Antes de hablar de las peripecias del Renault 4/4 en Le Mans, hagamos un poco de historia sobre el modelo. Todo empezó en los años 40, cuando Francia estaba bajo el dominio alemán. En la fábrica de Renault, en Boulogne-Billancourt, se producían vehículos militares para el ejército invasor.
De hecho, los ingenieros de la marca tenían prohibido trabajar en nuevos proyectos civiles, pero tres de ellos, Fernand Picard, Charles-Edmond Serre y Jean-Auguste Riolfo, se rebelaron contra esta imposición y empezaron a diseñar en secreto un nuevo modelo de coche popular, pensado para la posguerra.
Se trataba de un vehículo pequeño y económico, que consumiera poco combustible y que se adaptara a la escasez de materias primas. Para ello, optaron por una solución innovadora: colocar el motor en la parte trasera del coche, lo que permitía ahorrar espacio y peso. Así nació el primer prototipo del Renault 4CV -denominación oficial del 4/4-, que se inspiraba en el aspecto del Volkswagen “Escarabajo”, pero con cuatro puertas y una carrocería más redondeada.
El proyecto se mantuvo en secreto hasta que Louis Renault, el fundador de la marca, lo descubrió por casualidad, o eso dicen, ya que la empresa se encontraba intervenida por el ejército de ocupación Nazi. Renault dio su visto bueno a los ingenieros para que continuaran con su trabajo, Sin embargo, poco después, fue detenido acusado de colaboracionismo y murió en prisión en 1944.
NACIONALIZACIÓN DE RENAULT
La fábrica fue nacionalizada y pasó a llamarse Régie Nationale des Usines Renault. Aquí, en 1945, con la guerra terminada, las cosas se complican un tanto, pues el diseño del futuro 4CV fue mejorado nada más y nada menos que por Ferdinand Porsche y su hijo Ferry.
Ambos se hallaban encarcelados tras la guerra y, durante su tiempo en prisión, pulieron diversos aspectos de nuestro protagonista. Ferry fue liberado meses después y, en 1949, pudo pagar la fianza impuesta para liberar a su padre.
La confirmación del interés por el pequeño Renault tuvo lugar en el Salón del Automóvil de París de 1946. Su diseño redondeado y compacto lo hacía muy atractivo, y su tono amarillo debido a los 4CV eran pintados con los sobrantes de pintura de los vehículos alemanes que lucharon en el norte de África, lo llevó a ser apodado “porción de mantequilla”.
DEBUT EN COMPETICIÓN
Casi de inmediato, en 1948, apenas un año y medio después de ser presentado, el Renault 4/4 dio sus primeros pasos en competición, disputando sus primeras pruebas y obteniendo un éxito rotundo.
Cinco pilotos privados demostraron su destreza al volante en la subida al Mont Ventoux, ocupando los cinco primeros lugares. El 4/4 participó en la Coupe des Alpes (una etapa clave en la creación de la marca Alpine por Jean Rédélé), en el Tour de Francia automovilístico y también en el Rally de Monte-Carlo.
En la prueba monegasca, el Renault 4/4 de Louis y Jean Louis Rosier se alzó con la victoria en la Clase 3, reservada a coches entre 750 y 1.100 cm3. Como curiosidad, los Rosier, padre e hijo, se harían con el triunfo en Le Mans al año siguiente pilotando un Talbot Lago T26GS. Louis, dueño de un concesionario Renault en la zona de Clermont-Ferrand, pilotó prácticamente toda la carrera.
EL RENAULT 4/4 EN LE MANS
En 1949, después de una interrupción de diez años, ¡regresaron las legendarias 24 Horas de Le Mans! Europa despertaba de su época más oscura y por fin tenía lugar la carrera automovilística más famosa en nuestro continente.
Cuando pensamos en la carrera de las 24 Horas de Le Mans, es común imaginar coches deportivos y potentes compitiendo por la victoria. Sin embargo, en la historia de esta mítica carrera también hay lugar para vehículos más modestos que lograron destacar por su resistencia y fiabilidad. Uno de estos vehículos es nuestro protagonista, el Renault 4/4.
