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción, procurando una vistosa postal de los años 60 junto a las fachadas y sus balconadas exquisitamente conservadas. Tres de nuestros vehículos, un Dauphine, un Gordini y un 4/4, tuvieron el honor de estacionar en el corazón de la localidad, junto a la fuente y el crucero del siglo XVIII.
Realizamos nuestro almuerzo en un restaurante ubicado en la misma plaza. Después de la sobremesa, café en una de las terrazas y tiempo libre para disfrutar de los soportales, sus columnas de granito, las fachadas y sus balcones… e incluso perderse por el entramado de callejuelas menos frecuentadas.
CAMINO DE VUELTA
Abandonamos La Alberca entrada la tarde, realizando un itinerario de regreso a Salamanca diferente al de nuestra ida, completando el “circuito” por localidades como El Cabaco, Tamames o Vecinos. También con una parada fuera de itinerario en Matilla de Los Caños, dónde nuestro amigo Eugenio da cobijo a una cincuentena de variopintos modelos clásicos, en una nave de su propiedad.
Todos disfrutamos de su exótica colección y tras una nueva foto de grupo sobre el terreno seguimos trayecto hacia Salamanca. Conforme nos aproximábamos a la capital, circulando por la SA310, una espectacular panorámica de la ciudad al atardecer se mostraba ante nuestros parabrisas, destacando la silueta de sus imponentes catedrales. Llegada sin novedad y descanso para nuestros vehículos hasta el día siguiente.
Apenas tuvimos media hora para asearnos y en marcha nuevamente, pero en esta ocasión para desplazarnos a pie hasta el centro de la ciudad en un agradable paseo desde nuestro hotel de concentración. En tan sólo treinta minutos accedíamos a la Plaza Mayor de Salamanca por uno de sus arcos, pudiendo contemplar la amplitud del cuadrilátero irregular soportalado que forma, los tres pisos en cada fachada, destacando la correspondiente al Ayuntamiento. Cena informal en un restaurante ubicado en la misma Plaza Mayor y al finalizar, vuelta por libre al hotel. En nuestro caso, la realizamos a pie nuevamente a pesar de que, un día más, con la llegada de la noche la lluvia volvía a hacer acto de presencia.
JORNADA FINAL
El domingo terminaba la II Concentración Nacional de Propietarios de Dauphine, Ondine y Gordini. Afrontamos la jornada final con una extraña mezcla de cansancio, euforia y tristeza. Último desayuno en el hotel, check out y los coches preparados en el exterior. Javier realizó una breve ronda fotográfica teniendo como protagonistas cada uno de nosotros como participantes de la concentración junto a nuestros Dauphine, Ondine o Gordini. Mientras, en nuestras manos portábamos el precioso volante en madera que generosamente nuestro amigo Óscar desde Argentina nos hizo llegar en señal de hermandad.
Abandonamos las instalaciones y en circuito urbano por la ciudad, estacionamos brevemente en la Plaza del Concilio de Trento, donde alineamos una vez más nuestros vehículos bajo la atenta y serena mirada de la estatua en bronce del burgalés Francisco de Vitoria para la foto de grupo del día. Desde esta ubicación, nos dirigimos en caravana hasta nuestro destino fin de concentración en la Plaza del Mercado Viejo dónde estacionamos a las puertas del Museo de La Automoción de Salamanca.
La visita al museo constituía una cita ineludible y muy esperada para todos nosotros como amantes del motor y su historia. Fuimos recibidos personalmente por su director gerente D. Luis Miguel Mata y tras una breve introducción, disfrutamos de una visita guiada exclusiva para el grupo. Como alternativa, algunos participantes optaron por visitar el museo de Art Déco y Art Nouveau en la Casa Lis, una joya del arte modernista que destaca sin duda por sus maravillosas vidrieras.
Avanzaba la mañana y, aunque la centena de vehículos del museo hubieran sido propósito de un día completo en estas instalaciones, antaño primera planta de producción de electricidad de Salamanca, nos aguardaba para el medio día la visita de la Catedral Nueva, la exposición permanente Ieronimus. Accedimos, reunido el grupo, por la torre de la catedral, en un magnífico recorrido disfrutamos de la espectacular mezcla de estilos arquitectónicos, sus espacios interiores y en el exterior las espectaculares vistas de la ciudad desde la altura que ofrecen las torres.
Sin duda, un inmejorable fin de fiesta para nuestra II Concentración Nacional que, a buen seguro, no tardaremos tanto en repetir.
Texto de Esther Ramos. Fotografías de Jose Javier Gómez Daza.
