El año es 1955, y en Estados Unidos se luchaba una guerra entre fabricantes por ver quién era capaz de diseñar el automóvil más espectacular. Si bien los modelos en serie fabricados en aquella época eran fascinantes de por sí, los prototipos daban la oportunidad a las marcas de alardear sobre lo que serían capaces de crear en un futuro, dando rienda suelta a la imaginación del público.
Así nació el Lincoln Futura, prototipo presentado en el Salón del Automóvil de Chicago de 1955 y que logró dejar boquiabiertos a los asistentes gracias a su futurista aspecto sacado de la era espacial y a su característico habitáculo compuesto por dos cúpulas que recuerdan a un avión supersónico. Claramente uno de tantos ejemplos de aquel momento del “coche del mañana”.
Coincide también este periodo con una buena relación entre Estados Unidos y una España que comenzaba a salir del aislamiento internacional tras dar la bienvenida a Míster Marshall y permitir al Tío Sam que estableciese bases militares en la península. Esto convirtió al país en un destino clave para celebridades como Cary Grant, Ava Gardner u Orson Welles, ya que en los años cincuenta España se convirtió en uno de los lugares preferidos para las grandes productoras de Hollywood.
EL COCHE DEL FUTURO EN LA ESPAÑA DE 1958
Nos situamos pues en 1958, cuando la Metro-Goldwyn-Meyer decide grabar una comedia romántica en varias ciudades españolas. La película se titula “Empezó con un beso”, y tiene a Glenn Ford y Debbie Reynold como protagonistas, pero junto a ellos aparece una gran estrella que no viene citado en los créditos; el Lincoln Futura.
Para la filmación el coche se pintó de color rojo, y no tiene más razón de ser en la trama que ser el medio de transporte de los personajes principales, aunque tiene bastantes apariciones en pantalla. La historia trata sobre un sargento estadounidense destinado en España junto a su querida y su llamativo coche futurista que gana en un sorteo con el que hacen turismo por el país.
El Lincoln llega por barco al puerto de Cádiz, para posteriormente dirigirse a Granada paseando por las calles del Albaicín con un haiga de 5,76 metros de largo y 2,14 metros de ancho donde son recibidos por una tradicional jota aragonesa que debió parecer lo suficientemente andaluza a los productores de la película.
También pasan por Madrid, deteniéndose en el Paseo de la Castellana, donde el Lincoln es rodeado por una multitud de españolitos de a pie que quedan fascinados con el coche, para después dirigirse al Hotel Palace escoltados por la policía pasando antes por el Palacio Real. También hay tiempo para ir a Segovia pasando por debajo del famoso acueducto mientras les sigue el también espectacular Mercedes-Benz 300 SL Roadster de uno de los personajes principales.
EL LINCOLN FUTURA CONVERTIDO EN ICONO
La película se estrenó en 1959 y tuvo bastante éxito, pero tampoco fue un fenómeno de masas que reventase la taquilla, por lo que parecía que el Lincoln Futura había tenido sus cinco minutos de gloria en la gran pantalla y que pasaría, al igual que otros tantos prototipos, a quedar relegado al pasado y ser olvidado.
Poco tiempo después el coche pasa a manos del preparador y customizador de automóviles George Barris, que compra el Futura directamente a Ford por un dólar ya que nunca tuvo papeles, pero de cualquier manera es un precio inmejorable por un modelo de carrocería Ghia que costó más de 250.000 dólares de la época.
A mediados de los años sesenta Barris recibe la orden de diseñar un Batmóvil para la serie de televisión de Batman que se estrenó en 1966, y el Lincoln Futura fue el coche ideal para dicho cometido, no sin antes someterse a unas cuantas modificaciones estéticas. Fue en este papel cuando el coche alcanzó la fama internacional, pero no conviene olvidar su primera aparición ante cámara, aunque sea por tener una cápsula del tiempo de cómo era la España de 1958.
Imágenes: “Empezó con un beso” (1959), Ford, Warner Bros