De primeras, uno podría pensar en FIAT como una gran empresa incompatible con los pequeños talleres cuasi artesanales. De hecho, durante los años setenta ésta absorbió finalmente a Abarth. Es más, ya en 1952 el emporio dirigido por Vittorio Valleta se hizo con el control de una empresa auxiliar tan emblemática como Weber. Responsable de los mejores carburadores de la época. No obstante, lo cierto es que FIAT supo abastecer y colaborar con no pocos carroceros, preparadores y profesionales independientes. Es más, especialmente durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta el fabricante turinés ejerció como benefactor para casi toda la industria automovilística italiana.
Incluso, acuciada por el estado italiano FIAT puso bajo su paraguas a Lancia y Ferrari antes de que éstas pudieran caer bajo control extranjero. Algo repetido a mediados de los ochenta con Alfa Romeo. Así las cosas, aunque la mayor parte de su producción se haya basado en modelos sobrios y familiares, nadie puede poner en duda el increíble papel empresarial jugado por este fabricante en Italia. De hecho, la historia de Moretti es un buen ejemplo al respecto. Y es que, de no ser por la relación establecida con FIAT, ¿cómo hubiera podido crecer un pequeño carrocero como éste?
Fundado en 1925 muy cerca de las futuras instalaciones de FIAT en Mirafiori, Moretti comenzó sus actividades ofreciendo motocicletas y otros pequeños vehículos. De hecho, gracias a esto fue una de las primeras en dominar la técnica de la chapa estampa. Algo a lo que sacó no poco partido después de la Segunda Guerra Mundial. Además, sobre la base de los populares Millecento creó algunas unidades deportivas realmente interesantes. Dotadas de diseños donde, en pequeño formato, se emulaban las líneas de las elegantes creaciones de Pininfarina para Lancia.
Asimismo, con la llegada de los 500, 600 y 850 Moretti encontró nuevas posibilidades comerciales basadas en producir sus propias variantes en pequeñas series. Y sí, gracias al suministro de chasis y motores por parte de FIAT logró hacerlo. Gracias a ello, durante los años sesenta su gama logró ampliarse sobremanera con una amplia panoplia de modelos estilosos sobre bases populares. Asimismo, colaborar desde comienzos de la década con el estudio de Giovanni Michelotti tuvo unos efectos muy positivos, logrando líneas donde se traía a una base popular la apariencia de los grandes GT del momento.
Es más, al mencionar esto estamos señalando cuál era el modelo de negocio ejercido por Moretti. Y es que, antes de la estandarización masiva de los años setenta, aún había hueco para pequeños carroceros y preparadores independientes. No en vano, todavía existía un público reducido pero selecto capaz de pagar un amplio dinero extra con tal de tener algo escaso, desconocido y sobre todo, muy personal. Además, gracias a ello la masiva FIAT podía delegar en industrias auxiliares como Moretti la producción de pequeñas series con las que dar más colorido y prestancia a su gama.
En este sentido, resulta imposible no pensar en el 125S Coupé 5 Posti o el 128 Targa. Sin embargo, posiblemente la creación más icónica sea el Sportiva de 1967. Una especie de Dino 206 GT -de hecho apareció durante el mismo año- puesto sobre la base de un sencillo y popular FIAT 850. Sin duda, un ejercicio de estilo realmente encantador donde, además, la enorme gama de opciones permitía personalizar cada unidad hasta límites realmente llamativos. Eso sí, sólo para los clientes más interesados en la diferenciación que en las prestaciones. No en vano, al contrario que Abarth, los talleres de Moretti apenas entraron en complejas modificaciones mecánicas.
MORETTI SPORTIVA SS, UN DINO EN MINIATURA
Desde que apareció en 1964, el FIAT 850 despertó una gran simpatía entre los carroceros italianos dedicados a la personalización. De hecho, esto no sólo se vio en las versiones deportivas, también tuvo un eco evidente en variantes prácticas como la cuatro puertas creada por Lombardi. Por cierto, fabricada en España bajo licencia por la barcelonesa MARSA. No obstante, más allá de multitud de ensayos y piezas únicas lo cierto es que Moretti logró dar en el clavo con unas versiones no sólo bien proporcionadas, sino también aptas para la comercialización en pequeñas series.
Así las cosas, a los pocos meses de aparecer el 850 este preparador turinés ya presentaba sus propias reinterpretaciones en forma de Coupé y Spider. Eso sí, totalmente carentes de modificaciones mecánicas. Llegados a este punto, en 1965 FIAT lanzó su propia versión coupé -diseñada por ella misma- junto a la opción Spider comisionada a Bertone. Dos modelos muy importantes en la historia del popular modelo italiano pues, más allá de la apariencia, al fin contaban con mejoras mecánicas para acercarlos así a los casi 50CV. Unos 15CV más que los prestados por las versiones más comunes.
Con todo ello, en Moretti pensaron utilizar aquellas novedades como base para su propio deportivo. Gracias a esto, en 1967 al fin aparecía el Sportiva. Basado -descaradamente- en las líneas del prototipo Ferrari Dino Berlinetta Speciale de 1965. El magnífico y revolucionario ensayo firmado por Aldo Brovarone en Pininfarina, paso previo a la salida al mercado de la submarca de Maranello en la que se incluirían sus motores V6
Además, dado que aquellas líneas maestras fueron reutilizadas por Pininfarina en el FIAT Dino Spider de 1966, la apariencia del Sportiva también recordaba a este modelo de serie.
No obstante, aquello daba igual pues el Moretti era una verdadera delicia visual. Es más, dado que el diseño ejecutado por Bertone para el FIAT Dino Coupé no era especialmente llamativo, muchos pensaron en lo fantástico que hubiera sido ver algo parecido al Sportiva con un motor V6 en posición trasera como pareja del Spider firmado por Pininfarina. Algo que, por otra parte, realmente hubiera sido una especie de Dino 206 a cargo de FIAT en vez de Ferrari.
De todos modos, elucubraciones aparte lo cierto es que el Moretti Sportiva fue un paso adelante en la historia del carrocero pues, además de la estética, ofrecía mejoras sensibles en lo mecánico. Eso sí, al menos una de ellas vino de la mano del preparador Giannini, gracias al cual se presentó un motor afinado hasta los 70CV sin tocar la cilindrada original del 850. Además, para la versión 1000SC estuvo presente una mecánica con 982 centímetros cúbicos y 62CV. En suma, el Sportiva no sólo daba un plus de diferenciación en materia de estilo, también podía adquirirse con una garra extra para disfrutar de una mezcla ya clásica. Bajo peso, motor trasero y propulsión trasera. La belleza y la diversión estaban aseguradas.
Fotografías: Mächler Automobile / Moretti / Pininfarina