El Nissan Patrol de tercera generación (1980-89) ha sido uno de esos vehículos polivalentes, sólidos y fiables que han sido realmente útiles a lo largo y ancho del globo. Fabricado en diversos enclaves del mundo, parte de la producción se asignó a Motor Ibérica, S.A., la cual tenía sus principales plantas de producción en Ávila y sobre todo en Barcelona.
La historia de Motor Ibérica es algo enrevesada, así que básicamente diremos que fue la Ford española entre 1920 y 1954 y que, con posterioridad, se hizo poco a poco de la mano de Massey-Ferguson con un gran número de fabricantes patrios de vehículos industriales ligeros: FADISA, AVIA, AISA, VIASA…; tractores, los jeeps españoles, las ‘furgos’ Alfa Romeo o las Ebro-Siata, entre otros, eran sumistradas por esta antigua compañía automotriz.
En 1980 Massey vendió las acciones de Motor Ibérica a Nissan, la cual empezó a producir los modelos Patrol y Vanette en sus instalaciones. A la altura de 1987, la marca nipona tomó el control ‘total’ de la empresa y pasó así a convertirse en una de sus filiales europeas, Nissan Motor Ibérica.
Los Patrol españoles, en sus versiones de batalla corta y larga y con motorizaciones diversas -no olvidemos la ‘autóctona’ Perkins-, tuvieron dos versiones: Una primera fabricada entre 1981 y 1985, distinguible entre otras cosas por sus faros delanteros redondos; y una segunda, producida entre 1985 y 2001, más allá de la vigencia del modelo, y cuyas ópticas son cuadradas.
Un Nissan Patrol Diésel al Dakar
Hechas las presentaciones, vamos a lo que nos interesa. En 1986 un equipo de figuras del Centro Técnico Europeo de Nissan (NTCE) en Barcelona se puso manos a la obra para preparar un Patrol de 2ª serie para ganar el Dakar. Dentro del programa de Nissan Motorsport, la idea era encumbrar la nueva mecánica turbodiésel SD33 a lo más alto.
Una vez puesto a punto el proyecto español en 1987, dos unidades, numeradas 211 y 212 y pilotadas por Miguel Prieto y Ramon Termens y Jorge y Hansi Babler, respectivamente, tomaron parte en la categoría diésel de la dura travesía africana.
En la segunda etapa el camión de asistencia se averió y los equipos quedaron sin repuestos. Más tarde el 212 volcaba y rodaba por una duna. El 211 seguía adelante culminando los 13.000 kilómetros en la primera posición de la categoría diésel y novenos en la clasificación general. El primer ‘petrolero’ de la historia en colarse en el top ten de la mítica carrera de resistencia, todo un éxito.
En Vídeo: Afición en estado puro
Tras el triunfo los coches, apodados ‘Fanta Limón’ por razones evidentes, volvieron a casa y, con el correr de los años, al 212 se le perdió la pista. Por su parte, el 211 fue a parar a la fantástica colección de Salvador Claret en Sils, donde ha sido conservado hasta que hace 3 años un grupo de ingenieros y trabajadores de la planta de Nissan en Barcelona lo han recuperado para celebrar el 30 aniversario de la gesta descrita.
Currando en sus ratos libres y en los fines de semana, han hecho honor a la filosofía japonesa del trabajo devolviendo a la vida a un coche que había sufrido -como no podía ser de otra manera- el paso del tiempo y las heridas de la competición. Ante todo, da gusto ver la pasión con que ellos y la marca han acometido la restauración.
Hace apenas un mes, una vez terminado el trabajo, han regresado al desierto para contarnos su experiencia en Vídeo. Una lástima que no hayamos encontrado una versión subtitulada al castellano pero, si prestáis atención, yo creo que les vais a entender igual 😉
*Damos gracias a Sergio Astorga Arcas por el soplo de la noticia