Pocos coches hay más controvertidos y a la vez tan queridos como el DeLorean DMC 12. Su millonario desarrollo y su fabricación en Irlanda del Norte llevaron a John DeLorean a la ruina, lo que provocó una serie de decisiones que dañaron para siempre la reputación del ejecutivo, y que lo llevó a sentarse ante un tribunal acusado de tráfico de drogas.
La fabricación casi efímera del denominado como “deportivo ético” se llevó a cabo entre 1981 y 1983, y probablemente, de no ser por una de las películas de mayor éxito en taquilla de aquella década, Regreso al Futuro de 1985, el coche hubiese sido olvidado.
Pero el caro precio del DeLorean, unido a unas prestaciones decepcionantes y algunos problemas de calidad hicieron que el coche fuese un enorme fracaso. Pero la idea de fabricar estos vehículos en oro de 24 quilates es anterior a su inicio de producción.
UNA IDEA DE AMERICAN EXPRESS
Los años ochenta fueron una década de excesos de todo tipo, y para las navidades de 1980 la entidad financiera American Express anunciaba en un catálogo un deportivo futurista cuya producción no había comenzado cubierto en oro de 24 quilates, del que dijeron ser “el coche más lujoso del mundo”.
En el catálogo en el que aparecía el DeLorean de oro American Express decía que no se llegarían a producir más de cien unidades de esta serie tan exclusiva del deportivo. Las condiciones era tener una cuenta bancaria con dicha compañía y un depósito inicial de 10.000 dólares, aunque el precio final era de 85.000 dólares, que equivalen a la elevada cifra de 317.500 dólares en 2023.
No es ninguna sorpresa, pero nunca se llegaron a fabricar cien unidades del DeLorean de oro de 24 quilates. La realidad fue que solamente dos de estos coches de precio prohibitivo se llegaron a vender a través de la promoción de American Express y corresponden a los bastidores 4300 y 4301.
Se llegó a fabricar un tercer coche dorado en la factoría de DMC en 1983, basado sobre una unidad ya existente, pero con el bastidor 20105, se le sustituyeron los paneles de acero inoxidable por piezas cubiertas de oro que se habían creado como recambios.
RÉPLICAS COSTOSAS
Puede sorprender por el alto precio que supone recubrir un automóvil de oro, pero hubo quien recurrió a sus propios medios para hacerse con un DeLorean dorado. En 1981 un propietario de Nueva York recurrió a una empresa para galvanizar el oro en cada panel de su coche. Aunque esta labor fue complicada el proceso costó 8.000 dólares.
Posteriormente, y menos sonado fue un DeLorean de oro de 24 quilates que se puso a la venta en una revista en 1990. Pese a que el coche estaba cubierto del metal preciado, resultó ser una copia, por detalles como el frontal plateado, demostrando paradójicamente, que no es oro todo lo que reluce.
No es para nada raro, pero cabe mencionar que, dado el alto valor que tiene el oro, y la condición de icono de los ochenta que tiene el DeLorean, todos los coches mencionados en el artículo sobreviven a día de hoy, todas las unidades cuentan con muy pocos kilómetros, incluidas las réplicas, y las originales son custodiadas en museos de Estados Unidos.