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Alas de Gaviota: Encuentro con el mito en Portugal

El Mercedes 300SL Gullwing es uno de los grandes iconos del automovilismo deportivo. Un coche muy especial al que pocos aficionados han tenido la oportunidad de ver en acción desde dentro. Uno de ellos es Rafael López, quien nos cuenta su reciente experiencia en una carretera de curvas de Portugal con este vehículo de carreras vestido para calle.

La sierra de Caramulo -en la región centro de Portugal- fue conocida durante los años en los que la tuberculosis hacía mella en la sociedad como la mayor estancia de salud de toda la Península. Los pacientes venían a respirar el «aire fresco» de la montaña a los sanatorios especialmente destinados para ese fin.

Hoy subo a la sierra a respirar aire puro y también, por qué no, con cierto olor a gasolina… Y es que aquí se encuentra una de las mayores colecciones “vivas” de vehículos antiguos abierta al público: Museu do Caramulo. Y digo vivas, porque el museo -visita obligada- transmite toda la visión de su fundador João de Lacerda (1923-2003), ya que todas las unidades expuestas, algunas con más de 120 años, están en perfecto estado de circulación.

No es raro subir una mañana al museo y encontrarte algunos ejemplares haciendo sus paseos regulares y pequeñas afinaciones. Es éste el espíritu de uno de los múltiples eventos que organiza el Museo: “O Museu na Rua”. Compartir con los aficionados la pasión de su fundador por la performance y la técnica de estos coches, y hasta tener la oportunidad de pasear en ellos.

Hoy, en calidad de aficionado, me espera ya al ralentí un flamante Mercedes-Benz 300 SL Gullwing del 54 con la que, para mí, es una de las combinaciones más acertadas para ese coche: Gris plata con interior de tela de cuadros azul/gris (tapizado que por cierto la marca lo ha vuelto a poner a disposición de sus clientes hace bien poco).

Ya había leído muchas cosas sobre este icono, y tuve en el pasado la oportunidad de contemplarlo en el antiguo museo de la marca así como en el actual. Pero lo reconozco, es de estas maravillas que cuando te topas con ellas, continúan cortándote la respiración.

La versión de calle del mítico 300 SL (W194) que participó en carreras legendarias como la Panamericana o las 24h de Le Mans, era un coche que Mercedes no quería fabricar. Fue solo a raíz que el importador con base en Nueva York, Max Hoffman, en una reunión con los directores de la compañía de Stuttgart, y como gran conocedor de los gustos del público estadounidense, les convenció para fabricarlo con un pedido de 1000 unidades. Es por esa razón que casi todos los 300 SL Gullwing se encontraban al otro lado del charco.

Estamos ya dentro. Ricardo es uno de los nietos de João de Lacerda, y de pequeño creció entre estas máquinas, de ahí su pasión por los coches antiguos y la velocidad. Conduce sereno, conoce bien esta máquina. Comenzamos a subir una de las rampas de la sierra, el coche va redondo. Los 240 CV de su gran motor 3.0 de 6 cilindros mueven con fuerza los casi 1.300 kg del Alas de Gaviota. Como es habitual en la marca de la estrella, una vez dentro con el coche acelerando y afrontando algunas curvas sinuosas “con ganas” aún en una carretera de montaña no se aprecian ruidos molestos. La calidad de construcción es soberbia.

Mientras subimos hacia el mirador de Cabeço da Neve, Ricardo me cuenta con fascinación historias de su abuelo, y de cómo participó en hasta cinco ediciones de las actuales Mil Millas (Millie Miglia) con el 300 SL Gullwing.

João de Lacerda, recorría los más de 2000 kilómetros entre Caramulo y Brescia, después participaba en la prueba y regresaba de nuevo por carretera a Portugal. “Le encantaba” dice Ricardo. “…es un coche que en autopista puedes ir de forma confortable a 170-180 km/h sin problema … y alcanzas 250 km/h ¡pero no da para ir así el tiempo todo!” dice riendo mientras con una mano hace el gesto de zigzagueo.

El Gullwing tiene una estructura y una mecánica de competición, y eso hacía que, en manos de los dueños con menos experiencia, el coche se hiciera difícil de conducir. Quizá por eso también era apodado como el “Widowmaker” o hacedor de viudas.

“El problema del 300 SL Gullwing…”, nos cuenta Ricardo, “…eran (son) los frenos, que al ser de tambor tienen algunas dificultades en reducir rápidamente la velocidad” y claro, el riesgo de que se agarren está ahí. Si el coche no se usa regularmente, en cada frenada el coche decide si va hacia un lado o hacia el otro.

Aun siendo un recorrido abierto, tuvimos la oportunidad de ver cómo el verdadero “estradista” de Mercedes se comporta en la subida con el pie a fondo. Nunca olvidaré esa sensación.

Terminamos nuestro paseo, y salgo del coche sabiendo que cumplí uno de mis sueños. No defraudó en absoluto. Después de agradecer la oportunidad brindada a Ricardo y a los amigos del Museu do Caramulo me quedé observando la máquina que tantas y tantas veces me generó una sonrisa o un “guaaaau«. La misma sonrisa que otros “suertudos” como yo mostraron al salir esa tarde del coche. Entrañable tarde en la Sierra de Caramulo que con seguridad habrá que repetir.

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