Cuando pensamos en la instalación de cristales laminados en los coches, solemos fijar el recuerdo en la décadas de los ochenta y noventa. Ésas en las que los ecos de Koenig Specials resonaban desde Alemania, incitando al tuning a toda una juventud que veía en las modificaciones tan vistosas como poco efectivas la virtud del automovilismo. Sin embargo, lo cierto es que los cristales laminados ven su origen en un contexto bien diferente: el de la edad de oro de los grandes de Detroit. Justo en la década de los cincuenta, durante la cual aparecieron los automóviles más espectaculares en la historia de los Estados Unidos.
Lejos de equipar a los Opel Calibra reinantes en los aparcamientos de discoteca, los cristales laminados se montaron por primera vez en los Chevrolet, Buick o Cadillac de finales de los cincuenta. Una panoplia de grandes marcas que, de hecho, se extendía hasta la memorable Packard, absorbida de aquellas por el gigante General Motors, el cual ofrecía como opción los E-Z-Eye Safety Glass en todos los modelos de sus filiales.
Enormes, con fácil acceso al habitáculo y una conducción sencilla y relajante los grandes americanos del momento no escatimaron en la introducción de extras destinados a una travesía “de salón con ruedas”. Algo en lo que cuadran a la perfección los cristales laminados, ya que permitían un ambiente más refrescante para los pasajeros, liberándolos de la exposición directa a un sol que, a lo largo de las extensas carreteras como la Ruta66, podía hacer que incluso el más curtido acabase con alguna que otra insolación. Una primera ventaja que extendió el uso de los E-Z-Eye Safety Glass a miles de automóviles del momento.
LAMINADO DE LUNAS EN LOS CINCUENTA. NO SÓLO PROTECCIÓN SOLAR
La protección contra el sol es una primera ventaja que salta a la vista. Sin embargo, la instalación del laminado de lunas en los cincuenta no sólo se hizo por comodidad. De hecho, se hizo principalmente por seguridad. Algo que va marcado en el propio nombre de la filial que producía las láminas para la General Motors: E-Z-Eye Safety Glass. Una proveedora de Toledo (Ohio) con la mira puesta en la seguridad por varios motivos. El primero tiene que ver con la gran cantidad de deslumbramientos responsables de no pocos accidentes. De hecho, muchas de las láminas no eran a cristal completo, sino que tan sólo se colocaban en la parte superior del mismo para evitar esa falta de visibilidad producida por un punto de luz en posición contraria.
El segundo tiene que ver con la seguridad en caso de rotura del cristal. Algo de lo que, afortunadamente, nos hemos ido olvidando gracias a los avances en seguridad, pero que de aquellas suponía una verdadera pesadilla en caso de choque. Y es que no eran pocos los pasajeros degollados por grandes trozos de cristal actuando a modo de guillotina. Una estadística escabrosa acompañada por otra que actuaba a largo plazo, ya que se registraron casos de muerte por cáncer años después de accidentes en los cuales decenas de pequeños trozos de cristal quedaban alojados bajo la piel de los accidentados.
Recordatorios escalofriantes sobre lo necesario que resultaba mejorar la seguridad respecto a la rotura de los cristales. Algo en lo que el laminado de lunas se implicaba sellando el cristal, haciendo que éstos se rompan de forma controlada, lejos de expulsar con fuerza centenares de pequeñas esquirlas o grandes trozos de perfil afilado. Casos tan sangrientos que incluso el propio Perry Mason fue fichado para promocionar los E-Z-Eye Safety Glass junto a su secretaria Della Street y el detective de homicidios Arthur Tragg. Todos personajes de la popular serie policíaca basada en las novelas de Stanley Gardner.
SETENTA AÑOS DESPUÉS DE E-Z-EYE SAFETY GLASS
“E-Z-Eye tiene una composición química especial que filtra un alto porcentaje de la radiación solar, dando a la luna de seguridad un agradable tinte azul verdoso, evitando que el calor se arroje sobre usted. Es lo mejor tras el aire acondicionado”. Así se publicitaba el laminado de lunas en los cincuenta, insistiendo en la resistencia a la luz solar pero también en la seguridad. Ventajas de estas láminas hechas a partir de sustrato de poliéster, las cuales son diferentes a los cristales tintados, ya que éstos últimos vienen de una pieza mientras que el laminado se basa en adherir a la luna este extra.
Un extra que, pasadas las décadas, ha ido ganado terreno hasta el punto de ser común en la mayor parte de los coches de serie. Algo en lo que influye otra ventaja no mencionada hasta el momento: la privacidad. Eso si, siempre teniendo en cuenta que la legislación prohíbe laminar el parabrisas y las ventanillas laterales delanteras. Huecos por donde, a pesar de pasar la luz solar sin filtro, no entra la suficiente como para anular la bajada de temperatura producida en el interior del vehículo gracias a las lunas sí laminadas. Otra ventaja más, ya que de esta forma los plásticos y tapicerías del coche tenderán a una mejor conservación.
Una serie de características que, aunque muchos tilden de recién llegadas y por tanto alejadas del mundo de los clásicos, son en realidad una mejora ya instalada de forma masiva en los automóviles de la General Motors hace casi 70 años. Ya sabes, hasta el sagaz criminalista de Los Ángeles los llevaba.
Fotografías: E-Z-Eye.