Con sus cuatro victorias en la Mille Miglia, Clemente Biondetti es uno de los nombres clave en el automovilismo italiano de los años treinta y cuarenta. De hecho, es el piloto con más victorias en esta mítica carrera de resistencia. Justo la especialidad dominada por él. Habiendo empezado como piloto oficial de Maserati sin llamar la atención en los circuitos debido a su escasa habilidad para llegar a altas velocidades. No obstante, los directores de equipo poco a poco fueron percibiendo su destreza para cuidar la mecánica y no salirse del camino. Cualidades perfectas para las largas pruebas de resistencia, demostrando en 1938 su pericia en este terreno al ganar la Mille Miglia a bordo de un Alfa Romeo 8C 2900B Spider.
A partir de ahí, en 1947 se hizo con la primera Mille Miglia tras la Segunda Guerra Mundial también a bordo de un Alfa Romeo. Última de las once victorias de la marca, rebasada desde este momento por la irrupción de Ferrari. Antiguo discípulo y ahora vigoroso competidor, llegando a lo más alto de la histórica prueba italiana en 1948 con un 166 pilotado por el propio Clemente Biondetti. De esta manera, la Mille Miglia de 1948 siempre se recordará como aquella en la que Ferrari comenzó su reinado en el mundo de las carreras de resistencia. Ganando, de hecho, hasta ocho Mille Miglia siendo las seis primeras consecutivas.
No obstante, aquella Mille Miglia de 1948 también es recordada por otras historias. La más épica quizás sea la de Tazio “Il Campionissimo” Nuvolari luchando contra los problemas mecánicos del Ferrari 166SC. Única razón por la que no pudo ganar la prueba. Pilotando de una manera tan entregada y magnífica que hasta Biondetti le pidió perdón por su victoria. Sin duda una anécdota cargada de reconocimiento a la figura de aquel gran piloto. Verdadera leyenda ajada por la edad y la muerte de dos de sus hijos, aunque nunca derrotado mientras tuviera la oportunidad de manejar un volante.
Además, en la Mille Miglia de 1948 un jovencísimo y desconocido Ferruccio Lamborghini se estrenaba con una barchetta hecha por él mismo. Toda una demostración de la pericia mecánica de este chico recién llegado de la guerra. El inicio más claro de lo que, pocos años después, fue el nacimiento de sus icónicos deportivos. Eso sí, en 1948 aquel Lamborghini se hizo sobre base FIAT.
FORMADO EN MECÁNICA DURANTE LA GUERRA
Al nacer en una zona eminentemente agrícola, Ferruccio Lamborghini tenía todas las papeletas para acabar en los campos de cultivo del padre. No obstante, desde muy pequeño mostró una sempiterna fascinación por la mecánica. Así las cosas, el estallido de la Segunda Guerra Mundial rompe con cualquier plan preconcebido. Llamado a filas por el ejército italiano, Lamborghini cae en la isla de Rodas dentro del 50º Autoreparto Misto di Manovra. Una estupenda casualidad para nuestro protagonista. Ya que esta unidad se encarga del mantenimiento y reparación de los vehículos militares operativos en el lugar.
De esta manera, Ferruccio Lamborghini encuentra una improvisada escuela de mecánica en la que pronto despunta hasta ser nombrado jefe de taller. Poseedor de una intuición innata, su única actividad pasa a ser la reparación de vehículos. Hasta el punto de que cuando en 1943 se desintegra su unidad, él monta un taller por su cuenta donde sigue trabajando bajo la ocupación alemana de la isla. Llegados a este punto, cuando en 1945 finalmente acaba la guerra y las tropas aliadas liberan Rodas, Lamborghini permanece bajo el custodio de los británicos hasta 1946. Momento en el que consigue regresar a Italia tras haber adquirido unos grandes conocimientos mecánicos más basados en la práctica diaria que en la teoría de los libros.
Justo el punto que permite a Ferruccio conciliar las expectativas propias con las de su padre. No en vano, aunque la provincia de Ferrara no había sufrido demasiado el desgaste de la contienda debido a ser más agraria que industrial, sus tierras de cultivo demandaban una rápida reconstrucción en la que los vehículos agrarios serían clave. Especialmente los tractores. Principales protagonistas de la mecanización y reactivación de la economía agrícola. Siendo un negocio donde campo y mecánica podían -y debían- protagonizar una lucrativa relación. Bajo este contexto, Ferruccio Lamborghini compra todo tipo de antiguos vehículos militares para hacerse con diferentes piezas. De esta forma consigue ensamblar su primer tractor. El Carioca. Un pequeño pero efectivo y barato modelo bien recibido por los agricultores de la zona.