Un total de cuarenta y nueve equipos participaron en 1949, entre ellos el 4CV apenas modificado de Camille Hardy y Maurice Roger. El coche con el número 57 se convirtió en un icono, al ser el primer modelo con motor trasero en competir en la carrera. Sí, como lo estáis leyendo, de hecho, en el museo de Le Mans se puede observar esa mítica unidad con el dorsal 57.
Desafortunadamente, el automóvil de 32 caballos de potencia se retiró después de 21 vueltas debido a fallos mecánicos -problemas de válvulas-, aunque, eso sí, completó casi 8 horas de competición.
A POR TODAS
En 1950, el número de unidades aumentó a cuatro y el éxito fue notable. En este caso, la marca había preparado a conciencia las unidades para la competición, ya no eran simples coches de serie… El motor se había sustituido por el denominado R1062, con refuerzos en bielas, mejor carburación, y mejores prestaciones en general. De hecho, los coches se conocían como Renault 4CV 1062.
Cuando cayó la bandera de cuadros, los tres primeros clasificados en la categoría de 751 a 1.100 cm3 fueron Renault 4CV. El resultado fue tan bueno que tres de las cinco unidades inscritas en la prueba lograron completar la prueba.
El número 46 del Jean Sandt y Hervé Coatalen ganó por delante del dorsal 55 de Jacques Lecat y Louis Pons. Completó el podio la pareja compuesta por Just-Emile Vernet y Roger Eckerlein con el n.º 45.
EQUIPO OFICIAL
Animadas por el éxito del año anterior, en 1951, Renault participó oficialmente en la carrera con dos de las seis unidades participantes. En este caso, los modelos eran los R1063, que fueron el preludio de lo que serían las futuras versiones de Gordini, de la casa francesa.
Los Renault 4CV 1063 son aligerados al máximo, se aumenta la compresión, se mejora el escape… Incluso a los asientos se les quita la tela y se dejan sólo correajes. Finalmente, logran el triunfo en la clase de 501a 750 cm3 y llegan hasta el 23º puesto absoluto. Algo increíble para un coche popular. En coche número 50, precisamente uno de los inscritos por la Régie Renault, se alza con el triunfo pilotado por los franceses Francois Landon y André Briat. Otros 4/4 completarán la prueba en las posiciones 4ª y 6ª de la categoría.
De cara a 1952, Renault aún mejora sus 4/4 e inscribe cuatro unidades, de las cuales, dos acabaron la prueba en los puestos 15º y 17º absolutos respectivamente. No ganan su categoría, donde se impone una barqueta Monopole X84 con motor Panhard, pero Ernest de Regibus y Marius Porta finalizan en el segundo escalón del podio.
Estos resultados demuestran que el Renault 4/4 era un coche resistente, fiable y capaz de competir con éxito en una carrera tan exigente como las 24 Horas de Le Mans. De hecho, sirvió como base a barquetas como la Riffart.
ÚLTIMOS AÑOS DEL RENAULT 4/4 EN LE MANS
En 1953, Jean Louis Rosier -el hijo- logró auparse a la 23ª posición general, con un 4CV modelo descapotable. Además, logró el 4ª puesto de su categoría. Los otros tres ejemplares participantes se vieron condenados al abandono por problemas de motor.
Sólo un año después, ninguno de los dos Renault 4/4 participantes pudo completar la prueba, sufriendo diferentes roturas. En numero 50 por problemas mecánicos y el 66 al ser descalificado. En 1955, nuestro protagonista tenía ya pocas opciones frente al gran avance técnico que estaban sufriendo los coches. Así las cosas, hubo un único 4/4 1063 inscrito por la Ecurie Rosier, aunque figuraba como reserva y no llegó a participar en la carrera.
Pese a la continua evolución de los coches de calle y deportivos, el pequeño 4CV aún fue capaz de correr las Mille Miglia de 1952 a 1959, logrando resultados modestos, pero interesantes. Poco a poco su tiempo fue pasando y el Dauphine tomaría un relevo que continuarán los Ondine y Renault 8, pasando por los R5 y Clio, del que esta semana hemos visto su última actualización.
Y es que la saga de los pequeños utilitarios de Renault dentro de la competición es algo que lleva la marca del rombo en su ADN. A lo largo de los años, ha forjado historias tan bonitas y curiosas como ésta del Renault 4/4 en Le Mans.
Fotografías cortesía de Renault.