Omega Lotus, el coche que quisieron prohibir por ser demasiado rápido. Qué leyenda tan mágica y tan fascinante, ¿verdad? Es un tema recurrente cuando se habla de este coche, peto, ¿por qué era tan rápido? ¿Realmente era “demasiado rápido»? Es más, ¿existen de verdad coches “demasiado rápidos”? Muchos aficionados pensarán que no hay coche demasiado rápido, sino carretera -o circuito- demasiado corta, y esa es, posiblemente, la razón de la leyenda, la cual, nació en Reino Unido.
Las leyendas y los mitos alrededor del automóvil son numerosas y, en ocasiones, relacionadas con épicas batallas en competición o bien, con modelos altamente prestacionales. Historias llenas de pasión, pero también de mucha fantasía potenciada por los aficionados, que viene a ser lo que nos ocupa, pues todo gira en torno a unas prestaciones de órdago que sirvieron para que unos ladrones llevaran a cabo una serie de rodos en los alrededores de Birmingham.
Unos robos que se hicieron famosos rápidamente por la incapacidad de la policía de atrapar a los ladrones -al volante de coches como un Austin Metro o un Opel Astra con motor diésel- y porque anteriormente, periódicos como el Daily Mail llegaron a afirmar que se trataba de un coche demasiado rápido para ser vendido al público, al tiempo que la Asociación de Jefes de Policía aseguraba que era “una escandalosa invitación a la velocidad”.
Todo lo que ocurrió alrededor de este coche fue de lo más llamativo, pues por aquellos años ya había automóviles igualmente rápidos, aunque muy pocos con una carrocería tipo sedán o con un precio “tan bajo” como el Lotus Omega -Lotus Carlton en el caso de las unidades con volante a la derecha-. Por su precio no había nada ni remotamente parecido y nada mejor para ilustrar la situación que algunos datos: 284 km/h, 0 a 1.000 metros en 24,5 segundos y un 0 a 100 km/h en 5,8 segundos. El Ferrari Testarossa, por poner un ejemplo comparativo, llegaba a los 290 km/h, el kilómetro con salida parada lo completaba en 24,6 segundos y el 0 a 100 km/h en 5,8 segundos.
EL LOTUS OMEGA ERA EL SEDÁN MÁS RÁPIDO DEL MUNDO
La historia del Lotus Omega comienza con la compra de la firma británica por parte de General Motors. Por entonces, Opel llevaba años bajo el amparo del grupo industrial yankee y la llegada de Lotus supuso casi una revolución. De hecho, uno de los primeros proyectos que se pusieron en marcha gracias a la presencia de Lotus en General Motors fue el desarrollo del motor V8 del Chevrolet Corvette ZR-1, aunque en realidad, el desarrollo del Corvette ZR-1 y el Lotus Omega fue casi paralelo. Incluso se aprovechó el desarrollo de unas culatas multiválvulas que tenían en marcha los ingenieros de Opel para un seis cilindros 3.0 destinado, precisamente, al Omega.
Ese tres litros de seis cilindros fue la base para el desarrollo del motor que daría vida al Lotus Omega, un bloque que, con las nuevas culatas, rendía 204 CV y representaba una buena base desde la que partir. La decisión de poner el proyecto en marcha se tomó en 1988 el primer motor ya estaba en banco de pruebas en 1989. Para entonces, se había pasado de los tres litros iniciales hasta los 3.615 centímetros cúbicos, se montaron pistones y bielas Mahle -forjados- y dos turbos Garrett T25 refrigerados por líquido con una presión de sobrealimentación de 0,7 bares.
Por supuesto, había un intercooler aire-agua independiente del circuito de refrigeración, una admisión desarrollada específicamente con un “Dual RAM” para cada tres cilindros, dos catalizadores deportivos… Un trabajo propio de un superdeportivo de finales de los 80, que dio como resultado 382 CV a 5.200 revoluciones y un par de nada menos que 57,9 mkg a 4.200 revoluciones -unos 550 Nm-. Era, sencillamente, una bestia, cuyo poderío se enviaba a las ruedas traseras mediante un cambio mecánico de seis relaciones, cuyo desarrollo en sexta dejaba claro que el coche podía ser excepcionalmente rápido: 68,1 km/h a 1.000 revoluciones -transmisión, por cierto, procedente del Corvette ZR-1-.
