Tras años de incertidumbre Lancia ha confirmado su vuelta a los concesionarios gracias al nuevo Ypsilon. Un modelo urbano y eléctrico con el cual la histórica casa italiana pretende proyectarse a futuro al tiempo que acompaña este lanzamiento con la noticia de su regreso a la competición; competición que, como no podía ser de otra manera, será en el ámbito de los rallyes gracias a una versión tricilíndrica que -desgraciadamente- no llegará al público junto a la opción electrificada.
Asimismo, la ampliación de la gama relativa al Ypsilon tendrá como novedad la llegada en 2025 de una variante HF. Sí, ni más ni menos que la resurrección de estas míticas siglas aun siendo sobre la carrocería de un vehículo sin motor de combustión.
Una apuesta arriesgada con la cual sin duda se levantarán ampollas entre los más “petrolhead” aunque, al mismo tiempo, quizás nos llevemos una grata sorpresa en materia de deportividad eléctrica -porque sí, la hay y además con incuestionables entregas de par en el acto-.
Dicho esto, lo que posiblemente no sepa una parte de esa misma afición con tendencia a rasgarse las vestiduras es el significado mismo de esas dos letras sobre la parrilla de los Lancia más prestacionales. Algo con raíces en el lejano 1960, cuando un grupo de entusiastas fundó en torno a la marca el club High Fidelity.
AÑOS CINCUENTA, DE LA ESPERANZA AL CIERRE
En 1954 la escudería Lancia vivía un momento excelente gracias a la presentación de los monoplazas D50, Diseñados por Vittorio Jano, estos gozaban de un novedoso y eficaz reparto de pesos logrando no sólo un equilibrio perfecto entre ambos ejes sino también un llamativo centro de gravedad al colocar el árbol de transmisión en posición diagonal dejando así hueco para rebajar la altura del puesto de conducción.
Además los D24 iban conquistando victorias clave en el Mundial de Marcas -Targa-Florio, Mille Miglia, Panamericana…- a fin de posicionar a Lancia como una de las referencias indiscutibles en lo más granado del automovilismo deportivo junto a Ferrari o Maserati.
No obstante, la mala situación económica de la empresa forzó la venta de la misma a la familia de industriales cementeros Pasenti, quien la adquirió en 1955 clausurando al momento el programa de competición a fin de centrarse en la producción de automóviles turismo con los cuales reflotar las finanzas.
Eso sí, el legado de la marca no cayó en balde pues tan sólo cinco años más tarde Cesare Fiorio -hijo del responsable de comunicación en Lancia y futuro peso pesado para el automovilismo de competición en Italia- creó en Turín el club HF; llamado así por la “alta fidelidad” necesaria para el ingreso en el mismo al ser requisito el haber comprado a fábrica un cierto número de unidades Lancia.
HF LANCIA, SALTO A LAS CARRERAS
Lo interesante de aquel club de propietarios Lancia es que iban mucho más allá de la simple remembranza de la marca. Así las cosas, en 1963 estrenaron las actividades deportivas de la HF Squadra Corse teniendo como primer hito reseñable su participación en el Montecarlo del año siguiente.
A partir de aquí una serie de buenos resultados en carreras de prestigio -como la octava posición en el Tour de Corse de 1965- despertaron el interés de la propia Lancia, la cual accedió a apoyarlo de manera oficial regresando así a la competición aun externalizando su programa de competición en un equipo privado.
Es más, en 1966 la gama Fulvia se hacía eco de todo esto con la primera versión prestacional bautizada bajo el apelativo HF; el indiscutible inicio de una larga saga que, a la postre, llegaría a lo más alto del WRC durante los años dorados del Delta. En fin, una herencia de prestigio en la cual quiere mirarse la nueva y electrificada Lancia; estaremos a la espera.
Nota: respecto al pequeño elefante corredor con el cual a veces se acompaña a las sigas HF hay que reseñar cómo éste apareció durante los años cincuenta al ser creado por Gianni Lancia -hijo del fundador y a la sazón último director de la marca antes de ser comprada por los Pasenti-, quien lo consideraba un auténtico amuleto de la suerte ya que si bien un elefante no corre con facilidad cuando inicia su marcha rápida nadie es capaz de pararlo.