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Mercedes 300 SLS Super Light Sport. 400 kilos menos y más potencia para ganar en América

Aunque el Mercedes 300 SL es uno de los mejores deportivos de todos los tiempos, su destino nunca fue el de destacar en el ámbito de la competición. Sin embargo, la propia Mercedes construyó dos unidades pensadas desde cero para las carreras con Paul O’Shea como el piloto que habría de llevarlas al éxito. En este sentido, las dos 300 Super Light Sport fueron las variantes más extremas del modelo, con un peso rebajado en casi 400 kilos.

Cuando en 1954 se presentó el Mercedes 300 SL éste llegó con la ambición de convertirse en uno de los mejores automóviles de la historia. Algo que sin duda consiguió. No tanto por el atractivo diseño de sus versiones Gullwing como por el motor M198 con inyección de combustible. El primero en aplicar esta solución de la aviación militar al campo del automovilismo, logrando un grado de efectividad capaz de situar al modelo entre los mejores deportivos del momento. Así las cosas, lo curioso es que su papel en las carreras no fuera más visible.

Un hecho que se explica por el carácter aristocrático de la marca en aquellos tiempos. La cual no renunciaba a su programa de competición, pero que con el 300 SL decidía orientarse a una clientela que, tan sólo quizás, decidiera inscribir el vehículo a alguna carrera ocasionalmente. Por ello este modelo rezuma detalles que lo alejan del carácter espartano de los grandes coches de carreras del momento. Ya que su nicho comercial no era el de los “gentleman drivers” o pilotos privados sino el de adinerados hombres de negocios deseosos de un automóvil prestacional para el día a día.

No obstante, la propia Mercedes ofreció apoyo oficial a ciertos pilotos dispuestos a competir con el 300 SL. Uno de ellos fue el norteamericano Paul O’Shea. Habitual de carreras de resistencia como las 12 Horas de Sebring, quien compitió para diversas escuderías siempre prestando una gran atención a unidades de carreras procedentes de Mercedes. Por ello, en 1957 fue el protagonista de la creación de un modelo muy especial: el Mercedes 300 SLS. El mejor acompañamiento publicitario a la aparición comercial del modelo descapotable del 300 SL en los Estados Unidos.

MERCEDES 300 SLS. UN COCHE PENSADO PARA PAUL O’SHEA

Paul O’Shea no tuvo apariciones estelares en carreras de resistencia del panorama europeo. Sin embargo, dentro de los Estados Unidos fue un verdadero as del volante durante los años cincuenta. Tanto así que, en 1955, 1956 y 1957 fue agraciado con el US Sports Car Championship. El título con el que la prensa especializada coronaba al que, según el jurado especializado, había sido el piloto más destacado en el panorama nacional. Además, Paul O’Shea se encontraba tan bien relacionado que siempre destacó por la calidad de sus monturas. Algo que se ve en los coches con los que compitió en las 12 Horas de Sebring.

Una lista que empieza con un Posche 550 perteneciente a la escudería de Max Hoffman. Pero que sigue con los Ferrari 250 GT LWB de la NART y 250 TR del Mexican National Auto Club liderado por el mítico y malogrado Pedro Rodríguez de la Vega. No obstante, estos modelos no llegan ser tan específicos como el Corvette SR-2 que condujese en la edición de 1957. El primer Corvette fabricado desde cero para la competición. Posiblemente la creación más exclusiva de Harley Earl, la cual sin embargo es hoy en día mucho más conocida que los dos Mercedes 300 SLS exportados desde Alemania por la casa oficial.

Ligeramente potenciados y extremadamente aligerados, los Mercedes 300 SLS representan la que posiblemente sea la versión más extraña y competitiva del modelo. Una variante nacida específicamente para la competición, enfocada a las carreras norteamericanas para acompasar la salida al mercado del 300 SL Roadster de 1957. El modelo solicitado por el importador Max Hoffman. Quien haciendo gala de su buen olfato para las ventas detectó la demanda que en los Estados Unidos tendría una versión descubierta del 300 SL Gullwing.

MUCHO MENOS PESO PARA TRIUNFAR EN LAS PISTAS

Bien relacionado con la casa de Sttutgart gracias a su relación con Max Hoffman, Paul O’Shea fue un piloto carismático que no dudó en sacar un disco de folk con letras sobre el automovilismo deportivo. Incluyendo una cantata a las bondades del aceite Castor y una balada al recuerdo de Alfonso de Portago. Además, su especial pericia a la hora de poner a punto sus coches hizo que Mercedes confiase en él para pilotar el 300 SLS. Un proyecto nacido a partir de la versión descapotable del 300SL, siendo la base perfecta para idear una barquetta aligerada al máximo.

En este sentido, los ingenieros de Sttutgart utilizaron uno de los prototipos del roadster para extraer todo lo accesorio. Descomponiendo y volviendo a ensamblar hasta que lograron rebajar en casi 400 kilos los 1330 del 300 SL Gullwing. Una mejora espectacular, la cual se complementó con un incremento de 20CV en el motor de aluminio M198 llegando así hasta los 235CV. Todo esto dio un elaborado diseño para los 300 SLS -Super Light Sport-, llegando a las pocas semanas una segunda unidad fabricada desde cero. Posteriormente, ambas se enviaron al puerto de Nueva York junto a cinco motores de repuesto.

Desde allí, los 300 SLS se trasladaron al autódromo de Lime Park para que Paul O’Shea realizase las últimas pruebas de cara a la temporada de 1957. Año en el que participó en 22 pruebas de resistencia. Logrando colocar como ganador en su categoría – la destinada a coches modificados, ya que al no haberse ensamblado un mínimo de 150 unidades no pudo ser homologado en la de coches de producción- al Mercedes 300 SLS. Un coche que desde el principio se mostró dominador respecto a los Jaguar y Ferrari.

Pudiendo fantasear así con qué habría pasado si, justo aquel año, Mercedes no hubiera decidido recortar su programa de competición tras el desastre ocurrido en la Mille Miglia de 1957. Haciendo así posible que el 300 SLS hubiera tenido la posibilidad de correr en Le Mans o Nürburgring.

Fotografías: Bonhams / Daimler

P.D. Desgraciadamente, las dos unidades del 300 SLS no se conservan. Por ello, la unidad que ilustra este artículo es una réplica ofrecida por última vez a cargo de Bonhams en la subasta celebrada en Chantilly el pasado 2017. Construida con la colaboración de Mercedes en los talleres de Zagato sobre un 300 SL original.

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Escrito por Miguel Sánchez

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