En octubre de 1974 se presenta a la prensa del motor española una nueva berlina compacta de tres volúmenes de producción nacional. Este automóvil llegaba al mercado tras meses de especulaciones y rumores en diversas publicaciones que ya habían publicado el nombre de dicho modelo; el Renault 7.
En un inicio se había dicho que el coche iba a ser un Renault 5 de cinco puertas con frontal de R12, pero esto finalmente no fue así. Quedaba claro que el coche compartiría gran parte de su ADN con el R5 y que sería un producto intermedio en la gama entre el ya mencionado compacto y el Renault 12. Lo que la prensa no logró adivinar aquel octubre era la sorprendente nomenclatura con la que FASA bautizó al coche: Renault Siete.
RENAULT SIETE, UN NOMBRE EN ESPAÑOL PARA UN COCHE MADE IN SPAIN
Ya a finales de los años 60, Michel Boué, que casi a título póstumo se convirtió en el creador del revolucionario R5, trabajaba en desarrollar otras variantes de este compacto que terminaría por venderse en cifras millonarias hasta mediados de los años 80. Una de estas versiones prematuras era una berlina de cuatro puertas que tomaba al Renault 5 como base, y que ya había sido denominado R7.
Por motivos desconocidos la Regié francesa descartó hacer realidad llevar a la producción esta curiosa propuesta de Boué. Sin embargo, este proyecto que podía haber caído en el olvido fue rescatado por FASA Renault poco tiempo después, a la vez que las primeras ventas del Renault 5 despegaban con gran popularidad vaticinando un éxito histórico.
De esta manera esta pequeña berlina se convirtió en el primer Renault desarrollado y fabricado fuera de Francia, aunque el país colaboró para crear una variante del motor Sierra para el mercado español de 1.037 centímetros cúbicos y que nacía por razones fiscales. El nuevo modelo salió al mercado como Renault Siete, no solo para poner énfasis a su exclusiva fabricación en España, también para que no se asociase a los otros productos de Renault con nomenclatura numérica.
EL PASO DEL R-SIETE AL R7
Resulta curioso entonces que, en el otoño de 1978 y con la mirada puesta en la temporada de 1979, coincidiendo con la mayor actualización estética del modelo el coche pasase a denominarse comercialmente Renault 7, portando unos nuevos anagramas que daban fe de que esta berlina era ahora una más de la familia del rombo. Aunque curiosamente en la ficha técnica seguían figurando como Renault Siete.
Uno de los motivos por los que se cree que se llevó a cabo este cambio de nomenclatura fue la aceptación que el modelo tuvo en España, ya que para 1978 ya se habían vendido más de 100.000 unidades, cifras más que respetables pero muy alejadas del R5 que en proporción se vendía casi diez veces más. Así pues, Renault decidió sumarlo a la mítica saga de coches numéricos hasta el final de su producción en 1982, dejando al Renault Siete, y a su peculiar nombre, como uno de los clásicos más curiosos a nivel nacional.
Imágenes de Renault y archivo Javier Ramiro.