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Mini 850, ¡cómprese un Renault Twingo!

Más allá de las versiones con cilindrada superior, el Mini 850 representa no sólo la opción más básica en la gama de este clásico sino también la más creíble en términos de disfrute y mantenimiento para quien desee entrar sin complicaciones al mundo de los vehículos históricos.

Antes de empezar dejaremos claras las intenciones de este artículo; un artículo lleno de subjetividad y altas dosis de superficialidad. Porque sí, lejos de narrar de nuevo la historia del Mini en tan sólo unas líneas -misión por otra parte harto imposible- aquí nos vamos a centrar en una descarada y muy personal sugerencia de compra. Sugerencia de compra centrada en quien todavía esté pensando iniciarse al mundo de los vehículos históricos.

Así las cosas, hemos pensado qué modelo podría ser el idóneo para ello y vaya, lo cierto es que posiblemente ninguno lo sea. De hecho hemos repetido hasta la saciedad -como vacuna ante quienes se toman esta afición demasiado a pecho, mostrando su sectarismo en comentarios desde el anonimato dado por las redes sociales- la poca importancia que ésta tiene porque, no nos engañemos, el mundo puede funcionar perfectamente sin nadie conservando hierros viejos.

No obstante, si incluso así uno decide lanzarse a este ocio volátil debe pensar con qué automóvil hacerlo. En este sentido, lo primero a tener en cuenta es escoger algo icónico, algo altamente identificable con el cual no tener que dar demasiadas explicaciones sobre cómo y porqué se ha caído ante los encantos de la mecánica clásica. Y vaya, teniendo esto en cuenta lo cierto es que el Mini es un candidato perfecto.

Claramente básico para la historia del transporte privado, desde su diseño hasta su impacto en la cultura popular todo exuda en él un claro aura de deseo para cualquier aficionado al motor. Además, pensando racionalmente también ha de tenerse en cuenta el mantenimiento exigido por el modelo escogido. Y sí, gracias a su producción fijada en millones de unidades el Mini cuenta con una mecánica conocida, relativamente sencilla y, sobre todo, provista de repuestos.

Dicho esto, los encantos de este británico resultan innegables si buscamos la iniciación al ámbito de los vehículos históricos. En fin, es encontrable, accesible, mantenible, icónico y por si fuera poco divertido de conducir. Una elección sensacional que, sin embargo, no acaba aquí.

Y es que, fabricado desde 1959 hasta el reciente año 2000 el Mini ha conocido multitud de versiones y, especialmente en relación a lo cual nos interesa, motorizaciones. Debido a ello los compradores más impetuosos seguramente anhelaran contar con un Cooper o al menos alguna de las unidades con 1.275 centímetros cúbicos.

Sin embargo nuestro consejo va justo en la dirección contraria; señalando así a las versiones con 848 centímetros cúbicos como las más adecuadas en relación a buscar un Mini sin complicaciones a modo de primer clásico. Además, centrándonos en el caso del automovilismo producido en España Authi ensambló desde 1970 el Mini 850 en su factoría de Landaben.

MINI 850, LA OPCIÓN BÁSICA

Durante 1967 salieron al mercado los primeros Authi. Dotados con mecánicas de hasta 1.3 litros estos contaban con elementos mecánicos tan avanzados como las suspensiones hidroelásticas. No obstante, tanto por precios como por competencia -de aquellas SEAT dominaba el mercado local con en torno al 60% de las ventas- aquellos vehículos bajo patente de la British Motor Corporation apenas lograron éxito comercial.

Es más, a los pocos meses el propio grupo británico tuvo que acudir al rescate inyectando una gran suma de capital que, a la postre, le hacía pasar de simple proveedor tecnológico a socio con más de la mitad de las acciones. Asimismo la gama se abrió por abajo buscando ampliar los ingresos con un modelo sencillo, de baja fiscalidad, capaz de rivalizar con los populares SEAT 600 y 850.

De esta manera, en 1970 Authi lanzaba el Mini 850 como alternativa de acceso al Mini 1000 -998 centímetros cúbicos- ya ensamblado en Navarra desde el año anterior. En suma, una operación comercial lógica y deseada puesto que, hasta este momento, la afamada motorización básica del Mini sólo había llegado a España a través de los escasos cupos de importación. Todo ello, dicho sea de paso, sujeto a los amplios gravámenes proteccionistas impuestos por la dictadura a los modelos foráneos.