Todo ello había que gestionarlo sin ningún tipo de ayuda electrónica, tan solo había un diferencial de deslizamiento limitado mecánico tarado al 45 % –tomado del Holden Commodore V8 australiano– y unas ruedas traseras en medidas 265/40 ZR 17. Es decir, había que tener mucha experiencia con este tipo de coches para poder explotar todo su potencial, aunque algunos medios llegaron a decir que era sorprendentemente fácil de conducir para sus prestaciones, aunque también es cierto que una cosa es “conducir” y otra bien diferente es exprimir los 382 CV de un motor turbo de finales de los 80…
LA LEYENDA DEL LOTUS OMEGA
Con el paso del tiempo las cosas se exageran y se omiten detalles que, por lo general, suelen dejar las leyendas en meros sucesos relativamente coherentes. Por eso, lo mejor es analizar, o como poco, conocer, todos los datos posibles para decidir si la leyenda es tal o es simple exageración.
El Lotus Omega era uno de los sedanes más rápido del mundo a finales de los 80, y sobre eso no hay discusión. El BMW M5 e34, por ejemplo, no podía plantarle cara con sus 315 CV. El Audi RS2 llegó después con otros 315 CV y, por poner otro ejemplo comparativo, el Porsche 911 Turbo rondaba los 300 CV. Solo el Alpina B10 Biturbo, con su seis cilindros en línea biturbo de 360 CV, y el Mercedes 300E 5.6 “Hammer”, con un V8 de 360 CV, se podían poner a su nivel.
Básicamente, no era el único sedán con semejantes prestaciones en aquellos años, así pues, ¿por qué se creó una leyenda tan peculiar a su alrededor? Por un lado, su condición de “coche generalista” hacía que fuera un centro de atención, pues ninguna otra marca “para masas” era capaz de crear algo semejante. Luego había que sumarle las declaraciones de algunos periódicos, las cuales no sabemos muy bien por qué se publicaron y porque decían esas cosas, sin olvidar las palabras que salieron desde la Asociación de Jefes de Policía antes mencionadas. El tema llegó incluso al parlamento británico…
Todo surgió en Reino Unido, donde la cultura del motor está mucho más asentada que en otros países de Europa, lo que resulta todavía más llamativo. No obstante, allí ocurrió un suceso que llevó el coche a las portadas de los periódicos, algo que ya hemos mencionado pero que ahora vamos a detallar.
Allá por 1993, un Lotus Carlton -el Lotus Omega en Reino Unido- con matrícula “40 RA” fue robado en los alrededores de Worcester, un coche que era propiedad de un tipo llamado Richard Austin, quien se compró el coche tras ganar una buena cantidad de dinero con la venta de ordenadores. Una noche, escuchó la alarma del coche y tras salir de la cama e intentar detener a los ladrones -incluso les persiguió al volante de un Renault Espace propiedad de su mujer-, fue testigo de cómo se llevaban su coche.
Tras de denunciar el robo, el coche fue visto involucrado en una serie de robos que aparecieron en todos los periódicos. Se llevaron a cabo un total de 11 robos sin que nadie pudiera detener al ladrón, es más, se decían que ni siquiera el helicóptero podía mantener su ritmo. No obstante, la policía no tenía en su poder vehículos que pudieran, siquiera, seguirle, pues un “simple” Austin Metro o un Opel Astra diésel poco podían hacer. Incluso atracaron un banco a unos 30 metros de una comisaría de policía.
Después de ese robo al banco, el coche, el Lotus Carlton “40 RA” fue encontrado abandonado en un canal cerca Birmingham. No obstante, el coche no fue devuelto a su dueño, sino que fue desguazado. Además, no se pudo vincular a ningún ladrón con el coche ni con los robos en los que participó. El punto final para que la leyenda echará raíces y se vinculara por siempre a un coche que, por cierto, nunca alcanzó los objetivos que se marcaron en la marca.