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Leyland P76, un fracaso inglés en las antípodas

Planteado como un coche desarrollado para el mercado australiano, adaptado a los gustos y necesidades del país, y aunque todo apuntaba a que iba a triunfar, terminó siendo un enorme fiasco comercial.

Antes de crear el conglomerado industrial que fue British Leyland, la compañía BMC (British Motors Corporation) tenía una importante presencia en los países de la Commonwealth, incluyendo Australia. La compañía buscaba renovarse a finales de los sesenta, y comenzaron el desarrollo de un nuevo coche pensado para este mercado que competiría directamente con los Ford, Holden y Valiant que allí se fabricaban.

La idea que BMC Australia llevó a cabo en sus últimos años de existencia antes de formar a ser parte de British Leyland, era que la compañía debía crear modelos propios y exclusivos para este mercado, en lugar de crear versiones australianas de coches ya existentes como se venía haciendo hasta entonces.

El plan original era que Australia fabricase dos berlinas, una de tamaño medio, y otra grande. Tras una visita de los ejecutivos australianos a Reino Unido en 1968 decidieron que el Morris Marina, que aún estaba en desarrollo, sería la berlina de tamaño medio que fabricarían en el hemisferio sur, iniciando en marzo de 1969 el diseño del futuro sedán de grandes dimensiones.

Gama del Leyland P76.
Gama del Leyland P76.

DISEÑO ITALIANO PARA UN COCHE INGLÉS EN AUSTRALIA

Con un presupuesto limitado de 21 millones de dólares australianos de la época, y con el objetivo de realizar todas las labores de ingeniería en Oceanía, el coche terminaría heredando muchos componentes mecánicos ya existentes en otros productos de British Leyland, algo más que lógico si querían hacer de este proyecto algo rentable.

Desde la división australiana de la compañía habían determinado que la futura berlina tenía que ser de motor delantero y propulsión trasera. Del diseño se encargó Giovanni Michelotti, figura habitual en BMC, y el coche que ideó terminó guardando un gran parecido con el Triumph Puma, en lo que fue su propuesta para lo que pudo haber sido un SD1 alternativo.

Triumph Puma, prototipo de Michelotti.
Triumph Puma, prototipo de Michelotti.

La parte frontal de lo que terminó siendo el Leyland P76 resultó muy similar al prototipo del Puma. La trasera fue rediseñada por David Beech, director de desarrollo y producción de la división australiana de la marca. El coche tenía una característica forma de cuña, con un enorme maletero capaz de transportar un bidón de 166 litros, algo que al parecer los conductores australianos demandaban.

UN DESARROLLO INSUFICIENTE PARA UN COCHE CON POTENCIAL

El nuevo coche australiano se presentó en el verano de 1973 con el nombre de Leyland P76, una decisión de lo más curiosa ya que se podría haber comercializado como Austin, Morris, Triumph entre un largo etcétera, pues Leyland era una marca que se reservaba para furgonetas, camiones y otros vehículos industriales.

El P76 compartía muchos componentes con otros modelos de British Leyland, pero este coche contó con una versión única del motor V8 de aluminio de origen Buick que Rover empleaba, aumentando la cilindrada hasta los 4.416 centímetros cúbicos y desarrollando 192 CV de potencia.

En Australia estaban acostumbrados a motores de más de cinco litros para berlinas de este tipo, pero la realidad fue que el P76 de menor cilindrada rendía más potencia que algunos de sus competidores más directos. En los modelos más básicos se ofreció un motor de seis cilindros en línea de 2.663 centímetros cúbicos y 121 CV, y también se planteó desarrollar un V6 a partir del V8 de Rover, cortando los dos cilindros traseros.

El P76 se planteó como un coche robusto y sencillo. El Leyland gustó a la prensa, ganando el premio de la revista Wheels a coche del año en 1973, además de lograr muy buenos resultados en la Copa del Mundo de Rallyes de 1974, logrando una victoria en la Targa Florio que la marca celebraría con una edición limitada.

Leyland P76 edición Targa Florio.
Leyland P76 edición Targa Florio.

Pero el lanzamiento P76 no pudo ser más desafortunado, coincidiendo con el inicio de la crisis del petróleo y un controvertido gobierno que hizo que la inflación azotase con dureza al país, provocando huelgas por todo el país, incluyendo la planta de producción de Leyland Australia.

La fabricación del modelo cesó en octubre de 1974, poco más de un año después de su presentación, aunque la fabricación se reanudó brevemente en Nueva Zelanda hasta 1975. En total se fabricaron solamente 18.007 Leyland P76, costando más de 15 millones de libras en pérdidas a la compañía.

RAREZA ENTRE RAZERAS: VERSIONES COUPÉ Y RANCHERA

La efímera vida comercial de este modelo australiano hizo que cualquier plan de lanzar nuevas versiones no llegase a materializarse. Michelotti ya había trabajado en una versión coupé de tres puertas que haría del P76 un muscle car a la australiana. Se iba a haber comercializado como P76 Force 7 V y se llegaron a producir diez unidades en Australia, de las que ocho salieron a la venta en subasta y sin bastidor, pero lograron matricularse posteriormente.

Como curiosidad, uno de estos coches se llevó a Reino Unido en secreto y se empleó como banco de pruebas durante el desarrollo del Rover SD1. Se estima que se llegaron a fabricar al menos 56 coupés, pero fueron destruidos por la compañía para aumentar el valor de los coches subastados. La buena noticia es que las unidades que se salvaron de ser aplastadas sobreviven a día de hoy.

Los planes eran comercializar el Force 7 V y una variante familiar del P76, llegando a fabricar de esta última al menos tres unidades, dos de las cuales fueron destruidas en pruebas de colección, con la superviviente vendida en subasta junto a los coupés. Como curiosidad a señalar de esta variante es que las puertas traseras son distintas del sedán, una decisión que hubiese aumentado el coste de producción de haberse llegado a comercializarse.

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Escrito por Javillac

Esto de los coches le viene a uno desde niño. Cuando otros críos preferían la bicicleta o el balón yo me quedaba con los cochecitos de juguete.
Recuerdo aún como si fuese ayer un día en el que nos adelantó un 1500 negro por la A2, o la primera vez que vi un Citroën DS aparcado en la calle, los paragolpes cromados siempre me han gustado.

En general me gustan las cosas anteriores a la época en la que yo nací (hay quien dice que estoy reencarnado), y en el top de esa lista están los coches, que junto a la música, hacen la combinación ideal para un rato perfecto: conducción y una banda sonora acorde al coche correspondiente.

En cuanto automóviles me gustan los clásicos de cualquier nacionalidad y época, pero como mi debilidad están los coches americanos de los 50, con sus exageradas formas y dimensiones, razón por la que mucha gente me conoce como "Javillac".

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