UNA MECÁNICA CON MENOS PROBLEMAS

Aunque las motorizaciones con más cubicaje suelen ser las más llamativas al hablar del Mini, la verdad es que su cilindrada más popular es la fijada en 848 centímetros cúbicos. Para empezar, ésta es la básica, aquella con la cual comenzó allá por los años cincuenta la historia del modelo concebido por Alec Issigonis.

Además, en relación a una posible compra con la cual iniciarse al automovilismo histórico este bloque presenta una ventaja fundamental: su fiabilidad. No en vano, su culata de fundición y su cigüeñal con únicamente tres apoyos no se concibieron para soportar altos regímenes de giro ni apretados índices de compresión.

Lejos de ello, todo en el Mini 850 va en busca de un manejo relajado por terreno urbano y, a lo más, velocidades constantes en trayectos interurbanos porque -no nos olvidemos- aunque éste sea una excepcional base deportiva lo es por su bajo peso y centro de gravedad; no por su mecánica básica.

Dicho esto las opciones con más cubicaje plantean un evidente problema en materia de fiabilidad pues, al fin y al cabo, logran sus prestaciones sobre el desarrollo de una motorización urbana y comedida. Es decir, al sacar todas las posibilidades del bloque básico original también exigen más mantenimiento, tacto y cuidados.

Cuestiones éstas en las que, claramente, toda persona a iniciar ha de entrar lentamente si no se desea renegar de los clásicos. Asimismo, aunque los 34 CV a 5.500 rpm puedan saber a poco nunca se nos debe olvidar cómo un Mini 850 tan sólo entrega a la báscula 615 kilos. Y, seamos sinceros, eso ya es bastante excitante para cualquier persona sin afanes de circuito acostumbrada a manejar un compacto contemporáneo.

CONSIDERANDO ALTERNATIVAS

Dado el distinto estado de conservación visto en unas u otras unidades, el mercado del Mini 850 se mueve en una amplia horquilla que va desde los 3.000 euros por la base hasta incluso 9.000 por la cúspide. No obstante, ya que siempre conviene contar con otras opciones en España también tenemos un evidente mercado en torno al SEAT 850.

Caracterizado por su mecánica y propulsión traseras, éste es lo más diferente al Mini 850 sin salirnos del mismo segmento y la misma época. Además, dada su gran producción es fácil detectar más unidades entre las cuales escoger y, claro está, marcadas a precios algo más reducidos. Eso sí, siempre abiertos a onerosas sorpresas puesto que, en estos últimos años, la tendencia del modelo ha sido evidentemente alcista.

Ahora, si usted ha llegado hasta aquí ya hemos compartido unos minutos así que, sobre este pequeño trato, le seré completamente sincero. Cómprese un Renault Twingo de primera generación. Para empezar, su diseño ya suma el tiempo fetiche de las tres décadas así que nadie le podrá alegar nada en contra de su carácter histórico.

En segundo lugar, no hay que ser Gordon Murray para, desde el punto de vista de la ingeniería, reconocer al Twingo de 1992 como el mejor heredero del Mini original. Primero por la manera de colocar sus ejes en los extremos, reduciendo así los voladizos al tiempo que maximiza lo diáfano de su interior logrando una increíble habitabilidad. De hecho los asientos del Renault se convierten en una improvisada cama ideal para conductores sin habitación propia, lejos de las inquisitivas miradas familiares.

Asimismo su motor de 1.3 litros con 55 CV resulta tan fiable y sencillo como adecuado para propulsar los en torno a 800 kilos del modelo. Y por cierto, si está buscando otro punto de unión entre el Twingo y el Mini 850 resulta harto complejo dudar sobre el descaro representado por ambos en sus respectivas épocas; fueron coches capaces de salirse de la norma, de asombrar y dar mucho por muy poco.

Hablando de muy poco hablemos de dinero, porque los precios de venta relativos al Renault Twingo de primera generación siguen siendo especialmente reducidos. Y es que, como aún no se le está valorando adecuadamente en el ámbito de los coleccionistas, éste sigue en el limbo de los “coches viejos” con facturas más económicas que una bicicleta de gama básica. Así que sí, iniciarse en el mundo de los vehículos históricos con un Mini 850 es interesante; pero hacerlo con un Renault Twingo puede ser una excelente alternativa. Decidan ustedes.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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