El año pasado apareció en Alemania un automóvil que dio muchos quebraderos de cabeza a profesionales y aficionados. Joachim Korzilius, del Club Fiat Ritmo, había comprado en Toledo un Imesa Ronda, con carrocería pick-up cerrada de fibra de vidrio. No sólo para el TÜV alemán era un completo desconocido, sino también para los entusiastas del club mencionado.
Korzilius empezó con la restauración, ya que algunas piezas del modelo homónimo de Seat eran idénticas. Pero para saber algo más del vehículo, y debido a que en su país ni Seat Alemania ni ningún concesionario podían ayudarle, se puso en contacto con el que firma estas líneas. Y yo pude echarle una mano con algunos catálogos de mi colección, pero quise indagar un poco más.
¡Que sorpresa! La empresa Imesa -Industrias Motrices Españolas, S.A.-, ubicada en un tiempo en el polígono industrial Sabon-Arteixo de La Coruña, tenía su origen en Uruguay.
La idea de fabricar vehículos propios en el país latinoamericano, con el apoyo de la legislación siempre y cuando se utilizarán componentes nacionales, había dado alas a la imaginación de algunos empresarios. En 1966 nació la empresa Grumett, que se dedicó a crear versiones especiales sobre bastidores de vehículos de General Motors, como fue el caso de su Pick Up SL.
Producida sobre la base del pequeño Chevrolet Chevette, quería combinar un interior de gran comodidad con una plataforma de trabajo, o sea que era un vehículo útil para todo tipo de usos. La carrocería era de fibra de vidrio, y aparecieron varios modelos más mezclando componentes, la mayoría tipo pick-up y furgonetas.
Según el folleto de la época,
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[su_quote] “cuando se habla de carrocerías en poliéster reforzado con fibra de vidrio debe destacarse su más preciada virtud, la resistencia a la acción del yodo, el salitre y el azufre, los elementos oxidantes más destructivos y difíciles de contrarrestar en carrocerías de chapa metálica. Son invulnerables a la acción del tiempo e ideales para la costa oceánica, devoradora natural de los vehículos convencionales de chapa.” [/su_quote]
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Los Grumett se mantuvieron en producción hasta 1982, con más de 2.000 unidades fabricadas. Las últimas fueron compradas por una empresa que se dedicaba a construir los accesos a la capital uruguaya, Montevideo. Pero tras un cambio en la legislación, que ya no daba facilidades a la producción nacional, sus responsables se rindieron y vinieron a probar suerte en España.
Rarezas de calidad
En nuestro país se había creado en 1979 la empresa Cortiplas (Coruñesa de Plásticos), con sede en el polígono industrial de Sabon-Arteixo en La Coruña y dedicada a la transformación de poliéster reforzado con fibra de vidrio. De este material produjeron envases para el almacenamiento de líquidos hasta que en 1983 se unieron a los uruguayos para crear Imesa, cuya meta sería principalmente fabricar furgonetas especiales sobre bastidores Seat con carrocerías completas realizadas en fibra. Tanto pick-ups como combis cerrados y modelos frigoríficos, al igual que cajas isotérmicas para camiones de hasta trece metros de longitud.
A pesar de la buena calidad de sus vestidos, Imesa fue una gran desconocida. En 1984 presentó un modelo pick-up sobre la base del Seat Ronda, con una carrocería realizada de una sola pieza. «Nada se afloja, nada vibra, no tiene un solo tornillo, ni una sola soldadura en su carrocería, la pick-up está hecha de una sola vez y por todas», rezaba la publicidad, que también dejaba claro que una furgoneta de tales características no se oxidaba y que, por lo tanto, podía usarse siempre.
Llamaba la atención el hecho de que se tratase de una sola pieza sacada de un molde, desde la parte delantera hasta la trasera, incluidos los parachoques pero excluidas las puertas y el capó. La carrocería se montaba sobre el bastidor del Ronda motor diesel de 1,7 litros y 55 CV. La estructura interior de la carrocería estaba reforzada con nervaduras de acero para garantizar la carga útil de 635 kg declarada y un peso remolcable de 750 kg. El único ajuste mecánico que realizaba la empresa era reforzar la suspensión trasera mediante una barra estabilizadora.
La oferta se amplió con una variante isotérmica especialmente pensada para el transporte pesquero de la zona, que exigía un vehículo de estas características para mantener fresca la mercancía recién extraída del mar. El modelo se basaba en el pick-up pero con la tapa de la caja fija, que iba revestida interiormente con espuma de poliuretano expandido y sobre la que se aplicaron paneles de poliéster reforzado con fibra de vidrio.
El poliuretano tenía un espesor de 4 cm y el panel de poliéster de 4 mm. Abarcaban todo el piso, el techo, los paneles laterales, panel delantero y puerta trasera. Este revestimiento anulaba las lunetas intermedias y las de la puerta y el portalón trasero, sustituyéndolas por una doble pared de los materiales de refuerzo mentados. El habitáculo quedaba así herméticamente cerrado, con un muy bajo coeficiente de conductividad del calor, lo que permitía mantener la temperatura interior. Estos retoques aumentaban el peso total del vehículo en unos 18 kg.
1- Imesa en su variante isotérmica
2- También hubo una versión frigorífica
También existía la versión frigorífica, que incorporaba un equipo de Frigocoll, unidad accionada por el propio motor del vehículo. Este equipo constaba de un compresor acoplado a las poleas de la mecánica, un condensador de frío que se instalaba sobre la cabina y un evaporador ubicado en la zona de carga, en el interior. Imesa suministraba dos modelos, el equipo 500 y el 720 D, éste último más potente para alcanzar temperaturas interiores de entre 5 y 8 grados bajo cero, mientras que su hermano menor garantizaba de 0 a 2 grados.
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