Niño jugando
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Opinión: Necesitamos una generación de recambio

De nada servirán nuestros esfuerzos por conservar nuestro patrimonio automovilístico sin detrás no viene una generación que los dé continuidad. La base existe, sólo tenemos que cuidarla y ayudar a que crezca.

Oigo sin parar, de unos y de otros, predicciones muy negativas sobre el futuro de nuestros coches clásicos. Los unos contentos de que por fin prohíban la circulación de estas máquinas infernales y tan contaminantes. Los otros pensando que su afición está abocada al desastre.

Sin embargo, todos debemos ser conscientes de que dependerá de nosotros lo que pase, ¿o es una especie de maldición divina contra la que nada se puede hacer? Ejemplo práctico: recientemente hemos oído con resignación que el Parlamento Europeo se proponía prohibir la venta de vehículos con motores de combustión a partir de 2035. De hecho, los medios de comunicación nos lo daban por cerrado; y, de repente, irrumpen Alemania e Italia, dicen que se oponen -estas cosas suelen estar precocinadas para que la votación salga como se espera con anterioridad-, y lo que se iba a concretar en dos días queda pospuesto sin nueva fecha “para realizar un análisis más profundo”.

De pronto, Alemania e Italia caen en la cuenta de que 14 millones de puestos de trabajo en toda Europa dependen de la industria del automóvil tal como la conocemos. Repito, ¡14 millones de empleos! Y la pregunta es: ¿nos podemos permitir prescindir de esa fuente de riqueza, sin proponer una alternativa? Pienso que no.

VOLVAMOS A NUESTROS CLÁSICOS

Hace unos días tuvo lugar la feria ClassicMadrid y, seamos sinceros, a pesar del ímprobo esfuerzo de los organizadores, no alcanzó los niveles que hemos conocido en ediciones de antaño. Sin embargo, el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid ha sido un hervidero de gente con interés de visitar la feria y contemplar los coches que allí se habían reunido.

Niños junto a grafitti de un coche
Niños junto a un grafiti de un Corvette. Imagen de Denise Husted en Pixabay.

Ante una afirmación de que las ferias están de capa caída, una persona de la organización distinguía con acierto entre feria y salón. Quizá tengamos que ir a lo segundo y añadir más eventos paralelos y más superficie para clubes en el exterior y más… opiniones, porque de esas hay para dar y tomar. La cuestión es que, si uno miraba a su alrededor, veía mucha chavalería. Jóvenes, en ocasiones con sus padres y otras en grupo, comentando tal o cual modelo con más o menos acierto, el mismo con el que lo hacíamos nosotros hace años. Y entonces te das cuenta de que esa es la base del futuro, o no, de nuestra afición.

Una buena parte de los propietarios de las grandes colecciones de coches que hemos tenido en España en los años ochenta no dejaba a sus hijos acercarse siquiera a esos automóviles. Eran demasiado preciados. Como consecuencia, cuando esos chavales crecieron, abominaban de sus coches o, simplemente, ni sabían los que tenían en el garaje.

LAS GENERACIONES FURURAS

Siempre he sostenido que los coches son para disfrutarlos y mis hijos han podido hacerlo siempre que han querido, sin obligarles tampoco a ello ni un ápice, lo que igualmente hubiera podido ser contraproducente. Como suele pasar, alguno de ellos ha desarrollado una mayor afición, otro algo menos y el tercero pues más tardía. En cualquier caso, tienen sensibilidad por este tema y conocen el sentido histórico que tiene.

Necesitamos a esa generación de recambio que sea la continuadora, y desarrolladora, de lo que nosotros recibimos. Y si es numerosa, pues será importante para las decisiones que pueda tomar nuestra clase política.

A ésta última le doy un dato muy revelador, para que lo tenga en cuenta: el 8 de abril de 2022 abrió sus puertas una exposición de coches en el museo Guggenheim de Bilbao de un nivel pocas veces conseguido. Estaba promovida por el arquitecto Norman Foster, que actuaba de comisario de la misma, exponía alguno de sus propios coches y se había encargado de pedir a los mejores coleccionistas del mundo que cedieran también los suyos.

Niño en un maletero
Niño jugando en el maletero de un clásico. Imagen de hvsophia en Pixabay.

Pues bien, el 7 de agosto la exposición superó el medio millón de visitantes, pero es que el museo Guggenheim cerró el segundo mejor mes de julio de toda su historia. ¿Somos capaces de conceptualizar esto? Desde su inauguración por parte del Rey Juan Carlos I el 18 de Octubre de 1997, es decir, justo veinticinco años antes; un museo de fama mundial del Guggenheim de Bilbao, habiendo ofrecido exposiciones con obras de los mejores artistas de todas las especialidades, sólo en una ocasión había batido el número de visitantes que fueron a ver aquellos coches en el mes de julio.

Impresionante, ¿verdad? Pues el 2 de septiembre el museo reportaba que “más de 650.000 personas” habían visitado la exposición Motion, art and architecture, completando así el mejor verano de toda su historia.

HAY ESPERANZA

estuve allí y fui precisamente uno de los que lo visitó en julio. Les puedo asegurar una cosa, estaba abarrotado de niños y de jóvenes disfrutando de los coches junto con sus padres… ¡y sus madres! Un montón de público femenino de todas las edades también saboreaba la belleza de los automóviles expuestos. Ninguno estaba allí viendo naturaleza muerta o una especie de bodegón en 3D. Todos se quedaban maravillados ante el diseño, las formas y las prestaciones de lo que tenían ante sí.

Niños junto a un coche clásico.
Niños junto a un coche clásico. Imagen de Denise Husted en Pixabay.

Si ustedes hubieran estado en el momento en el que dos niños de unos diez años se tiraban al suelo para ver por dónde salían los escapes del Pegaso Z-102 Cúpula, “el Dominicano”, estarían de acuerdo conmigo en que necesitamos una generación de recambio, pero que la base para que florezca existe y nuestra mayor responsabilidad es el promoverla.

Imagen de portada de Phil Riley en Pixabay.

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Escrito por Jaime Queralt-Lortzing Beckmann

La voz inglesa freaky la hemos trasladado al español como friqui y creo que define bastante acertadamente mi desmedida afición por esos clásicos que, por una razón u otra, puedan ser considerados raros, como series de unidades limitadas, con soluciones tecnológicas excéntricas o esos prototipos desconocidos. Empecé organizando, junto con un grupo de entusiastas, el campeonato TRECE de regularidad para clásicos y tengo el placer de formar parte del equipo que fundó la extinta revista Coches Clásicos, en la que hemos tenido la ocasión de escribir desde hace dieciocho años. Sigo considerándome piloto de rallies y trato de preservar una pequeña colección de esas rarezas.

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