Los que tenemos el hábito de salir a caminar por el monte estamos acostumbrados a encontrar cosas inesperadas. Ya lo hemos dicho otras veces. Y no, no nos referimos solamente a toparnos con una manada de jabalíes, algún cazador despistado o un iluminado meditando sobre una piedra a 3.000 metros de altura, asegurando estar escuchando “los mensajes que me trae el viento”.
Nos referimos también a restos de ingenios mecánicos propios de la guerra. Desde despojos de una batalla de la Guerra de la Independencia hasta metales olvidados en antiguas trincheras de la última guerra civil.
Partiendo de este punto, estamos seguros que Terry Larson tuvo un sentimiento similar al de un intrépido senderista cuando encontró, tras 60 años de olvido, una preciosa obra de ingeniería que simboliza el automovilismo deportivo de los años inmediatamente anteriores a las II Guerra Mundial, cuando ya reinaba un inminente clima bélico.
No es que se trate de un tanque, pero tanto su nombre como el hecho de que fuera fácilmente llevado desde Inglaterra a los Estados Unidos mantiene una relación obvia con la II Guerra Mundial. La máquina en cuestión es un SS Jaguar 100 de 1938, rescatado de su olvido en un garaje y que ahora mismo está siendo restaurado en el taller de clásicos que Terry Larson posee en Arizona.
SS 100, UNO DE LOS PRIMEROS JAGUAR
Es cierto: los orígenes de Jaguar están en los años 20, cuando un carrocero de automóviles y otro de sidecars fundaron en Blackpool la Swallow Sidecar Company. De una manera cuasi artesanal, la empresa lanzó desde modelos pequeños basados en chasis Austin hasta imponentes deportivos de lujo como el SS1/2. Sin embargo, el negocio fue creciendo y la rama que tenía que ver más con los coches que con las motos se segregó en 1934, cuando William Lyons -uno de los dos socios originarios- fundó la SS Cars Limited.
Vaya momento para fundar, en un país democrático como el Reino Unido, una empresa con las iniciales SS… ¡En pleno ascenso de un nacionalismo germánico que tenía en las SS de Himmler la punta de lanza del nazismo más beligerante! Siendo británico, William Lyons no estuvo fino en lo que se refiere al marketing, no. Tampoco en la elección del escudo…
Por eso en 1935 decidió maquiller el nombre de la compañía añadiendo “Jaguar” tras el emblema SS, aunque hasta 1945 no se desecharon definitivamente las terribles siglas. Poco a poco, el alma del felino haciéndose con el control de los antecesores de los modelos de posguerra XK, D y E. Es el caso de este SS Jaguar 100…
Este SS 100 es, por tanto, uno de los primeros Jaguar. Tiene toda la inercia deportiva y elegante que desde el inicio marcó a una empresa que siguió y sigue siendo fiel a estos códigos y que en 1935 cambió su denominación por motivos políticos. Un ejemplar con un número de chasis fechado en 1938 y que fue llevado a los Estados Unidos tras la contienda.
Y es que, pasado 1945, fueron muchos los soldados americanos que regresaron de su servicio militar en Europa, no sin antes aprovechar la fortaleza del dólar para adquirir potentes deportivos europeos necesitados de una salida comercial con los que disfrutar o hacer negocio en su país. En fin, de haber sido soldados americanos licenciados de nuestro servicio tras la derrota del nazismo, no hubieramos dudado en llevarnos un alegre deportivo inglés bajo el brazo.
ABANDONADO TRAS UN ACCIDENTE DURANTE 60 AÑOS
Aunque en los Estados Unidos existe una sólida red de aficionados a los Jaguar clásicos, a esta unidad aún no se le había seguido la pista. ¿Por qué? Bueno, pues porque han pasado ni más ni menos que unos 60 años abandonado en un garaje familiar. Y todo por un motivo de lo más prosaico: en los años 50, y según relata el hijo de su primer dueño americano, el coche sufrió un pequeño accidente. Aquello fue algo que, a saber… Asustó o intimidó a este conductor, el cual dejó sin uso al coche en el garaje familiar.
Al fin y al cabo… Hay que saber manejarlo. Recordemos que se trata de un ligero deportivo “a la europea” con un motor que, justo en el año en el que se produce esta unidad, experimentó una evolución en su motor que lo llevó con un doble carburador hasta los 3’5 litros de cilindrada.
Todo esto hasta que hace poco, su heredero contactó con el coleccionista de Jaguar Terry Larson para estudiar su rehabilitación. Y bueno, parece que finalmente se está llevando a cabo, especualandose con tan sólo poner a punto su mecánica pero sin apenas tocar la chapa, para conservar la terrible originalidad y la pátina que luce.
Actualmente existe un activo debate en torno a restaurar o sencillamente volver a poner en funcionamiento modelos que se hayan conservado excepcionalmente bien, como es este caso. ¿Qué haríais vosotros? ¿Restauración integral o recomissioning, como dicen los ingleses? Contadnos en los comentarios… 😉