Opel Corsa TR
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Opel Corsa TR, o cómo el pasado vuelve 36 años después

Ignacio Martín nos cuenta las experiencias vividas junto a su primer Opel Corsa TR y cómo ha conseguido hacerse con uno idéntico tras comprar, no una, sino dos unidades.

Éste es un artículo diferente, pero que sirve para poner en valor cómo vivimos los aficionados nuestra pasión, no sólo por los clásicos, sino por “nuestros clásicos”. Así, que dejamos que sea el propio Ignacio quien os cuente la historia… “Cuando me decidí era ya demasiado tarde. Quise recuperar de su penoso destierro al que fuera mi primer coche, un sencillo por no decir simple, Opel Corsa TR 1.2 S GL (Z-8063-U) de 1985 que durante los 90 me llevó -casi- allá donde quise. Años después, me propuse hacerme con una unidad similar, y éstas son las peripecias que pasé hasta conseguirlo.

Opel Corsa 1.2 TR En Panticosa

Después de su último trabajo como “coche para todo” de mi primo, pastor en Ejea de los Caballeros (Zaragoza), un camión con su “pulpo” se llevó al desguace mi querido Opel Corsa TR. Bien es cierto que le faltaba el motor (otro primo lo utilizó para probar un combustible a base de gas en un proyecto en la Universidad de Zaragoza) y reposaba desde hacía varios años a la intemperie, por lo que su estado dejaba mucho que desear.

Al venirme a vivir a tierras de Castilla y León en el 2009, decidí recuperar un trozo de mi pasado comprando un Corsa TR.

AVENTURAS Y DESVENTURAS A BORDO DEL OPEL CORSA TR

El coche en sí mismo es feo, poco potente -salvo los GSi-, pequeño, sin aire acondicionado, pero fue mi primer coche y, como se dice ahora, disfruté de maravillosas experiencias conduciéndolo. Os cuento algunas de ellas, como la primera vez que me lancé a viajar solo, es decir sin la “tutela” de mis padres, fue desde Zaragoza a Valladolid, no duré más de 35 kilómetros, ya que el coche empezó a dar tirones. Conseguí llegar a una gasolinera cercana para, primero, llamar a mi amigo Carlos y comentarle que no llegaba a la fiesta de esa noche y, luego, a mi primo, el “ingeniero”, para que me rescatara.

Vino, vio, desmontó, limpió y montó el carburador en una hora (estaba lleno de porquería del depósito, es lo que tiene apurarlo), por lo que pude continuar mi viaje. ¿Qué haces con 22 años cuando, por segunda vez en el día, el coche se calienta reventando el tubo de la calefacción a las 21:00 en una carretera comarcal cerca de Talarrubias en Badajoz habiendo salido esa mañana desde Vinaroz (Castellón) camino de Portugal y en plena Semana Santa? Pues dormir en el coche hasta el día siguiente…

Os recuerdo que en el año 93 no había teléfonos móviles. Afortunadamente, el dueño de la finca cuyo acceso cerrábamos logró arreglarlo con un trozo de manguera y pudimos llegar hasta el pueblo. Por 10.000 pesetas (60 euros) cambiaron la junta de culata.

CAMINO DE INGLATERRA

En 1995, conduje el Opel Corsa tr desde Zaragoza hasta Hull (Reino Unido), cruzando el canal por el Euro Túnel. Para mí, que me encanta conducir, era el no va más; lejos de casa, con mi coche, y conduciendo por la izquierda durante los meses que estuve estudiando allí. Al final de curso y antes de la vuelta había que aprovechar, llegué hasta el Lago Ness.

Durante esos meses, sólo tuve que cambiar un rodamiento de la rueda delantera derecha. Como no había tenido suficiente, ese mismo verano del 95, después de volver a Zaragoza, acabe de nuevo en Londres pasando previamente por París y Luxemburgo. Historias de viajes con el pequeño Corsa he tenido muchísima y quizá por aquello de recordar estos felices años me lancé a la compra de uno.

A LA BÚSQUEDA DE UNO

Ya decidido, comencé la aventura. El primer paso fue buscar en portales como Milanuncios y Wallapop, pero antes pregunté cuáles deben ser los criterios para la compra de un clásico: probar el vehículo, chapa, pintura e interiores en buen estado y tener la documentación en regla. En este tipo de coches, que apenas se van a revalorizar, hay que tener en cuenta el coste del posible reacondicionamiento.

