La historia del buggy de playa tiene nombre propio, el de Bruce Meyers. Nacido en Los Ángeles, California en 1926, fue uno de los pioneros en interesarse por el mundo del surf, aunque tuvo que dejar de lado este hobbie para luchar por su país durante la II Guerra Mundial, momento en el que se convirtió en un auténtico héroe.
Tras el conflicto se interesó por el mundo de los barcos de vela, y también tuvo un hot rod, viviendo el puro sueño californiano. Pero gracias a su interés por el mundo del automóvil y unido a sus conocimientos trabajando la novedosa fibra de vidrio gracias a su experiencia con los barcos crearía un automóvil que se convertiría en sinónimo de playa y diversión.
1964: NACE EL MEYERS MANX
Tuvo que pasar un año para que Bruce Meyers terminase de perfeccionar su creación. Entre 1963 y mayo de 1964 trabajó en un coche al que vestiría con una carrocería de fibra de vidrio diseñada por él mismo, mientras que el chasis y mecánica era de un antiguo Volkswagen Escarabajo. Aunque las primeras unidades anclaban los componentes directamente a la estructura creada por Meyers.
Bautizó al resultado como “Old Red”, y aunque su idea era crear un coche que fuese perfecto para desplazarse por la arena de las playas y dunas con facilidad quiso darle al vehículo un toque artístico claramente inspirado por el movimiento de los hot rod de los años sesenta.
El pequeño pero fiable motor del Volkswagen resultó ideal para este cometido, pues sumado a la ligera carrocería de fibra de vidrio podía avanzar donde otros vehículos todoterreno se quedaban atascados, algo que demostraron al ganar en 1967 una carrera off road de más de 1.300 kilómetros por los desiertos de la Baja California. Además, otra ventaja de usar este material era que se evitaba el óxido tan común de las zonas de playa y se podía limpiar con mayor facilidad la arena que quedase dentro tras un día de playa.
UN SUEÑO CONVERTIDO EN PESADILLA
Meyers consiguió hacer de su idea un negocio y así fundó la compañía Meyers Manx, pero como suele ocurrir con algunas de las figuras más ingeniosas de la historia del automóvil no fue un gran hombre de negocios. No presentó una patente de su creación, y a finales de los sesenta ya había decenas de compañías que producían sus propios buggies, y después de que la justicia no le diese la razón en 1969, Bruce Meyers cesó su actividad en 1970 tras 7.000 kits realizados.
Durante años estuvo muy desencantado con su creación y no quiso saber nada de los buggies playeros, hasta que en los noventa reapareció en la escena de esta particular cultura automovilística, llegando a organizar concentraciones para estos coches. Pero la gran noticia llegó en el año 2000 cuando retomó la fabricación de los Meyers Manx hasta que decidió vender su compañía en 2020 por motivos de salud y falleció poco tiempo después en 2021.
Desde su creación en 1964 se estima que se han fabricado por todo el mundo más de 250.000 buggy, y Bruce Meyers tiene el privilegio de ser una de las pocas personas que han creado una categoría de automóvil. Por fortuna al final de su vida pudo reconciliarse con su creación y hoy en LA ESCUDERÍA queremos rendir homenaje al hombre que creó un coche que lleva la diversión en el ADN.
Imágenes de Volkswagen y Meyers Manx.