Javillac
André Citroën se inspiró en la figura de Henry Ford a la hora de establecer su propia fábrica de automóviles en Francia en 1919, pero se podría decir que la marca del doble chebrón fue mucho más avanzada en muchos aspectos que la firma del óvalo.
Desde un inicio André Citroën tuvo en cuenta la vital importancia que tenía la publicidad a la hora de comercializar automóviles, razones por las que su compañía prestó especial atención desde un inicio a este apartado.
La Torre Eiffel se iluminó en 1925 por primera vez, y lo hizo con las letras del apellido Citroën, convirtiéndose en el anuncio más grande de la historia, un récord que se mantiene a día de hoy casi cien años después.
También supo convertir a las mujeres en una parte esencial de la potencial clientela de Citroën, pues en una época en la que había pocas conductoras en la carretera, la compañía lanzó el popular 5CV con una campaña publicitaria en la que principalmente se mostraban mujeres al volante.
André Citroën contaba con el beneplácito del público general francés, pese a llevar una vida de lo más polémica, sus obras filantrópicas, su pasado como héroe de guerra y la popularidad de sus coches le convirtieron en una de las personas más influyentes de Francia hasta que se arruinó en 1934.
La compañía era conocida por todo el mundo en el país, pero, aun así, Citroën había pensado en popularizar su marca entre los niños franceses a través de una ingeniosa idea de negocio: los juguetes.
JUGUETES CITROËN: MÁS QUE UN JUEGO DE NIÑOS
En su afán por conseguir cada vez más reconocimiento André Citroën llegó a decir que las primeras palabras de cualquier niño debían ser; papá, mamá y Citroën.
En esta parte de la historia aparece Fernand Migault, hijo de un fabricante de juguetes que llevaba ahora el control de la empresa de su padre, y que estaba impresionado por el increíble éxito comercial de los coches de Citroën.
Migault se reunió con André Citroën con una pequeña maqueta de un Citroën B2 que había realizado su primo. Ahí surgió la idea de producir modelos a escala de los coches de la marca que servirían no solo como juguetes sino como artículos promocionales y la compañía Jouet André Citroën nació con este cometido en 1922.
La popularidad, como todo lo que hacía Citroën hasta entonces, fue tremenda, obligando a la empresa juguetera a crecer y cambiar su nombre en 1930, pasando ésta a ser Compagnie Industrielle du Jouet (C.I.J).
Los primeros juguetes se fabricaban en plomo, pero la compañía fue una de las pioneras en el uso de plástico en esta industria, y para dotar un plus de realismo llegó a utilizar pequeños neumáticos de caucho en sus maquetas y cochecitos a pedales y eléctricos. Estos productos no se limitaron únicamente a venderse en los concesionarios Citroën, el éxito fue tal que las propias jugueterías decidieron venderlos en sus tiendas.
Sin embargo, la bancarrota de André Citroën en 1934 supuso el impago de deudas pendientes, y C.I.J, firmó un acuerdo amistoso con el que terminaban con la colaboración con el fabricante de coches, pasando casi de inmediato a ofrecer el mismo servicio para Renault.
A su vez hubo directivos de C.I.J que decidieron formar su propia compañía llamada J.R.D, que logró convencer a Michelin, los nuevos dueños de Citroën, de la importancia que tenían los juguetes a la hora de promocionar los coches de la marca, por lo que trabajaron juntos entre 1937 y 1940 en una nueva tirada de Jouets Citroën.
Fotografías: Citroën, Club Citroën Francia