Volviendo a la búsqueda, también tenía muy claro que el coche debía de ser lo más parecido a mi querido Corsa: Modelo TR 4 puertas del 85, motor 1.2 S de 55 CV, cinco velocidades, acabado GL y de color gris. Quizá penséis que eran demasiadas condiciones, pero debía ser lo más parecido posible. Durante unos 5 años no encontré ningún Opel Corsa que cumpliera estos requisitos y los que ocasionalmente cumplían estaban en un estado lamentable. En el 2018, localicé uno casi igual y el estado era muy bueno. Negocié con el dueño, pero por una pequeña diferencia de 200 euros lo perdí. Una pena, pensé.

Al cabo de unos meses encontré otro en la zona de La Coruña. No estaba nada seguro del color, parecía un poco verdoso. Le pedí a mi amigo Nacho que vive por la zona que pasara a verlo. Efectivamente, el color no era el que esperaba y parece que el motor no estaba en su mejor momento. Descartado y, Nacho, muchas gracias.

LA PRIMERA COMPRA

Al ver que no conseguía localizar ninguno, publiqué un anuncio de búsqueda con la foto de mi querido Opel Corsa TR. Recibí varias llamadas, pero ninguna de ellas cumplía con los requisitos. Hasta que, desde Cádiz, me ofrecieron uno muy parecido y con sólo unos 66.000 km, aunque el estado que no me daba mucha confianza. Sin embargo, la pandemia llegó, nos confinaron y no pude ir a verlo. El dueño me envió varias fotos y, a pesar el estado, me lancé. Estamos hablando de marzo del 2020.

Encontré un transporte por 300 euros, desde El Bosque en Cádiz a Valladolid, que no estaba mal. Le había dado vueltas al tema de bajar a por el coche, pero entre la pandemia y el estado de éste, como que no lo vi, y menos mal que tomé esa decisión. Al final pagué 500 euros por el coche, 300 euros por el transporte, 26 del Impuesto de transmisiones patrimoniales, 54 de las tasas por el cambio de titularidad y 100 por el seguro (980 euros en total). Todo gestionado personalmente para ahorrarme unos cuantos euros.

Por fin, a mediados de junio del 2020, conseguí traer el coche y una fría mañana lo fui a recoger donde había quedado con el transporte. No sé cómo denominar mis sensaciones. Increíble por volver a conducir un Opel Corsa, pero desilusionado con su estado. El motor no sonaba nada mal, aunque el embrague no parecía estar en sus mejores momentos. Del interior mejor ni hablo, bien es cierto que el dueño me había enviado fotos, pero no es lo mismo.

EL DESASTRE

Como veis, llevaba ya dos condiciones básicas en la compra de un coche incumplidas: ni lo fui a ver, ni tuve en cuenta el estado de este. Me imagino que dada mi inexperiencia no supe mantener a raya las emociones y me dejé llevar, tal vez presionado por las pocas unidades que encontraba y la posibilidad de no hacerme con ninguna. Todo estaba hecho y decidí seguir adelante.

Lo primero, estado de la situación: golpes en las puertas, rayas en los laterales, manchas de sol en el techo… O lo que es lo mismo: pintar entero, por lo que pedí varios presupuestos y la media rondaba los 1.500 euros. Aparte, había que arreglar los golpes, cambiar las gomas de las puertas, los faros, los intermitentes, etcétera. El interior había que acondicionarlo entero: paneles de las puertas, los asientos, una limpieza o cambio del salpicadero, el techo rajado, la bandeja trasera con dos agujeros… Desmonté los paragolpes y pilotos traseros, las noticias no eran mejores al encontrar muchas partes oxidadas.

En este punto ya tomé una decisión racional. No merecía la pena seguir con el reacondicionamiento y no sólo por el aspecto económico, que ya vi que se iba de madre, si no por el tiempo que iba a tener que invertir en encontrar las piezas. Proyecto desechado y puesta a la venta del coche por 500 euros.

…LA SEGUNDA COMPRA

Justo en este momento, finales de octubre del 2020, dando una vuelta por Milanuncios encontré el “Santo Grial” de mi búsqueda que, por las fotos, estaba impecable. Gris, los mismos paragolpes que mi ex Opel Corsa TR, pocos kilómetros y un interior espectacular, pues los asientos llevaban fundas de “leopardo” (¡esto es verdad!). El coche estaba en Gijón y esta vez no iba a comentar el mismo fallo, por lo que quedé con el dueño y subí a verlo.

