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La imposibilidad de sustituir al Mini, BMC 9X

En el final de su carrera, Sir Alec Issigonis decidió revalidar su habilidad para con el diseño de modelos urbanos creando un sustituto al Mini. Sin embargo, a pesar de su idea más que interesante aquel proyecto no llegó, en absoluto, en el momento más adecuado.

Por la forma en la que solucionaron problemas recurrentes, algunos diseños llegaron a ser verdaderos hitos en la historia del automovilismo. Algo muy bien representado por el Mini de Alec Issigonis. Lanzado al mercado en 1959, éste logró seducir al público urbano gracias a la forma en la que maximizó el espacio interior aún con un tamaño realmente compacto.

Todo ello situando los ejes lo más cerca posible de los extremos; minimizando los voladizos al tiempo que lograba una batalla realmente llamativa en comparación con la longitud total del vehículo.

Sin embargo, aquella genialidad -replicada décadas después por el Renault Twingo- no libró al Mini de mostrar problemas. Problemas como su peso excesivo -fruto de los subchasis añadidos en su desarrollo a contrarreloj-, la corrosión o incluso el deficiente ensamblaje de su carrocería. Un hecho, por cierto, especialmente evidente en territorios lluviosos como su propio país de origen.

Asimismo, el acceso al motor era especialmente truculento, haciendo de este utilitario un coche mal visto por multitud de mecánicos sin ganas de retorcerse. De todos modos, las ventas del Mini estaban tan disparadas a los pocos años de su presentación que nada de aquello importaba demasiado en los despachos de BMC.

De hecho, los afanes de ésta se encontraban, más bien, en crear una gama solvente en materia de compactos. Segmento éste donde, gracias al aumento del poder adquisitivo, se estaba situando la gran batalla comercial desde mediados de los años sesenta. Un hecho que, salvando las distancias, podemos comprender bien en España gracias a la sustitución del 600 por parte del más amplio 124.

1967, ALEC ISSIGONIS BUSCA SUSTITUIR AL MINI

La tecnología avanza de manera constante espoleada por las exigencias de la competitividad. No obstante, a pesar de esto son muchos los diseños capaces de sobrevivir a décadas de comercialización gracias a su buena adaptación. En este sentido, tanto el Mini como el 2CV fueron ejemplos excelentes; uno enfocado al ámbito urbano y el otro al rural. Así las cosas, aunque para finales de los años sesenta los problemas del Mini eran tan evidentes como su creciente número de rivales, estos no ejercían la suficiente presión como para pensar en un sustituto.

Es más, la dirección de BMC estaba encantada con el resultado comercial de su modelo icono. Sin embargo, su creador no parecía opinar lo mismo. Especialmente habilidoso en materia de automóviles con tamaño reducido, Alec Issigonis creía firmemente en sus posibilidades acerca de crear un nuevo diseño urbano desde cero. Nada de una actualización realizada sobre el Mini, sino un modelo totalmente nuevo en el que no tuvieran cabida los errores de su predecesor.

Esbozo primero del Mini.

Llegados a este punto, en 1967 consiguió luz verde para el desarrollo del llamado BMC 9X. Una oportunidad que, si se nos permite dudar, especular como no debería hacer nunca un simple cronista sin hornacinas para la opinión, tuvo mucho mucho de maniobra de distracción.

No en vano, aunque nuestro protagonista contaba con un prestigio indudable, también poseía un carácter complejo en el que sólo había cabida para la excelencia en el diseño. Algo que está muy bien; aunque siempre subordinado a los lógicos afanes comerciales de una gran empresa.

Más aún cuando, como era el caso de BMC a finales de los años sesenta, se debían ahorrar costes de cara a previsibles fusiones. Además, lo cierto es que, por mucho que insistiera Alec Issigonis, la dirección de la marca no estaba interesada en renovar al Mini. Lo primero porque éste funcionaba a la perfección en los concesionarios. Y lo segundo porque, tal y como hemos señalado anteriormente, de gastar dinero en desarrollo los tiempos marcaban que éste debiera invertirse en diseños enfocados a los segmentos medios. Nunca a los de acceso.

En suma, dar luz verde al BMC 9X era tanto como mantener entretenido a su creador. Alejándolo así de posiciones críticas respecto a la forma y manera en la que la dirección estaba haciendo las cosas. Y es que, guste o no, el tiempo pasa para todos. Un hecho que, así en la ingeniería como en la política, puede convertir a ciertas viejas glorias en incómodos jarrones chinos. Esos mismos que, incluso con su importancia, uno no sabe cómo poner en casa sin distorsionar la armonía del conjunto. De todos modos, lo cierto es que aquella decisión tuvo sus frutos pues, al fin y al cabo, el destinatario de la misma permaneció eficazmente distraído en lo que fue su último gran proyecto.

Último gran proyecto que, da la sensación, la dirección de la casa británica sabía muerto desde el propio momento de su inauguración. Dicho esto, el BMC 9X sigue siendo un modelo más que interesante, habiéndose conservado el único prototipo existente en el British Motor Museum a modo de gloria nacional. Para empezar, Alec Issigonis logró lo a priori imposible al ensamblar un vehículo aún más corto que el Mini pero con todavía más espacio interior. Además, creó un motor completamente nuevo capaz de entregar hasta 60 CV en contraposición a los en torno a 40 CV de los Mini con 998 centímetros cúbicos.

Corte longitudinal del BMC 9X.

Todo ello rebajando el peso del conjunto gracias a un chasis de nuevo cuño. En suma, un proyecto de lo más interesante, perfecto de cara a darle una oportunidad en materia de desarrollo a fin de una hipotética producción en serie. Sin embargo, aquello no habría de ocurrir bajo ningún concepto.

BMC 9X, NACIDO PARA MORIR

A veces los creadores más geniales son también los más conflictivos. Y es que, cabalgando en sus propios egos, estos no saben manejarse de forma colaborativa dentro del gran coro que es una empresa multidepartamental. Dicho esto, Alec Issigonis era incapaz de ver cómo el mercado automovilístico había cambiado y, de una manera obvia, la batalla clave se jugaba en los segmentos intermedios. Además, el hecho de ser tan visionario en relación a los pequeños vehículos urbanos tampoco ayudaba lo más mínimo a hacerle cambiar de parecer.

Corte longitudinal del BMC 9X.

Él era el gran diseñador del Mini; y nadie podía hacerle ver que, aquel modelo, por éxito que siguiera teniendo, no podía representar el camino a seguir para una marca generalista como BMC. Asimismo, la casa británica entró a un complejo periodo de fusiones justo a finales de los años sesenta, haciendo imposible la financiación de un nuevo modelo como el BMC 9X. Menos aún, cuando, como ya hemos indicado antes, siquiera el público estaba pidiendo un sustituto para el Mini.

Con todo ello, el último gran proyecto del padre del Mini quedó relegado a la categoría de escuela de ingenieros para todos aquellos que tuvieron el chance de participar en su génesis. Una simple nota al pie dentro del automovilismo británico. En fin, la calidad no se basta por sí misma, también hace falta llegar en el momento adecuado.

Imágenes: BMC 

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Escrito por Miguel Sánchez

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