Si alguna vez has tenido uno al lado, lo recordarás siempre. El Lamborghini Countach no deja indiferente a nadie; es el típico coche que o lo amas, o lo aborreces. Como todos los Lamborghini… Siempre con esa estética tan atrevida y por momentos exagerada que es precisamente lo que genera tanto la afinidad como el rechazo.
Sinatra lo entendió muy bien: ‘quien quiere ser alguien compra un Ferrari, quien ya es alguien tiene un Lamborghini’. Vaya por delante que, aunque nos cueste llevar en algo la contraria al gran Frank, no suscribimos la cita; pero hay algo que sí compartimos: sólo cuando estás realmente seguro de ti mismo desoyes el ‘qué dirán’ y actúas sin complejos. Y para nosotros ésa es la filosofía estética de Lamborghini. Lo que ocurre es que, entre tanto carácter especial… a veces lo práctico brilla por su ausencia. Lo comprobaremos más adelante, pero antes veamos el modelo en detalle.
MANEJÁNDOSE EN LAS DISTANCIAS CORTAS
Por anglosajón que pueda parecer el término, ‘countach!’ procede del dialecto del Piamote. Es una expresión de sorpresa agradable, y es justo la palabra que utilizó Nuccio Bertone cuando observó el prototipo de carrocería que estaban desarrollando para Lamborghini. La anécdota fue tan comentada que al final el coche se quedó con el nombre. Y sí, está justificado. Pero si hay algo que nos sorprende siempre que vemos un Countach es su altura.
Con un anguloso diseño futurista pensado para cortar el viento, el conductor que se atreva con semejante deportivo necesita de una buena flexibilidad para acceder a un habitáculo donde quedará encajonado, preparado para la velocidad. Como no podría ser de otra manera, el Countach se maneja como pez en el agua en todo tipo de carreteras pero… ¿Qué pasa en las distancias cortas? Ahí la cosa cambia…
APARCANDO UN LAMBORGHINI COUNTACH
Al comentar un coche equipado con un 12 cilindros de casi 400 Cvs lo menos interesante es hablar de cómo se aparca, aunque esto es ciertamente novedoso. Cuando dejas de conducir, hay que estacionarlo como si fuera un simple utilitario. Lo malo es que no es nada práctico: la luneta trasera es casi inexistente, por lo que el campo visual trasero se reduce a lo mínimo.
En el vídeo que insertamos a continuación vas a poder ver que, si para exprimirlo hay que ser sin duda un piloto, para aparcarlo hay que ser todo un contorsionista. Medio cuerpo fuera… mejilla apoyada en la carrocería… hacer uso del par motor… y mucho ojo con no destrozar los bajos contra el bordillo. Está claro que no es fácil de manejar en distancias cortas pero… ¿A quién le importa eso cuando tienes entre las manos el volante de uno de los Lamborghini más excitantes de la historia?