[dropcap]U[/dropcap]no de los muchos atractivos de la Isla de Cuba son los muchísimos coches clásicos que aún circulan a diario por sus coloridas calles. Cualquiera que haya estado allí se habrá sentido atraído de uno u otro modo por esa especie de “viaje en el tiempo”, ya sea aficionado profano en la materia que nos ocupa.
Las autoridades no se han preocupado en exceso por conservar ese patrimonio, a pesar de las posibilidades turísticas que supone. La mayoría de coches que circulan por allí desde los años 40 y 50 han acabado modificados por todas las partes posibles, con tal de seguir prestando servicio.
No es raro encontrarse con grandes clásicos americanos de las marcas Cadillac, Packard o Buick con piezas de otras varias marcas. Otros muchos han sido modificados para convertirlos en furgonetas o microbuses… e incluso algunos hay que han sido despojados de su mecánica, cortados por la mitad y puestos encima de un chasis de camión para ejercer de simple “cabina”.
Publicidad
[pro_ad_display_adzone id=»39185″]
Publicidad
[pro_ad_display_adzone id=»39193″]
[su_quote]Tras la Revolución Cubana de 1959 los bienes de las acaudaladas familias de la isla caribeña fueron confiscados, y muchos fueron a parar a depósitos repartidos por todo el país…[/su_quote]
Aparte de la cuestión “pictórica”, otro de los asuntos que llaman la atención nada más aterrizar en la isla es el fuerte olor a queroseno que invade sus calles; el motivo está en que el gobierno sigue repartiendo este combustible para las antiguas cocinas de origen soviético que ya casi nadie usa, por lo que el líquido inflamable se revende en el mercado negro a los sufridos automovilistas, que lo mezclan con gasolina o gasoil.
Otro aspecto poco cuidado por el régimen – y que podría tener allí grandes posibilidades- son los museos de automóviles, como es el caso del que hemos tenido la suerte de visitar. Situado en el pintoresco barrio de la “Habana Vieja” de la capital cubana, es una pequeña joya que la mayoría de los aficionados al motor desconocen. Como todo en Cuba, es difícil dar con él y una vez allí no parece lo que realmente es, un Museo.
[su_quote]Igual que ocurre en las calles, no hay que esperarse cromados impolutos ni pinturas relucientes; todos los vehículos que hay en este museo están viejos, desgastados y reparados con piezas de aquí y de allá…[/su_quote]
En estado de descubrimiento
El antiguo edificio que lo alberga es de estilo colonial y está en un estado bastante perjudicado por el paso de los años, como la mayoría en Cuba. En la planta baja existen dos amplias naves sembradas de altas columnas de fundición, y entre ellas esta aparcada una variada selección de automóviles clásicos de todas las épocas.
Tras la Revolución Cubana de 1959 los bienes de las acaudaladas familias de la isla caribeña fueron confiscados, y muchos fueron a parar a depósitos repartidos por todo el país. Este museo en realidad se denomina oficialmente “Depósito presidencial de automóviles”, pues contiene entre otros el Cadillac V-16 blindado de 1932 que utilizaba el Presidente Batista en los primeros años de su gobierno.
La otra joya de la exposición es sin duda un Rolls-Royce Phantom I de 1926 con una lujosa carrocería francesa, aunque el automóvil más antiguo de la colección es un Cadillac de 1904 que actualmente no está expuesto porque… ¡Se está restaurando en EE.UU! ¿Será verdad lo del acercamiento entre estos dos países históricamente enfrentados?
Alineados con los anteriores se encuentran otro Cadillac de 1932 y un Packard Eight de 1929, un MG TD de los años 50, toda clase de clásicos americanos de los años 20 a los 50 con múltiples modificaciones, un Alfa Romeo Spider de los años 60 o un impresionante camión Mack de los años 20 relativamente bien conservado.
Al fondo de una de las naves hay un extraño coche de pequeño tamaño con unos llamativos logos de Maserati, que no es otra cosa que una maqueta de plástico a escala 1/2 que se utilizó en una película rodada en la Habana sobre las carreras que allí corrió Fangio a los mandos de un Maserati real durante los años 50.
Detrás de este “falso coche” se pueden ver muchos otros automóviles arrumbados que están almacenados allí pero que solo se pueden “entrever”, y si nos fijamos bien descubriremos cosas tan interesantes como un Mercedes 190 SL de los años 50 o un impresionante Packard Phaeton de los años 20.
Eso sí, igual que ocurre en las calles, no hay que esperarse cromados impolutos ni pinturas relucientes; todos los vehículos que hay en este museo están viejos, desgastados y reparados con piezas de aquí y de allá, situación que esperemos que mejore en un futuro próximo, pues estas pequeñas joyas sin duda lo merecen.