Vista en perspectiva, la aparición del Mercedes 170D en 1949 bien puede ser uno de los momentos más interesantes para la evolución de los motores en Europa. Y no, no es que inventase nada nuevo; pero sí al menos lo puso por primera vez al alcance de un público más o menos generalista gracias a estar enclavado en la gama de acceso al fabricante germano.
Hablamos de su motor diésel, el cual no fue el primero en la historia de la marca pero sí el responsable de ofrecer, en plena posguerra europea, una alternativa ahorrativa dentro de la oferta de automóviles turismo producida en Alemania.
En fin, un hecho disruptivo, capaz de marcar época y que, por tanto, bien merece ser contextualizado. Así las cosas, hemos de trasladarnos hasta hace justo un siglo a fin de entender las razones del Mercedes 170D. Y es que, precisamente entre 1923 y 1924, MAN y Mercedes se encontraban a la cabeza del uso de motores diésel.
Eso sí, en vehículos industriales. Concretamente camiones, los cuales presentaban gracias a esta mecánica no sólo una excelente fuerza a bajas vueltas -esencial para cargas con más de cinco toneladas como era el caso del Mercedes-, sino también una llamativa capacidad de ahorro todavía más evidente en el MAN debido al uso de la inyección directa.
A partir de aquí, la aplicación del diésel interesó cada vez más a ciertos fabricantes aunque, a decir verdad, su llegada a las gamas turismo apenas contaba con apoyos debido a la escasa necesidad de mostrar consumos moderados ante un público, principalmente, compuesto por capas privilegiadas de la sociedad.
LOS PRIMEROS MERCEDES DIÉSEL EN LAS GAMAS TURISMO
Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial el régimen nazi utilizó al automovilismo como una eficaz arma propagandística. De esta manera, mientras en el Campeonato Europeo de Pilotos las “flechas plateadas” de Mercedes y Auto-Union ejercían un dominio absoluto, en lo relativo a la producción en serie los fabricantes germanos se vieron beneficiados por amplias subvenciones a fin de crear nuevas patentes.
Asimismo, desde la propia administración nazi se impulsaron iniciativas como la del KdF-Wagen -futuro VW Beetle- con la perspectiva de motorizar a las clases medias. En suma, un panorama alcista -que no optimista, pues por definición aquel régimen había de colapsar en sus sueños genocidas- bajo el cual Mercedes presentó, en 1936, el turismo diésel 260D.
Distinguido por ser uno de los primeros automóviles diésel producidos en serie -junto al Citroën Rosalie y el Rekord de Hanomag-, éste exhibía unas prestaciones sensiblemente inferiores a la de sus homólogos en gasolina al tiempo que su precio -superior al de los gasolina- hacía del mismo algo escasamente interesante en términos de ahorro por mucho que su consumo fuera escueto.
En fin, ¿recuerdan cuando muchos vendedores, hace no pocos años, le colaban con alegría multitud de costosos modelos diésel a compradores de bajo kilometraje bajo la máxima “son muy ahorrativos”? Pues bien, aquello no convenció durante los años treinta, por lo que el 260D apenas interpretó una nota al margen en la contabilidad de Mercedes.
LOS AÑOS DE LA POSGUERRA
Con Europa en ruinas tras la debacle totalitaria, incluso las mayores potencias económicas del Viejo Continente tuvieron que ser especialmente meticulosas en relación a sus previsiones económicas. Llegados a este punto, mientras Gabriel Voisin dejaba a un lado las berlinas de lujo para poner sus esfuerzos en el diseño del microcoche Biscúter, incluso la prestigiosa Mercedes debía de adaptar su gama a un tiempo de restricciones.
Restricciones que, además, según se iban resolviendo desvelaban un nuevo mercado donde el automovilismo al fin se hacía masivo gracias al crecimiento del consumo y las nuevas clases urbanas. En suma, un ambiente propicio -esta vez sí- para la aparición de modelos capaces de poner las bondades ahorrativas del diésel al alcance de viajantes y demás profesionales lanzados a la ruta del asfalto.
Dicho esto, la aparición en 1949 del Mercedes 170D -la D por diésel y el 170 en referencia a su pertenencia a la gama de este modelo de acceso diseñado en 1931- supuso un paso fundamental en la popularización de mecánicas alternativas a las de gasolina. Es más, su carácter basado en la fiabilidad y el bajo consumo fue subrayado por el lanzamiento -junto a la versión con cuatro puertas- de una variante furgoneta.
MERCEDES 170D, UN DIÉSEL AHORRATIVO
En su afán por abrir la gama en sus segmentos de acceso, Mercedes lanzó en 1936 el 170V. Equipado con un motor de cuatro cilindros en vez de seis, éste tenía a la pequeña burguesía urbana del momento como su principal compradora. Asimismo, aunque su motor era de gasolina éste fue clave en la popularización del diésel pues, no en vano, del mismo se derivó la mecánica que habría de montar el Mercedes 170D.
Perforado hasta el mismo cubicaje que su predecesor en gasolina -1.697 cc-, su potencia quedaba en los 38 CV a 3.200 rpm para mover con cierta solvencia los 1.250 kilos de la versión berlina. Todo ello con una caja de cambios con cuatro velocidades y, tan sólo unos meses más tarde, un ascenso en la cilindrada hasta los casi 1.8 litros
Además, aunque las prestaciones eran inferiores a las de sus correligionarios en gasolina lo cierto es que éstas no impedían mantener una buena velocidad de crucero; algo a tener en cuenta pues, en relación al consumo, estamos hablando de una diferencia de casi cinco litros a los cien cuando comparamos al 170D -7 litros de media- con los 170 de gasolina -algo más de 13 litros-. En fin, un escalón más que notable al realizar kilometrajes generosos casi a diario.
DESTACADO EN SU ÉPOCA
Si bien hoy en día el Mercedes 170D es un modelo de colección realmente apetecible gracias a su significación histórica, a comienzos de los años cincuenta no era más que un sobrio y adecuado automóvil perfecto para trabajos como el de comercial. Eso sí, gracias a sus excelentes acabados y cuidado confort en marcha -con unas suspensiones por encima de la media- era visto como todo un Mercedes, sin duda.
De hecho, sólo el sonido de su motor diésel -con el típico traqueteo de estas mecánicas, lo cual le valió en España el apodo de “Lola Flores” en remembranza del manejo de las castañuelas- desvelaba al Mercedes 170D como un vehículo rudo, sufrido y fiable para el manejo cotidiano de profesionales al volante.
Asimismo, gracias a esta definición de conjunto sobresalía por encima de sus rivales; los cuales, dicho sea de paso, aparecieron de manera lenta y tardía como demuestra el lanzamiento, ya en 1953, de la versión diésel del FIAT 1400. A la sazón, primer turismo masivo con esta mecánica de entre todos los producidos en Italia.
De hecho, en España el diésel no llegó -y a precios prohibitivos- hasta finales de los años sesenta con el Dodge Dart Diésel y el SEAT 1800D. Por cierto, este último caracterizado por montar un motor patentado por Mercedes. Y es que, cuando hablamos de diésel, la casa de la estrella es sin duda la referencia europea e incluso estadounidense. En fin, recuerden el programa C111 y sus consecuencia el 300SD.
Imágenes: Mercedes / Bring a Trailer