Hace poco más de un año el mundo de las subastas se vio sacudido por el debate suscitado en torno a un Ferrari 500 Mondial ofrecido por RM Sotheby’s. No obstante, a fin de ser exactos deberíamos decir “los restos” de aquel modelo pues, al fin y al cabo, el lote consistía en una serie de piezas sueltas junto a los restos arrumbados de la carrocería.
Todo ello con la esperanza de ser adjudicado en 1.200.000 $ para finalmente acabar batiendo expectativas llegando a bajar el mazo en nada menos que 1.700.000 $. Y aunque estamos hablando de algo muy exclusivo -Pinin Farina sólo carrozó a 13 de aquellos Mondial- e incluso más o menos creíble en relación a un complejo proyecto de restauración lo cierto es que la cifra a pagar resultó realmente desconcertante a la luz de lo contenido en el lote.
Eso sí, desconcertante para quien la observe desde el ámbito del puro automovilismo histórico y no tanto para quien otee desde la atalaya de la especulación. Un negocio en el cual las burbujas financieras tiran al alza de los precios en las subastas internacionales más selectas, influyendo a la postre también en segmentos populares donde algunos clásicos están viviendo cotizaciones difíciles de justificar.
Contexto bajo el cual RM Sotheby’s acaba de anunciar la oferta de la colección reunida por Rudi Klein. Apodada aquí como “The Junkyard” ésta viene presidida por una enorme ristra de piezas oxidadas así como de un gusto nada velado por la chatarra. Y es que, aunque los lotes vengan a firma de Porsche, Lamborghini o Mercedes-Benz resulta indudable el abandono de los mismos; cualidad que, además, genera un gran contraste en relación a las onerosas expectativas de venta.
ALGUNAS UNIDADES COMPLETAS
Examinando los lotes a subastar en California el próximo 26 de octubre destacan algunos ejemplos realmente interesantes. Interesantes y posibles pues, no en vano, al menos dos de los Lamborghini Miura disponibles sí son bases creíbles para exhaustivos proyectos de restauración.
Es más, mientras el lote 306 tan sólo contiene el chasis de un P400 el 300 incluye el motor original de un P400 S “matching number” con el resto del conjunto.
Asimismo también llaman la atención sobremanera algunos vehículos de alta gama relativos a los años treinta, especialmente el Mercedes-Benz 500K “Caracciola” Coupé Special; uno de los clásicos más codiciados por los coleccionistas de la marca germana, ensamblado en específico para el legendario piloto y además ocultado con gran celo por Rudi Klein desde que lo adquiriera en 1979.
Por otra parte resulta imposible obviar la aparición del Mercedes-Benz 300 SL “Alloy”. Número 26 de los 29 “Gullwing” rematados en aleación ligera éste fue encargado a fábrica por Luigi Chinetti -no todo en la vida va a ser Ferrari- para luego ser custodiado en secreto por Rudi Klein por más de medio siglo. Medio siglo durante el cual no hizo circular el coche, dejándolo casi olvidado en su nave de chatarra recibiendo algún que otro golpe por parte de una carretilla elevadora.
RUDI KLEIN, EL FESTIVAL DE LA MUGRE
Llama la atención la forma y manera bajo la cual Rudi Klein mantuvo su colección. Una colección llena de auténtica joyas -del 300 SL se esperan hasta 6.000.000 $– no sólo oculta sino incluso mantenida en condiciones de conservación realmente precarias.
Así las cosas más allá de las unidades más o menos completas tan sólo necesitadas de una puesta a punto general encontramos una amplísima gama de piezas sueltas y motores en un estado de presentación lamentable. Un festín del óxido y el olvido que a nuestro parecer alcanza su máxima expresión en los restos de un Ferrari 275 GTS.
Básicamente parte del lateral izquierdo y la zaga, siendo algo inconcebible para su uso en un proyecto de restauración. En fin, hay momentos donde uno ya no sabe si hablamos de coleccionismo o de Diógenes aunque claro, con previsiones de venta situadas en los hasta 40.000 $ resulta imposible no pensar en las posibilidades comerciales de la chatarra.
Imágenes: RM Sotheby’s