En ocasiones, cuando un fabricante presenta su última novedad y vemos esas formas, ese diseño que parece haberse hecho con los ojos vendados… ¿Acaso nadie se ha dado cuenta que eso es una mier**? A todos nos ha pasado alguna vez, hemos visto algo que no nos gusta, que no cuadra con nuestra idea de algo estético que, sin embargo, a muchas otras personas sí les gusta. ¿Por qué? Pues no lo sabemos, evidentemente, porque, como se suele decir, para gustos los colores.
Diseñar un coche no es tarea sencilla, ahí tenemos algunos modelos actuales cuyas líneas son cuanto menos polémicas, otros con diseños recargados y abarrotados de líneas, mientras que otros ofrecen limpieza y sencillez en sus formas. Hay que ofrecer algo que guste a mucha gente, pero al mismo tiempo y he aquí lo realmente complicado, hay que cumplir con las exigencias de los directivos, con las normativas internacionales y por supuesto, no superar el presupuesto previsto.
Obviamente, son cosas que pasan a un segundo plano cuando te propones fabricar tu propio coche, teniendo también que diseñarlo. Ya no hay directivos a los que convencer, ni normativas que cumplir y además, tampoco hay que limitarse a un presupuesto concreto ya que todo sale de nuestro bolsillo y no hay que darle explicaciones a nadie (al menos si eres soltero, claro). Por eso, quizá, los coches fabricados por aficionados son tan extraños y tan llamativos, no se han basado en nada más que su propio gusto y eso, a veces, tiene consecuencias muy curiosas.
Por eso, ¿Qué ocurría si un escritor de ciencia ficción diseñara su propio coche? ¿Y si además ese escritor es también ingeniero aeronáutica? Efectivamente, puede ser algo realmente extraño y llamativo, quizá con soluciones locas o, por el contrario, yendo a por cosas probadas y fiables. Se trata de una combinación, la ciencia ficción y la ingeniería, que puede ser muy prometedora, pero también, una locura, ¿verdad?
Todo fabricado en el garaje de casa, como buen aficionado yankee
Dean Ing, un veterano de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, ingeniero aeroespacial y un profesor universitario que tenía un doctorado en teoría de las comunicaciones, más conocido por sus libros de ciencia ficción orientados a la supervivencia y a la técnología, tiene la respuesta a dichas preguntas. O mejor dicho, respondió esas preguntas en la década de los 60 creando el Mayan Magnum, un coche diseñado y fabricado por un ingeniero escritor de ciencia ficción. Dean disfrutó de su creación durante muchos años, hasta su fallecimiento en junio de 2020, cuando el coche pasó a menos de sus familiares quienes lo pusieron a subasta (apareció en Road & Track en septiembre) pero no se alcanzó la reserva y el coche no se vendió.
Toda la construcción del coche se llevó a cabo en el garaje de casa, donde Dean también inventaba y creaba toda clase de cosas que acababa regalando a terceras personas. Nunca registró nada ni cobró por ellas, su objetivo era disfrutar con el diseño y la creación y que luego, el resto pudieran disfrutar de sus creaciones. Todas menos su coche, el Mayan Magnum, que usaba de vez en cuando, sobre todo para los desfiles navideños en su pueblo adoptivo, en Ashland Oregón.
Mirando el coche detenidamente, te das cuenta que en realidad no sorprende a nadie cuando se dice que su diseñador y además, también su fabricante, era un ingeniero que se ganaba la vida escribiendo historias de ciencia ficción. Sus formas son “muy sesenteras”, pero muy poco convencionales. El frontal es largo, con líneas muy suaves pero sin aberturas de ningún tipo. También es muy bajo, provocando que los huecos para las ruedas destaquen mucho en la fisionomía general del frente.
El techo parece dibujado por Zagato, con dos grandes burbujas que esconden las visagras de las puertas, dos alas de gaviota que abren la entrada a un exiguo habitáculo con dos asientos y dominado por el color marrón. Un marrón suave, casi como el café con leche, con asientos sin reposacabezas y equipados con cinturones de dos puntos (de cintura, como en los aviones), con dos tiras adicionales que se sujetan en el respaldo y pasan por encima de los hombros para conectarse a la altura de la cintura.
Situados en la parte trasera todo es menos ingenioso, con dos simples pilotos circulares colocados sobre un gigantesco capó que bascula en el centro del coche. Una vez levantado, deja ver los entresijos de la zona trasera por completo e incluso permite acceder al habitáculo ya que no está separado del motor por ninguna mampara. El propio Ing comentó en una ocasión que el diseño de la carrocería estaba inspirada por el Glöcker Porsche, construido para correr la Mille Miglia de 1954.
Motor colgado tras el eje trasero, fibra de vidrio, madera de balsa, epoxi…
Todo ese llamativo diseño esconde algunas cosas muy interesantes y que solo se le habrían ocurrido a un ingeniero, pero no a uno cualquiera, sino a uno especializado en aeronáutica. La carrocería del Mayan Magnum está fabricada con fibra de vidrio, un elemento que Dean pudo trabajara y moldear en su propio garaje, no como el acero o el aluminio, aunque también hay de estos materiales, incluso titanio, el epoxi o la madera de balsa.
Dicha carrocería se monta sobre un chasis tubular cuya base procede de un Volkswagen Escarabajo, mientras que la suspensiones son de Porsche. No está claro que modelo de Porsche es el origen de esa suspensión, pero por fecha de fabricación de este extraño automóvil y dado que monta elementos del chasis del escarabajo, seguramente sean suspensiones de un Porsche 356. De hecho, es posible que el 356 también fuera el modelo del que se tomó el motor, según los datos que se pueden encontrar, aunque actualmente no monta dicho propulsor.
Actualmente, el Mayan Magnum equipa un bloque procedente del Chevrolet Corvair, un seis cilindros boxer con 2.296 centímetros cúbicos y 84 CV, que está colgado por detrás de las ruedas traseras. Es decir, tiene un motor boxer colocado como en el Porsche 356 y en el Volkswagen, aunque en esta ocasión es de origen yankee. De todas formas, la historia del Corvair merece un poco de atención, pues el Volkswagen Escarabajo tiene parte de protagonismo.
El coche fue restaurado recientemente, pero no se conservó el color original, un tono verde que ha dejado paso al blanco. El resto se ha mantenido original, como las llantas lenticulares de 15 pulgadas o el tapizado del habitáculo.