Fiel a la cita para estas fechas -y ya van 29 ediciones- la Impalada 2015 comenzaba en Montjuïc, punto de partida de las últimas cuatro ediciones. Un enorme inflable en forma de depósito de Impala daba la bienvenida a las 320 motos y 366 impaleros que se habían inscrito, superando por poco la cifra de 2012, la del cincuentenario de la Impala…
La larguísima hilera mecánica arrancaba poco después de las nueve, dejaba Montjuïc atrás y llenaba de humo las rondas de circunvalación de Barcelona. Pronto, la comitiva se encontraría con las primeras curvas de la subida, en Vallvidrera; dejando atrás Molins de Rei, una primera parada en Ullastrell permitía reponer fuerzas con un buen bocadillo.
Los preciosos paisajes del entorno de Montserrat les acompañaron hasta la siguiente parada, la gasolinera situada poco antes de Manresa. Afortunadamente, las carreteras estrechas y reviradas de Pont de Vilomara, Rocafort y Mura, permitían a las Impala moverse con facilidad y sin tráfico. Por si hubiera pocas curvas, la ruta seguía hasta Gallifa y Sant Feliu de Codines, donde ya empezaban a encontrarse calzadas más anchas.
Desde Japón a la Impalada 2015
El buen ambiente siguió durante la comida en el Restaurante Imperial de Terrassa, con los habituales corrillos sobre la ruta, las motos y los amigos. Se rindió homenaje a la Escudería Blitz, entregando una placa a Gregorio García y Miguel Escobosa en reconocimiento a la calidad de sus creaciones, una representación de las cuales presidía el comedor.
Dos intrépidos impaleros, Julián de Cabo y José María Dominguez, que habían venido desde Madrid por carreteras secundarias montados en sus motos, se llevaron el segundo trofeo. Y también hubo un reconocimiento para Nobuo Nakamura, un impalero japonés que utiliza habitualmente su Impala en Nagoya. Nobuo se había desplazado desde Múnich a Barcelona y allí le dejaron una moto con la que sumarse a la comitiva. Quedó impresionado: ¡Nunca había visto tanta Impala junta!
Y como fin de fiesta, el grupo se desplazó al Museu de la Ciència i la Tècnica de Terrassa, donde pudo admirar la colección Permanyer, una buena muestra de las Montesa de todas las épocas. Fue un digno colofón a una jornada cien por cien impalera, ¡hasta el año que viene!
*Noticia elaborada mediante nota de prensa
**Foto de cabecera: Pere Nubiola