Nunca está bien comenzar un artículo como quien comienza un alegato de defensa. Eso invita a poner entredicho la veracidad de lo que está por venir, a dudar del interés de aquello en lo que vamos a invertir unos minutos de lectura. Sin embargo, en este caso no queda otro remedio, ya que el protagonista del artículo es un automóvil de tan sólo 21 años. De hecho, con esta antigüedad siquiera podemos considerar a este Miata barchetta un clásico. No obstante, todos sabemos que dentro de los clásicos existen ciertas categorías algo flexibles.
La primera es que, por lo especial de su concepción, algunos automóviles no se hacen clásicos, sino que se catalogan así desde su aparición. Es el fenómeno del “nacido clásico”; un recurrente tópico periodístico con el que adornar el texto sobre la presentación de no pocos Ferrari o Aston Martin. La segunda podemos verla en la prensa sobre clásicos todos los meses, siempre que se reseña un coche de fabricación actual por su claro tributo a este o aquel mito de hace décadas. Motivo por el cual abundan no sólo las publicaciones sobre diversos restomod, sino también las referentes a los nuevos modelos tributarios a las líneas y nombres del pasado.
Para nosotros, este Miata Barchetta del año 2000 cumple ambas. La primera porque su concepción como un prototipo hecho a capricho lo alza a la categoría de clásico contemporáneo. Y la segunda porque, a pesar de la abundancia de barchettas que están apareciendo últimamente, pocas entregan un tributo tan logrado a las originales de los cincuenta como ésta. Así las cosas, no hay duda de que que, a pesar de que esto sea una revista de clásicos, el Mazda MX5 Monoposto del 2000 es un prototipo de lo más interesante para no pocos aficionados a los coches con la solera del tiempo.
MIATA BARCHETTA MONOPOSTO. HOMENAJE A LA VIEJA ESCUELA
Buena parte de la leyenda creada en torno a Ferrari viene del éxito de sus primeros coches de competición. Una larga serie de ligeros automóviles hechos a mano a partir del chasis tubular concebido por Aurelio Lampredi, posteriormente vestidos por carroceros como Touring o Allemano. Se denominaron con el número 166, al que se añadieron diversos adjetivos según la evolución o carrera para la cual estuvieran pensados. Por ello, los destinados a la Mille Miglia recibieron el apelativo de Ferrari 166 MM. Posiblemente uno de los cavallinos más laureados y celebrados de la historia. Y también responsables del surgimiento de las barchettas.
Y es que, carentes de techado o casi cualquier elemento por encima de la linea lateral de la carrocería, estos coches parecían barcas a cielo abierto. Un símil náutico pronunciado por Gianni Agnelli al ver los 166 MM, quedando para la historia tan acuático nombre al hablar de los deportivos donde lo más sobresaliente es la cabeza del piloto. Deportivos que fueron mayoritarios a finales de los cuarenta, hasta ser sustituidos por el techado de los imponentes GT en carreras como Le Mans durante los cincuenta y sesenta. Sin embargo, su estética quedó fijada en el acervo colectivo como la línea de un tiempo heroico en el automovilismo clásico.
Es por ello que, pasadas las décadas, marcas como Mazda echaron mano de la nostalgia para reivindicar la barchetta. Una estrategia lógica en el caso de la empresa nipona. Ya que su MX5 de 1989 bebe directamente de la ligereza y reducido tamaño de aquellas barchettas. Un claro tributo a las mismas, el cual ha conseguido ser el descapotable más vendido de todos los tiempos gracias a su excelente diseño y alegre comportamiento. La fusión perfecta entre aquellos deportivos como el 166MM y el principio japonés del Jinba-ittai, según el cual jinete y montura han de ser uno.
MONOPOSTO 2000. UNA DE LAS VARIAS MAZDA BARCHETTA
La primera de estas Miata barchetta fue la M Speedster Concept de 1995. Un primer intento que, aún nacido como ejemplar aislado, parece estar pensado para su fabricación en serie gracias a detalles como el parabrisas, los arcos de seguridad y las puertas del modelo de serie. Elementos ausentes en el radical Monoposto del 2000. Aquí el parabrisas es una pequeña luneta testimonial, el arco de seguridad apenas se eleva del asiento unos centímetros y las puertas pasan a ser casi inexistentes. Una arriesgada apuesta de diseño sin concesiones a la homologación, la cual se parece bastante a lo que Ferrari ha hecho hace poco con sus Monza SP1 y SP2.
Una radicalidad que no sólo quedó en la estética. Ya que el Miata Barchetta Monoposto modifica el1’8 litros de la segunda generación del MX5 para subir hasta los 187CV gracias a un turbocompresor HKS, colectores especiales y un escape central en acero inoxidable. Todo un capricho que se ciñó a su papel como operación publicitaria en el marco del SEMA Las Vegas. Jamás pasando a la producción en serie. Algo en lo que coincide con sus tres sucesores, también simples operaciones de marca presentadas en eventos como el SEMA o la Feria de Frankfurt.
Los últimos de estos Miata barchetta son los MX5 Speedster del 2015 y su evolución EVO Concept del 2016. Dos creaciones con las que Mazda ha querido resaltar la posibilidad de personalizar su deportivo más icónico sin que éste pierda su esencia. Algo que se entiende especialmente bajo la lógica del mercado norteamericano, donde es tan importante la industria de las modificaciones. No obstante, y más allá de cualquier análisis práctico que podamos hacer, lo cierto es que el Mazda Miata barchetta Monoposto del 2000 es una de las criaturas a cielo abierto más deliciosas de las últimas décadas.
Fotografías: Mazda