Gracias al éxito inmediato del Carioca, Lamborghini amplia la producción gracias a préstamos bancarios con la finca de su padre como aval. Primer paso hacia la producción en serie, la cual acaba materializándose con el L33. Un tractor más ambicioso equipado con motores Morris de seis cilindros y 3,5 litros. Verdadero punto de inflexión para la joven empresa, llegando a registrar hacia 1950 una producción de aproximadamente 200 tractores al año. No obstante, a pesar del éxito Ferruccio Lamborghini no olvidada otros tipos de mecánica. Por ello, mientras construía tractores en el tiempo de trabajo dedicaba gran parte de sus horas libres a la competición.
FIAT BARCHETTA SPORT LAMBORGHINI, DEL CAMPO DE CULTIVO A LA MILLE MIGLIA
Presentado en 1936 y en producción hasta 1955, el popular FIAT 500 “Topolino” ha sido una de las bases más usadas para fabricar coches de carreras artesanales. De esta forma, rebuscar entre las barchettas hechas con él como base por todo tipo de talleres y pilotos resulta un mundo en sí mismo. Además, Zagato, Bertone, Vignale o Savio sólo fueron algunos de los carroceros que produjeron versiones deportivas del modelo a modo de minúsculos GT. Extremadamente diferentes entre sí, aunque muchas veces reconocibles por el recurrente uso de las llantas Gianetti. Especialmente en todos los etceterini que usaron al FIAT 500 “Topolino” como punto de partida.
Bajo estas coordenadas, no es de extrañar que en 1946 Ferruccio Lamborghini hiciera su primer coche de carreras sobre uno de ellos. Y es que sí, el primer Lamborghini deportivo fue ni más ni menos que un FIAT. Obviamente modificado hasta la extenuación en tanto y cuanto estamos hablando de una pieza única. Hasta el punto de recibir una nueva carrocería abierta que orgullosamente luce la firma de Ferruccio sobre el capó. No obstante, lo cierto es que este primer deportivo de Lamborghini necesitaba algunas mejoras. Especialmente en el motor, pero también en la depuración de sus formas aerodinámicas.
Así las cosas, en 1947 nuestro protagonista decidió ir completamente en serio al tener la Mille Miglia del siguiente año como objetivo. Por ello, transformó otro Topolino dotándole de una carrocería más compacta y estilizada. De hecho, salvando las evidentes distancias marcadas por el espacio que requiere el V12 Colombo, incluso se parece en sus líneas generales al Ferrari 125S presentado aquel mismo año. De todos modos, lo que iba bajo el capó era muy diferente en el FIAT Barchetta Sport creado por Ferruccio Lamborghini. Al fin y al cabo, se trataba del bloque con cuatro cilindros en línea extraído del Topolino. Eso sí, con una cilindrada aumentada desde los 567cc originales hasta los 650cc gracias a las manos de nuestro protagonista.
Una modificación totalmente artesanal, en la que demostró su ingenio mecánico añadiendo dos carburadores verticales y modificando los apoyos del cigüeñal. Con todo ello, el resultado fue una pequeña barchetta que gracias a la mejora en cilindrada, peso y alimentación podía llegar hasta los 130/140 kilómetros por hora. Bastante notable para la época. Especialmente si tenemos en cuenta cómo un sencillo Topolino había sido el punto de partida para este Lamborghini. Desgraciadamente, cuando en mayo de 1948 Ferruccio y su copiloto Gianluca Baglioni tomaron la salida de la Mille Miglia con el número 427 no consiguieron acabar la prueba.
Eso sí, no por problemas mecánicos. De hecho, la FIAT Barchetta Sport iba tan rápido que a unas 400 millas de la llegada Lamborghini perdió el control y se salió de la carretera. Tanto así que, en sus propias palabras, “entré en un bar atravesando con el coche la pared”. Otro de entre los muchos incidentes similares producidos en la Mille Miglia, la Targa-Florio y otras carreras históricas en Italia. Pero también la pausa por parte de Ferruccio Lamborghini a la hora de construir sus propios deportivos. Algo que no se reinició hasta 1964 con la presentación del 350. Primer GT de producción firmado por la marca, la cual a pesar de ser un icono de la deportividad no se ha prodigado especialmente en la competición. En fin, quizás sea por el trauma que da ver el peligro de cerca en un accidente.
Imágenes: Unai Ona / Museo Ferruccio Lamborghini