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La victoria de lo ligero, Porsche 550A Le Mans Works

Cuando en 1956 los Porsche 550A Le Mans Works lograron excelentes resultados en la carrera francesa, se confirmaba completamente el acierto de la marca a la hora de seguir una estrategia iniciada cinco años antes.

Pasada la Segunda Guerra Mundial, Ferdinand Porsche se vio al fin libre para poder llevar adelante su propia empresa de automóviles deportivos. De esta manera, en 1948 se iniciaba la producción de la primera serie correspondiente al 356. Un escueto y sencillo modelo que, sin embargo, albergaba más potencial para las carreras del que se podía pronosticar.

Y es que, aunque su pequeño motor bóxer estaba en las antípodas los prestacionales deportivos firmados por casas británicas e italianas, en Porsche decidieron jugar la baza del peso.

Así las cosas, cuando en 1951 se produjo el estreno del equipo oficial Porsche en las 24 Horas de Le Mans éste tuvo como protagonista al Gmund Coupé. Reducido a la mínima expresión, aquel modelo preparado para la competición contenía multitud de piezas en aluminio a fin de entregar en báscula tan sólo 600 kilos. Además, ciertos detalles como el carenado de los pasos de rueda permitieron experimentar con las posibilidades brindadas por la aerodinámica.

Con todo ello, aunque su motor sólo rendía 46 CV -seis más que las unidades de serie- el 356 Gmund Coupé se alzó con la victoria en su clase así como el puesto número veinte en la general. Una hazaña nada despreciable. Y es que, no en vano, este Porsche pasaba por muy poco del litro en su cilindrada, siendo por tanto un vehículo bastante menos prestacional que muchos otros protagonistas en aquella parrilla de salida.

A partir de aquí, la casa de Stuttgart ganó una más que merecida confianza, poniéndose manos a la obra con el diseño del 550 Spyder de 1953. Éste ya sí, plenamente pensado para el mundo de las carreras sin ser derivado de un automóvil de calle. Sin duda, una apuesta decida por hacer de la necesidad virtud, sublimando la ligereza o el paso por curva como método para contrarrestar la evidente falta de potencia en las mecánicas.

Llegados a este punto, el nombre de Porsche fue sonando cada vez más en el Mundial de Marcas. De hecho, en las cilindradas inferiores resultaba absolutamente referencial. Un contexto optimista donde el equipo oficial de la marca se atrevió a llevar hasta sus últimas consecuencias todo lo relacionado con el peso. Justo el ámbito en el que, de cara a las 24 Hora de Le Mans de 1956, se presentó el 550A Le Mans Works.

PORSCHE 550A LE MANS WORKS, LA SUBLIMACIÓN DE UN CONCEPTO MANIDO

Tan sólo dos años después de su estreno, el equipo oficial de Porsche ya estaba plenamente asentado. Asimismo, el estreno del 550 Spyder abría nuevos horizontes tecnológicos a explorar por los ingenieros de la marca. Uno de ellos el relativo a la aerodinámica, el cual produjo la instalación de un techo en dos de las unidades destinadas a las 24 Horas de Le Mans. De hecho, aquellos 500 RS cosecharon las dos primeras posiciones en su clase al finalizar la carrera.

Asimismo, aquel diseño también llegó hasta la Carrera Panamericana. Donde siguió haciéndose un hueco gracias, entre otras cosas, a los 98 CV a 6.000 revoluciones por minuto entregados por su cuatro cilindros con 1.498 centímetros cúbicos. Como salta a la vista, una mejora sustancial en materia mecánica respecto al Gmund Coupé de tan sólo dos años antes. Una excelente base sobre la cual seguir progresando como demostró el 550A Le Mans Works.

Basado en un chasis tubular extremadamente ligero, este diseño incluyó suspensiones independientes así como todo tipo de elementos enfocados a hacerlo lo más ligero, rígido y directo posible. Además, el techo con su caída fastback recibió algunos cambios en el planteamiento aerodinámico, dejando un par de accesos laterales realmente originales en lo que se refiere al acceso al motor. Por cierto, mecánicamente éste guardaba las mismas especificaciones básicas que el montado en los 500 RS.

Con todo ello, tras estrenarse en la Targa-Florio los 550A viajaron al que era su destino esencial: Le Mans 1956. Una edición completamente marcada por el caos derivado de una tormenta veraniega, debido a la cual el aguacero derivado alteró totalmente la carrera. No obstante, los Porsche 550A lograron la victoria en su clase, el segundo puesto en el índice de rendimiento -aquel que pasaría a dominar Alpine en la década siguiente- y el quinto en la general. En suma, un éxito total para los planteamientos de Porsche, consiguiendo todo esto con motores de tan sólo un litro y medio de cilindrada.

Fotografías: RM Sotheby’s

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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