TEXTO MERCEDES 600: MARTIN HORROCKS / TRADUCCIÓN: MIGUEL SANCHEZ
El Mercedes-Benz 600 generó un fuerte impacto cuando se presentó en el Salón del Automóvil de Frankfurt en septiembre de 1963, estando en sintonía con el espíritu optimista de la década de los sesenta. Momento en el que los Beatles revolucionaron la música al tiempo que Dior hizo lo propio con la moda o Fellini y Kubrick con el cine. Una época emocionante en la que las actitudes sociales cambiaron radicalmente, las posibilidades económicas mejoraron, los vuelos espaciales tripulados se hicieron posibles y los satélites globalizaron las comunicaciones.
Bajo aquel contexto, no resulta difícil imaginar el efecto de este automóvil en particular. Pedido audazmente en color Tunis Beige Metallic, tuvo como destino el Madrid de 1964. Un año en el que España todavía estaba muy por detrás del resto de Europa occidental en lo referido a desarrollo económico y social. Además, en aquel momento las políticas económicas proteccionistas encarecían enormemente las importaciones de lujo, haciendo que este coche en concreto costase más que una residencia de lujo en el Madrid de la época. Todo un contraste con los populares SEAT 600, responsables del incipiente crecimiento del parque móvil en España.
El encanto de este W100 en particular se basa en ser un ejemplar muy temprano, habiendo sobrevivido sin ser alterado con tan sólo 4 dueños en 58 años. Tiempo en el cual ha recorrido sólo alrededor de 80.000 kilómetros. Fue repintado en 2006 en su beige original y luce en su interior el cuero color crema original en un excelente estado de conservación.
Acceder a este automóvil te transporta a un mundo de placidez y lujo pero sin excesos de dudosa estética. Y es que la sobriedad está en todas partes. Igual que en la mejor arquitectura de la década de 1960, combinando forma y función para impresionar con elegancia pero sin opulencia. Los materiales son los mejores, el diseño es el más refinado, el detalle es exquisito.
Mercedes 600: Un triunfo del diseño
El Mercedes-Benz 600 (W100) fue dibujado por Paul Bracq, que primero había diseñado las versiones coupé y cabriolet del W111 ‘Colas’. Autos elegantes y bastante caros que aún llaman la atención en Hollywood hoy en día. Además, también fue responsable del W113 ‘Pagoda’ de 1963, el W108/109 S-klasse de 1965 y, finalmente, el W114/5 “Beirut Taxi” antes de partir hacia BMW. De hecho, Mercedes nunca recuperó la elegancia que Bracq aportó a su línea de productos durante la década de 1960. Circunstancia aprovechada por BMW, creando una fuerte oferta rival para la marca de la estrella durante los años setenta.
Al igual que el Pagoda y el Colas, las líneas del 600 de Bracq no han envejecido significativamente. El generoso espacio acristalado le da a su diseño una ligereza que oculta su tamaño y peso, ayudado por una gran cantidad de molduras cromadas aplicadas con buen gusto para estirar el perfil del automóvil. Así las cosas, con el 600 logró lo imposible: Hacer que una enorme limusina pareciera proporcionada, estilosa y moderna. Para comprender lo difícil que es lograr esto, sólo hay que comparar un 600 con sus contemporáneos Rolls-Royce Phantom o Cadillac Fleetwood Brougham. Más allá de sus rivales de la época, y si buscamos ejemplos actuales de cómo no hay que hacer una limusina, podemos destacar los Rolls-Royce Phamton VII o VIII así como el propio -y escasamente logrado- Mercedes Maybach 57/62.
Asimismo, un triunfo de la tecnología
El Mercedes-Benz 600 no sólo era sensacional a la vista, también aportaba una concepción de su ingeniería tan moderna como antigua era la rival Rolls-Royce. El supervisor del proyecto técnico fue nada más y nada menos que Rudi Uhlenhaut, responsable de las legendarias flechas plateadas de los años 50. De esta manera, el corazón del coche fue un nuevo V8 de 6,3 litros: el M100. Gracias a su diseño relativamente simple con un único árbol de levas en cabeza, inyección de combustible Bosch y lubricación por cárter seco, el M100 generaba unos conservadores 250 CV. Suficientes para mover los en torno a 2.500 kilos (3000 en los chasis largos) del Mercedes-Benz 600 con una agilidad inusual en un automóvil de su clase.
Respecto al montaje, cada motor M100 fue construido a mano y sometido a seis horas de comprobaciones en un banco de pruebas antes de instalarse. Todo ello para propulsar con eficacia y suavidad su marcha de limusina, asentada en un ingenioso sistema de suspensión neumática capaz de hacer del coche un vehículo extremadamente confortable.
