Mercedes-Benz VRC 1995
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Mercedes-Benz VRC, el coche 4 en 1 con ideas y tecnologías del siglo XXI

El Vario Research Car de 1995 fue la propuesta de la marca de la estrella de un vehículo que podía ser cualquier cosa que se propusiera: berlina, familiar, cabrio o pick-up. Además, contaba con una carga tecnológica que parecía llegada del futuro.

Mercedes-Benz, a la sazón pionera del automóvil tal y como hoy lo conocemos, nunca ha dejado de innovar, y el protagonista de este artículo es una prueba más de ello. Conocido como Mercedes-Benz VRC, era un auténtico laboratorio de ideas que pretendía acabar con uno de los quebraderos de cabeza que produce tener que elegir coche. El Vario Research Car eliminaba cualquier dilema, puesto que ofrecía cuatro carrocerías en una. Además, adelantó varias tecnologías que la marca introduciría posteriormente en sus coches de serie.

Empecemos por el principio, porque el Mercedes-Benz VRC se presentó en el Salón de Ginebra de 1995. Fue aquella una década especialmente prolífica en lo que a presentación de concept cars se refiere, pero desde luego nuestro protagonista consiguió llamar la atención. No podía ser menos cuando hablamos de un modelo que proponía cuatro versiones diferentes a través de otras tantas carrocerías intercambiables.

Para completar el cuadro, se suponía que todo el proceso de cambio de configuración debería durar apenas unos 15 minutos. Además, únicamente se requeriría la presencia de dos personas. Desde luego, la música sonaba estupendamente.

4 EN 1: LAS VERSIONES DEL MERCEDES-BENZ VRC

La marca de la estrella partía de un coche compacto de dos puertas y cuatro plazas que no tenía techo ni parte trasera, sobre la que se podían acoplar diferentes carrocerías. El concept car de Mercedes contaba con motor y tracción delanteros y una caja de cambios automática de variador continuo. La premisa de la que se partía era que, independientemente del viaje que tuvieras por delante, el VRC daría respuesta a tus necesidades.

Podía ser un sedán durante la semana o un familiar con gran espacio de carga para viajar en vacaciones. Pero también un convertible para disfrutar de paseos por placer o un pick-up para transportar objetos muy voluminosos. Por supuesto, las diferentes estructuras eran fácilmente intercambiables, como ya hemos dicho, y ahí la clave estaba en su fabricación.

Estaban construidas en CFRP de alta tecnología, o lo que es lo mismo, una mezcla de plástico reforzado con fibra de carbono. Dicho material, que se desarrolló específicamente para el Mercedes-Benz VRC, era un 25 % más ligero que el aluminio y ofrecía una gran resistencia. El resultado era que el peso de las carrocerías se quedaba entre los 30 kilogramos que pesaba la pick-up y los 50 kg de la familiar.

DESPLIEGUE TECNOLÓGICO

El VRC contaba con Active Body Control (ABC), un sistema electrónico diseñado para mejorar la seguridad al volante y el confort. Además, fue pionero en el ensayo en Mercedes de la tecnología drive-by-wire, tanto para la dirección como para los frenos. Es decir, no había conexión mecánica entre el volante y las ruedas, ni entre los frenos y el pedal. Recordemos que, en 1988, el Airbus A320 se había convertido en el primer avión comercial en hacer uso de la tecnología fly-by-wire basada en el mismo principio.

En el habitáculo, el VRC contaba con una pantalla a color como cuadro de mandos, con toda la información necesaria. Disponía de menús por lo que el conductor podía navegar con un mando situado en el túnel central. Podían verse las revoluciones por minuto, el ordenador de a bordo, y las recomendaciones de ruta del navegador. Incluso contaba con indicaciones de seguridad, gracias a un testigo circular que se mostraba en verde si el conductor cumplía las normas de seguridad. Si superaba el límite de velocidad o circulaba muy pegado al coche de delante, el circulo se volvía un ovalo amarillo e incluso un triángulo rojo. Para ofrecer todo este tipo de ayudas, nuestro protagonista contaba con control de tracción y radar de proximidad.

En el centro de la consola, había una segunda pantalla en la que podía regularse, por ejemplo, el aire acondicionado o consultar el navegador. Durante el repostaje, el conductor podía informarse cobre los niveles de aceite, refrigerante o líquido del limpiaparabrisas e incluso de la presión de los neumáticos y el sistema de iluminación. Toda esta esta información sólo podía consultarse en parado, salvo en el caso del pasajero, que podría mirarla a voluntad. ¿Y cómo sabía el Mercedes-Benz VRC quién usaba la pantalla? Por un sistema que detectaba si la mano que tocaba era la derecha o la izquierda… Increíble, pero cierto.

ADELANTADO A SU TIEMPO

Como vemos, la carrocería 4 en 1 era sólo la punta del iceberg de lo que proponía el VRC, un vehículo con una enorme carga tecnológica. De hecho, muchas de las soluciones que proponía fueron llegando a los coches de serie de Mercedes en los años subsiguientes. Por ejemplo, el Active Body Control llegó con la Clase CL (C215) del año 1998 y la pantalla a color la estrenó la Clase S (W220) el mismo año. Finalmente, en el siguiente Clase S (W221) se pudo ver el mando rotativo del sistema multimedia. También llegarían a los coches de producción ideas como las indicaciones de seguridad.

Respecto a las carrocerías intercambiables del Mercedes-Benz VRC, jamás pasaron de una propuesta rompedora, y eso que la marca estudió todos los pormenores. La idea es que los clientes no fueran los propietarios de las diferentes estructuras, sino que estas estuvieran almacenadas en algún establecimiento. El dueño del coche pasaría a cambiar la carrocería y podría tomarse un café en lo que duraba la operación. Además, en manos del cliente quedaba el tiempo de uso y, con él, el coste de la cesión.

Estación cambio carrocerías Mercedes-Benz VRC
Así imaginaba Mercedes las estaciones de cambio carrocerías del VRC.

En resumen, Mercedes también pensó en el pago por uso, un adelanto más de un automóvil que, bajo la simpática propuesta multi carrocería, escondía conceptos extraordinariamente modernos. Además, incluso llegó a contar un vídeo publicitario propio, en el que se le veía rodar, por lo que era completamente operativo.

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Escrito por Iván Vicario Martín

Tengo la suerte de haber convertido mi pasión en mi forma de ganarme la vida. Desde que salí de la Facultad de Ciencias de la Información en 2004 me dedico profesionalmente al periodismo del motor. Arranqué en la revista Coches Clásicos en sus inicios, pasando a dirigirla en 2012, año en el que también me puse al frente de Clásicos Populares. A lo largo de estas casi dos décadas de carrera profesional he trabajado en todo tipo de medios, incluyendo revistas, radio, web y televisión, siempre en formatos y programas relacionados con el motor. Me vuelven loco los clásicos, la Fórmula 1 y las 24 Horas de Le Mans.

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