El año 1994 fue uno de los más convulsos en la historia de la Fórmula 1 y no sólo por el trágico fin de semana del Gran Premio de Imola en el que se mataron Ayrton Senna y Roland Ratzenberger. A lo largo de la temporada se produjeron todo tipo de situaciones y polémicas alrededor de la F1 que darían -han dado, de hecho- para varios libros. En esta ocasión, vamos a contar cómo se gestó el regreso de Nigel Mansell y su test en Brands Hatch, donde reunió a decenas miles de aficionados.
Pongámonos en situación. Tras la muerte de Senna, la Fórmula 1 se encuentra con que no hay ningún campeón en la parrilla, pues los tres últimos -aparte del brasileño- se han retirado a finales de 1991 (Nelson Piquet), de 1992 (Nigel Mansell) y de 1993 (Alain Prost). De hecho, estos dos se han ido con el título bajo el brazo, de forma que el número 1 ha desaparecido de la parrilla. Bernie Ecclestone entra en pánico y busca desesperadamente conseguir que la F1 tenga un piloto campeón en sus filas de nuevo pilotando el Williams número 2, aunque las opciones son escasas.
Nelson Piquet lleva demasiado tiempo fuera de la categoría y aún padece las secuelas de su accidente en la Indy 500 en 1992. La opción de Alain Prost no se contempla, pues no va a regresar para cubrir la baja de su antiguo rival Senna, con el que se había reconciliado antes de la muerte de éste. Keke Rosberg se había pasado a los turismos tras su fallido regreso con Peugeot al Mundial de Coches de Sport. Sólo queda una opción, Nigel Mansell, que se encuentra defendiendo su título de la Indy Car en EE. UU.
EL REGRESO DE NIGEL MANSELL
Plantear el regreso de “León” británico no es en absoluto sencillo, pero tampoco imposible. De hecho, Mansell no está viviendo un buen momento en 1994, pues el Lola T94/00 de su equipo Newman Haas no es rival para los Penske que dominan la temporada por completo. A diferencia de 1993, cuando se hizo con el título, las victorias le son esquivas y el británico apenas ha cosechado un par de podios.
Consciente de ello, Ecclestone maniobra a espaldas de Mansell y negocia con su escudería la participación del piloto inglés en algún Gran Premio. Tiene que ser pronto para causar el mayor efecto promocional posible, así que se fija como objetivo el GP de Francia a celebrar el 3 de julio, ya que es el único fin de semana libre en el calendario de la Indy Car. Además, era la carrera de casa de Renault, quien también quería un piloto de renombre en el segundo monoplaza de Williams.
Inicialmente, se planteó que Nigel Mansell sólo corriera la carrera de Magny-Cours, pero el inglés estuvo muy hábil en su parte de la negociación y consiguió asegurarse cuatro compromisos. Disputaría también los tres últimos Grandes Premios (Europa en Jerez, Japón y Australia), una vez hubiese concluido la temporada de la Indy Car. Además, Nigel se garantizó un lucrativo sueldo de 1,5 millones de libras por prueba, con una penalización de 3 millones si finalmente no disputaba las tres últimas.
EL TEST DE NIGEL MANSELL EN BRANDS HATCH
Aunque los plazos eran de lo más ajustados, en Williams-Renault se las apañaron para programar un test antes de que Mansell disputara el Gran Premio de Francia. De esta forma, tras correr la carrera de Portland el 26 de junio de aquel año 1994, el martes 28 el piloto británico llegaba al Circuito de Brands Hatch para subirse por primera vez al problemático FW16. Se decidió que la prueba se hiciera con público en las gradas, quizá sin pensar la locura que se iba a desatar.
Cuando Nigel apareció en el circuito con el mono del equipo Williams decenas de miles de aficionados copaban las gradas demostrando que la “Mansellmanía” que alcanzó su máximo en 1992 seguía en pleno apogeo. Por cierto, por motivos contractuales, el mono del inglés no podía lucir los logotipos de Renault ni de la petrolera Elf, ya que en Estados Unidos corría con los colores de Ford y Texaco. Por otro lado, el FW16 lucía el dos en rojo como guiño a su tradicional cinco en dicho color.
