Abadal y Cº, marca mítica de la automoción catalana
Bajo este título y para conmemorar el primer centenario de los automóviles Abadal, se ha organizado una interesante exposición temporal sobre la figura de Francisco Sarramalera Abadal, importante industrial catalán que siempre estuvo ligado al mundo del automóvil en diferentes facetas como las de carrocero, representante de diversas marcas o incluso constructor.
Había nacido en una acaudalada familia de industriales y pronto comenzó su afición por los artilugios con ruedas, llegando a ser a principios del Siglo XX un conocido ciclista de éxito.
Con la creación de la Hispano-Suiza de Barcelona vio una nueva oportunidad de negocio y obtuvo una de las primeras representaciones oficiales de la marca, estableciendo para ello el llamado “Auto Garaje Central” cuyas instalaciones estaban en la calle Consejo de Ciento de Barcelona.
En 1905 Paco Abadal -como era generalmente conocido- se convirtió también en uno de los primeros pilotos de la marca de la cigüeña, pues sus inquietudes como “sportman” también le llevaron al campo de la velocidad, sabedor además de que esta era una de las mejores propagandas posibles.
Y es que Abadal siempre fue un hombre inquieto y avanzado que utilizó todo cuanto estaba en su mano para conseguir la mayor proyección de los productos que vendía.
Gracias a estas cualidades consiguió, por ejemplo, convencer al entonces Rey Alfonso XIII de la compra de su primer Hispano-Suiza. Además de la representación de esta marca, pronto se estableció como representante de otros diversos fabricantes de coches y, tras asociarse con Pedro Homet y constituir la sociedad “F.S. Abadal y Cª”, trasladó sus talleres a la calle Letamendi.
Las nuevas instalaciones de mayor tamaño ofrecían grandes posibilidades que Paco Abadal, como solía ocurrir, no quiso desaprovechar.
Tras un periodo de desavenencias con la Hispano-Suiza le fue retirada la representación, y entonces vio vía libre para realizar uno de sus mayores anhelos: construir un automóvil bajo su propia enseña.
Así, en 1913 se presentaron los magníficos automóviles Abadal, que desde un principio recibieron muy buenas críticas por parte de la prensa especializada. Sin embargo, estos coches no se fabricaban íntegramente en Barcelona, sino que sus partes mecánicas eran manufacturadas en Bélgica, concretamente en la fábrica de automóviles Imperia.
El hábil Abadal había llegado a un acuerdo dado que sus talleres carecían del equipamiento necesario para producir la totalidad de componentes mecánicos, de manera que los coches llegaban a Barcelona procedentes de Bélgica semidesmontados y, una vez allí, recibían la carrocería y finalizaban su montaje.
No obstante, estos bellos y veloces automóviles también serían objeto de litigio con la Hispano-Suiza, pues sus sofisticadas mecánicas no eran sino copias casi exactas de los modelos Alfonso XIII de chasis largo de 45 HP y de su hermano menor, el 15-20 HP.
No se puede negar que los Abadal tenían buena presencia
El comienzo de la I Guerra Mundial y la ocupación de la fábrica Imperia por las tropas alemanas hicieron que la producción cesara prematuramente en 1914, siendo los últimos chasis mandados completamente desmontados a los talleres barceloneses.
Se estima que se llegaron a fabricar algo más de un centenar de vehículos Abadal antes del cese de producción, habiendo efectuado incluso participaciones deportivas notables en Francia y España.
Actualmente solo se conoce la existencia de dos Abadal, que han sido reunidos con motivo de esta exposición temporal. Ambos coches mantienen un alto grado de originalidad, si bien el carrozado como Coupé-Chauffeur llevaba desaparecido muchos años desde que fuera un participante asiduo en los rallyes de los años 60 y 70.
Los Abadal 45 HP podían considerarse perfectamente como automóviles deportivos en su época. Este pertenece al Museo de Caramulo (Portugal)
La otra unidad presente está en un magnífico estado de funcionamiento y, tal y como pudimos comprobar en la pasada edición del Centenario del Primer GP de España, “corría que se las pelaba”. Su comportamiento se puede considerar el de un auténtico deportivo de su época, como no podía ser menos siendo “hijo tecnológico” del Hispano-Suiza Alfonso XIII.
Pocas oportunidades habrá de volver a ver juntos a estas dos raras muestras de la historia automovilística española, y más si tenemos en cuenta que el ejemplar rojo ha sido cedido por cortesía del museo portugués de Caramulo.
Los otros coches integrantes de la exposición son un Hispano-Suiza T16, un Peugeot Lion de 1906 propiedad de la colección Salvador Claret y otro ilustre desaparecido, un Clement de 1903 que estrenase Paco Abadal y que aún durante el transcurso de la exposición fue llevado a Inglaterra donde ha sido subastado por una cifra importante.
Aún estaba puesto su cartel, que explicaba que “ha sido llevado a Inglaterra para una sesión fotográfica”… y algo más, como hemos podido saber después. La muestra se completa con una pequeña sala de cine donde se proyecta un documental sobre el personaje y una gran vitrina con objetos personales de la familia Abadal.
Por último, y como única pega, la casi total ausencia de menciones a la etapa Abadal-Buick (1917-1923), en la que la marca americana suministraba los chasis y la firma catalana los vestía con llamativas carrocerías “sport”. Y eso a pesar de que el museo de Terrassa colabora activamente con la Colección Claret de Sils, en la que hay –aunque muy modificado y poco original- uno de estos automóviles que además cubriría estupendamente el doloroso hueco dejado por el Clement subastado.
Para los que no se quieran perder la interesantísima exposición Abadal, les informamos de nuevo de que es temporal y de que solo estará en el museo hasta el 30 de junio de este año. El precio de la entrada general -no solo a la sección de transporte- es de 4,50 euros, siendo el precio de la reducida de 3,50 euros.
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