La pena fue que estaba en un cobertizo, llevaba casi un año sin arrancar y bastante sucio por fuera. Las fotos también tenían un año. Pero no importó, el estado del interior era espectacular. No arrancaba, pero me daba igual. Craso error y segunda vez que meto la pata, hay que probar y darse una vuelta con el coche, pero en ese momento cerré la compra por 1.200 euros, con el mantenimiento, transferencia e ITV pasada incluido. Pensé que por mucho que le pasara al motor es siempre más fácil encontrar piezas de recambio que partes del interior como había podido comprobar.

A los 15 días ya tenía mi Opel Corsa TR en el que incluso la segunda llave estaba como nueva. En fin, lo que había estado buscando durante unos cuantos años. Fui a buscarlo en tren y con él me vine hasta Valladolid, pero. Y hay un gran “pero”. Nada más salir de la concesión un ruidito de las “profundidades” surgió. Tenía dos opciones, dar la vuelta o seguir. Y decidí seguir. Después de todo lo que había pasado, la ilusión que tenía de volver a conducir un Opel Corsa con sus “terroríficos” 55 CV me pudo. Seguí y seguí hasta Valladolid. El remedio para no escuchar demasiado el ruido era escuchar otro gran ruido: mis queridos Héroes del Silencio, con las mismas cintas de más de 36 años.

Superé Pajares sin problemas, aunque los tramos finales en segunda y a poco más de 40 km/h. Ya por las llanuras castellanas y debido a la niebla en varios tramos entre León y Valladolid, no me atreví a adelantar camiones; el “reprís” no es una virtud de este coche. Sin embargo, me permitió llegar a una velocidad de marcador digamos que suficientemente alta.

FINAL FELIZ

A la semana de tener el vehículo, contacté con un mecánico de “toda la vida” y el diagnóstico no fue tan aterrador: necesitaba cambiar el collarín del embrague y aprovechamos para cambiarlo entero. Total: 360 euros. Sin embargo, otro ruido –debía ser que un ruido enmascara a otro–, continuaba. El diagnóstico era peor: la caja de cambios. No tiene pinta de romperse, según el mecánico, pero bueno. Otra lección aprendida: siempre probar el coche antes de comprarlo.

Mientras tanto, había puesto a la venta el primer Corsa que compré. Empecé pidiendo 500 euros y acabé vendiéndolo por 100 a un desguace, ya que los particulares no me daban más de 200 euros y, por este precio y para no tener líos, mejor al desguace. Eso sí, pude quedarme con un par de piezas y las llantas. Perdí: 800 euros. En fin. Sin comentarios.

Cada vez que veo mi Opel Corsa TR es como volver en la máquina del tiempo a una época con grandes recuerdos y viajes. El coche en sí mismo no representa nada y, económicamente, apenas tiene valor, pero para mí despierta muchos sentimientos que no es que sienta morriña de ellos, sino que me permiten volver a recordar una etapa de mi vida. A partir de ahora, quiero viajar todo lo que pueda con él. El pasado fin de semana, pudisteis verlo en el Valladolid Motor Vintage, donde ya ha participado en dos ocasiones.

Por cierto, mi coche favorito de los 80 es el Renault 5 GT Turbo. Os cuento una curiosidad: mis primos, los del pueblo (Ejea), tenían un precioso GT Turbo rojo Fase II de ¡coche de autoescuela! Pero esa ya es otra historia…».

Texto y fotos de Ignacio Martín.

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Escrito por Iván Vicario Martín

Tengo la suerte de haber convertido mi pasión en mi forma de ganarme la vida. Desde que salí de la Facultad de Ciencias de la Información en 2004 me dedico profesionalmente al periodismo del motor. Arranqué en la revista Coches Clásicos en sus inicios, pasando a dirigirla en 2012, año en el que también me puse al frente de Clásicos Populares. A lo largo de estas casi dos décadas de carrera profesional he trabajado en todo tipo de medios, incluyendo revistas, radio, web y televisión, siempre en formatos y programas relacionados con el motor. Me vuelven loco los clásicos, la Fórmula 1 y las 24 Horas de Le Mans.

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