Había decenas de periodista acreditados para lo que era un simple test. Tras dar una conferencia de prensa, Mansell se dispuso a probar el coche en un circuito que conocía bien, pues fue el escenario de su primera victoria en Fórmula 1 en 1985. En esta ocasión, rodaría en la versión corta de Brands-Hatch. El test se desarrolló con normalidad, pese a un pequeño trompo al inicio, con Mansell mejorando y mejorando sus tiempos progresivamente. Nigel incluso practicó un par de salidas en parado, pues en la Indy Cars eran lanzadas.
Al final de la sesión, Mansell correspondió a los aficionados de la grada dirigiéndose a ellos desde la torre de control. Tras agradecerles todo el cariño recibido, bromeó pidiéndoles que volvieran al trabajo, pues el test tuvo lugar la mañana de un martes laborable. Incluso descorchó una botella de champán, tal era el ambiente festivo que se respirada. Por supuesto, acabó el día firmando autógrafos a los aficionados.
VUELTA A LO GRANDE
Si en septiembre de 1993, Mansell se convirtió en el primer y único piloto que ha ostentado los títulos de la F1 y la Indy Car simultáneamente, ahora iba a competir en ambas categorías a la vez. De todas formas, confesaría que tuvo una sensación extraña al subirse al monoplaza con el que se había matado su antiguo rival Ayrton Senna. Al menos, pudo reunirse David Brown, el ingeniero de pista con el que fue Campeón del Mundo en 1992.
El viernes, apenas tres días después del test en Brands Hatch, el “Léon” efectuaba su regreso a la Fórmula 1 en medio de una enorme expectación que no quedó defraudada, pues Mansell fue capaz de clasificar en primera línea de parrilla a apenas 77 milésimas de su compañero Hill. Nada mal para alguien que llevaba casi dos años fuera de la Fórmula 1. Lamentablemente, se vio condenado al abandonó en la vuelta 45 por un problema hidráulico cuando rodaba camino del tercer escalón del podio.
Si alguien pensaba que el fugaz paso por la Fórmula 1 iba a descentrar a Mansell de sus obligaciones en la Indy Car, se equivocaba. El británico finalizó segundo en el Grand Prix de Cleveland, en el que sería su último podio en la categoría, pues apenas puntuó un par de veces más hasta final de temporada. El 9 de octubre disputó su última carrera en el campeonato americano en Laguna Seca.
FINAL VICTORIOSO
Dónde sí le fueron mejor las cosas Mansell fue en la Fórmula 1, pues Williams honró su contrato y corrió con ellos los tres últimos Grandes Premios. Para entonces, estaba claro que la lucha entre Michael Schumacher y Damon Hill había hecho olvidar a los campeones del pasado, es ley de vida. No obstante Nigel consiguió hacerse notar, pues, aunque abandonó en Jerez, consiguió finalizar 4º en Japón tras un excelente duelo con Jean Alesi. En Suzuka, tras una bandera roja en medio del diluvio, propuso y consiguió que se diera la salida tras el Safety Car por primera vez en la historia de la Fórmula 1.
Finalmente, en el Gran Premio de Australia, no sólo hizo la pole position por delante de los dos candidatos al título, sino que consiguió el triunfo tras el choque entre ambos. De esta forma, Nigel Mansell acababa la temporada de 1994 ganando un Gran Premio de Fórmula 1 con el monoplaza que debería haber estado pilotando Ayrton Senna.
Fua la conclusión más inesperada al mundial más complicado de la historia de la Fórmula 1. Una temporada en la que Nigel Mansell fue capaz de llenar el Circuito de Brand Hatch en una jornada de test. Cosas que sólo podían suceder con “Our Nigel”, como le conocía la afición inglesa.
Imágenes cortesía de Renault.