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Panda Raid, al desierto

Etapa 3: Maadid-Merzouga (11-03-2014)

Uno de los objetivos de este raid es traer a los niños del sur unos 20 kilos de material escolar. Pues bien, éste era el día en que se hacía efectiva su entrega a la ONG Camino al Sur en una ceremonia que se celebró en la escuela de Blaghma. Llenamos una gran sala con el material que familiares, amigos y algunas empresas habían donado, y la escuela nos obsequió con unas pastas y té.

Los niños al principio se mostraban tímidos, pero poco a poco fuimos hablando con ellos, en francés algunos y otros en el idioma internacional de los gestos. Luego, después de unas palabras de las autoridades de la zona, nos dieron unos dibujos de los Pandas que hicieron con los distintos números de los equipos y terminamos compartiendo juegos en el patio del colegio. La verdad que la escuela y los niños nos dieron muy buena impresión.

Más tarde, salimos a recorrer los 100 kilómetros de la etapa rumbo a las dunas de Merzouga. En esta ocasión se puso también en marcha una prueba de navegación donde había que encontrar varias balizas en medio del desierto.

Pie de foto
No es fácil guiarse en el desierto. Todavía menos vivir allí

Cuando salimos de la escuela el alternador que pusimos el día anterior hacía un ruido infernal, todo indicaba que de un momento a otro dejaría de funcionar. Efectivamente, antes de entrar a la población de Erfoud la ausencia del ruido y la presencia de olor a quemado nos obligaba a parar y, después de comprobar que se había quedado bloqueado, procedimos a su sustitución por el reparado la noche anterior.

En una hora, quemaduras aparte, nos pusimos en marcha. Menos mal que ese día nos tocaba salir de los primeros y aunque nos adelantaron bastantes Pandas no perdimos mucho tiempo.

Aproximadamente en el kilómetro 40 dejamos el asfalto y nos concentramos en el control obligatorio donde cada 30 segundos nos daban paso. En esta etapa los 4×4 teníamos, en algunos puntos, pasos distintos y obligados a los 4×2.

Pie de foto
Aunque no lo parezca, esta Mobylette corría lo suyo

Rezaba el roadbook “cuidado, estáis en pleno desierto”; efectivamente, tratábamos de seguir las ruta indicada pero se perdían las referencias, rumbo 90 grados, rumbo 130… Coches en todas direcciones. Al final decidimos unirnos a un grupo de Pandas tan perdidos como nosotros, mejor perderse en compañía. Nos habíamos pasado la ruta indicada y teníamos que volver hacia atrás. En este punto tirábamos de prismáticos para encontrar el siguiente punto obligado de paso.

Algunos coches se calentaban en exceso, menos mal que estábamos en marzo. En una de las paradas del grupo para debatir y reordenar nuestro rumbo, aparece, no sabemos de donde, un nativo berebere en una Mobylette que nos quería vender unos fósiles o cambiarlos por algo. Le preguntamos, y después de negociar una “recompensa” nos lleva hasta el siguiente punto de paso. ¡No sabéis cómo corría la moto esa!

Una vez retomada la ruta correcta nos encontramos con más Pandas y ayudamos a desatascar a alguno que se había quedado en los numerosos “oueds” arenosos que tuvimos que atravesar. El coche se está portando bien a pesar del tute recibido, aunque se calienta algo cuando le forzamos en primera marcha atravesando zonas de arena exigentes.

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El campamento

En el kilómetro 75 de la ruta llegamos al punto donde empieza la prueba de navegación. Esta prueba la preparamos el día anterior e hicimos un pequeño esquema de cómo teníamos que encararla. Se trata de encontrar dos balizas en forma de 7 en medio de la nada de las que cuelga una especie de grapadora para marcar el libro de ruta y justificar que hemos pasado por allí. El tiempo máximo es de 20 minutos.

Comenzamos y lo importante es olvidarse de las rodadas, ya que hay en todas las direcciones que te encuentras, y controlar, mantener y seguir el rumbo correcto, siendo muy exactos en las medidas de la distancia. Encontramos una fácilmente, marcamos el libro y seguimos hacia la otra. Pronto encontramos la segunda, grapamos y seguimos hacia el punto de verificación. Unas dudas en la ruta a seguir después casi nos hacen olvidar que teníamos que enseñar las grapas en el punto de control pero rectificamos a tiempo y conseguimos salir airosos del trance.

Seguimos la ruta marcada y pasamos por un poblado semiabandonado donde había que encontrar una referencia de una puerta de una casa empapelada de pegatinas de “elf”. El coche se seguía calentando un poquito, sólo poniendo tercera bajaba, a unos 90 grados; Pero no podíamos llevar tanta velocidad en algunos tramos, las pistas estaban llenas de sorpresas en forma de baches y piedras.

Pie de foto
Los mecánicos y su camión taller mantuvieron a muchos de los Pandas con vida

Cuando faltaban dos kilómetros para terminar la etapa comenzaba el tramo de regularidad dividido en dos secciones. Primero una montaña pedregosa con una media de 15 kilómetros por hora, plagada de baches y de piedras puntiagudas que pasamos sin casi problemas, y luego más de un kilómetro por el lecho de un “oued” arenoso en el que muchos Pandas estaban atrapados a un lado y a otro sin ninguna zona de descanso. Nosotros con la tracción a las 4 ruedas pudimos ir pasando poco a poco con el coche muy revolucionado para no quedarnos.

De repente una densa columna de vapor sale del motor, si nos paramos nos quedamos y busco una zona un poco más firme. Intentamos abrir el capó pero no se deja, debe de tener algún mecanismo que lo impide si el coche está caliente. Logramos abrirlo y enfriarlo un poco, y en esto vemos que la gente del control oculto de paso nos dice que empujemos un poco que estamos penalizando, nos habíamos quedado a dos metros del paso. Sin duda preferimos conservar la mecánica para el resto de días.

Al final rellenamos de agua y logramos salir del “oued” hacia donde nos espera el campamento. Tienda, revisar coche y a descansar. Esa noche, hasta muy entrada la madrugada, se oyeron los trabajos en el camión de mecánicos para dejar los coches que se habían averiado a punto para el día siguiente.

Lee la 2ª parte de la crónica Panda Raid →

 

Escrito por Miguel Ángel Menéndez

Miguel Ángel Menéndez, aficionado a la aventura, nos cuenta qué tal le ha ido en el Panda Raid de este año.

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