Además, el Mercedes 600 contaba un sistema hidráulico de alta presión extremadamente complejo. Diseñado con medidas de tolerancia nunca antes vistas para controlar sistemas como ventanas, asientos, techo corredizo, tapa del maletero y puertas de cierre automático, entre otros. Si todavía esos lujos deleitan al ojo moderno, el efecto en un espectador de la década de 1960 tuvo que ser increíble. Todo con la mejor calidad de acabados sin renunciar a lo funcional, rematándose multitud de detalles con madera, cuero y cromo.
Esta unidad equipa un cristal central para que los pasajeros de los asientos traseros puedan aislarse de la cabina delantera. Hay diferentes sistemas de radio Blaupunkt para la parte delantera y trasera, aún habiéndose producido en un momento en que la mayoría de los automóviles europeos no tenían radio. Todos los interruptores son son de gran solidez. Los asientos traseros se deslizan hacia atrás y hacia adelante así como hacia arriba y hacia abajo gracias a la operación hidráulica.
Opciones de modelo
El Mercedes 600 W100 Grosser se construyó entre 1963 y 1982 y, desde el principio, contó con una larga lista de artistas que contribuyeron a su glamour: Tres de los cuatro Beatles, Elvis Presley, David Bowie, Eric Clapton, Aristoteles Onassis, Coco Chanel, Hugh Hefner, Liv Tayler… Todos tuvieron un 600.
Aunque la especificación original apenas cambió durante la producción, hubo lo que en música se denominarían “variaciones en el tema”. El modelo básico -como el ejemplo que os traemos hoy- es el de batalla corta o “Short Wheelbase”. Es decir, una berlina de 4 puertas con una distancia entre ejes de 3.200 mm y una longitud total de 5.540 mm. En contraste, un SEAT/FIAT 600 tenía de 3.000 mm a 3.322 mm de largo. De esta berlina se construyeron 2.190 ejemplares, destinados principalmente a propietarios y conductores privados.
También se produjeron versiones del W100 con otra longitud de chasis -todas ellas equipadas con una división central- destinadas al mercado con chófer. Éstas contaron con una distancia entre ejes de 3.900 mm para dar una longitud total de 6.240 mm. Los modelos de batalla larga o “Long Wheelbase” (LWB) se podían tener en configuración Pullman -limusina- de 4 o 6 puertas. En ellas el compartimento trasero estaba equipado con dos asientos adicionales plegables. Con estas especificaciones se construyeron 429 unidades, a menudo para uso formal o estatal de gobernantes normalmente sin credenciales democráticas.
Y es que el Grosser 600 se ganó en los años 70 el sobrenombre del Mercedes de los dictadores, siento utilizado por tiranos como François Duvalier “Papa Doc”, Idi Amin o Jean-Bèdel Bokassa. Además, las más altas jerarquías del bloque comunista también parecían amar este automóvil, por lo que Brezhnev, Mao, Ceaucescu, Tito y la saga familiar de Corea del Norte tuvieron diversos Mercedes-Benz 600.
Por último, 59 ejemplares se carrozaron como en versión Laudelet, dotada de un techo convertible de tela para la parte trasera. Dos de ellos se suministraron al Vaticano, siendo perfectos para desfiles y demás manifestaciones públicas del poder espiritual.
Conducir el 600 en los tiempos modernos
El Mercedes-Benz 600 todavía tiene una gran presencia, lo cual es muy útil en las condiciones de tráfico actuales. Otros conductores le dan espacio, tal vez temiendo las consecuencias de acercarse demasiado. Además, el excelente punto de vista y la visión de 360 grados encogen el automóvil a su alrededor. Siendo más manejable de lo que pudiera parecer ya que, según los estándares modernos, no es tan ancho con sus 1.950 mm frente a los por ejemplo 1.850 mm de un Qashqai.
Equipado con PAS, transmisión automática y unos potentes frenos la sensación general de conducción no da miedo. Aunque siempre se debe recordar la longitud del automóvil y su peso. El motor rebosa par, empujando bastante desde bajas vueltas. Respecto a las maniobras de estacionamiento estas deben planificarse.
La transmisión automática de cuatro velocidades del Mercedes 600 W100 es más lenta logicamente que una unidad moderna, pero gracias a su gran par los cambios de marcha son poco frecuentes. De esta manera la conducción es comodísima: Muy suave gracias a la forma en la que la suspensión neumática filtra cualquier irregularidad del firme y muy fluida por la abundancia mecánica. No obstante, las curvas presentan un mayor desafío debido a la transferencia de peso y el balanceo, responsables de limitar el comportamiento dinámico. Respecto a los frenos estos son muy buenos, pero el conductor debe recordar que hay mucho metal que detener en caso de emergencia.
No hay nada mejor que conducir por la ciudad en una pieza móvil de arte moderno. Y es que este fue un automóvil construido por artistas e ingenieros de primera línea sin limitaciones. Un automóvil donde la técnica y la estética fueron protagonistas y que, a día de hoy, no ha perdido nada de su capacidad de impresionar en todos los sentidos.