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Pedroso 1928, un coche de diseñador español con Le Mans como objetivo

Aunque se hizo en Biarritz, por diseño y piloto el Pedroso Roadster de 1928 es un interesante modelo perteneciente a la historia del automovilismo nacional. Pensado para competir en Le Mans 1928, su sofisticado motor en aluminio con doble árbol de levas en cabeza es una muestra más en la trayectoria de su creador, el cual fue uno de los dos socios fundadores de Soriano-Pedroso. Una breve pero llamativa marca de automóviles destinados a las carreras.

Aunque la producción en cadena ya había aparecido con el Ford T en 1908, durante los años veinte el automóvil aun no era un objeto de masas. Menos incluso en países como España. Donde todavía quedaba bastante para el definitivo florecer de las clases medias urbanas. Así las cosas, la movilidad para la mayor parte de la población se entendía en torno a las motocicletas, las bicicletas o las mismas caballerías que venían ayudando al hombre en las tareas agrícolas desde siglos atrás. Sin embargo, las marcas dedicadas al sector del gran lujo vivían uno de sus mejores momentos.

Destinadas a una clientela compuesta por aristócratas, grandes empresarios y jefes de estado, empresas como Bugatti, Isotta Frachini, Duesenberg, Hispano-Suiza o Rolls-Royce vivían sus particulares años dorados gracias a chequeras sin miedo a las cifras. En ese sentido, muchos de los mejores modelos de lujo de toda la historia nacieron durante los años veinte. Un panorama repleto de berlinas que, no obstante, convivía con una amplia escena en el automovilismo deportivo. De hecho, muchas de aquellas grandes marcas prepararon algunas de sus creaciones para el mundo de la competición.

Algo que configuró otro interesante y lucrativo nicho de mercado: el de los “gentleman racers”. Jóvenes, adinerados y exitosos hombres de negocio que desprendidamente ponían sus vidas en riesgo durante carreras financiadas por ellos mismos. Una forma de estar en el mundo que desapareció según los campeonatos se profesionalizaron con la aparición de los equipos oficiales. No obstante, hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial fue dominante bajo las banderas a cuadros. Siendo el mejor ejemplo el de los Bentley Boys liderados por Woolf Barnato y el sagaz Tim Birkin. Protagonistas de la mejor época en carreras para la marca británica. Justo el tipo de personas al que se dirigían modelos de carrera como los Soriano-Pedroso.

SORIANO-PEDROSO, COCHES DE CARRERAS CON UN TOQUE HISPANO

Buceando en la historia del automovilismo deportivo en España encontramos una interesante referencia entre 1919 y 1924. Se trata de Soriano-Pedroso. Una marca que, aún teniendo sus talleres en la localidad francesa de Biarritz, no puede ocultar sus orígenes hispanos. Algo similar, aunque en mucha menor escala productiva claro está, a lo que ocurrió con Hispano-Suiza cuando abrió su fábrica parisina en Bois-Colombes. Creada por los aristócratas Ricardo Soriano y José Luis de Pedroso bajo el nombre de Societé des Automobiles Soriano-Pedroso, ésta se propuso ofrecer coches de carreras con un alto nivel tecnológico tomando motores de origen Ballot.

Marca que finalmente acabaría absorbida por Hispano-Suiza en 1931, no sin antes dejar una buena colección de modelos tan sofisticados como notorios en la competición. De todos modos, regresando a los Soriano-Pedroso hay que reconocer que sí, que lograron su propósito. Un propósito que quizás no fue del todo exitoso a nivel de ventas. Aunque en lo tecnológico dejo diseños tan interesantes como el de sus transmisiones.

Y es que la caja de cambios no iba acoplada al motor. Sino situada justo en el centro del chasis derivando la fuerza hacia las ruedas traseras a través de unas cadenas transversales. De esta forma, los Soriano-Pedroso destacaron por su reparto de pesos responsable de facilitar un comportamiento dinámico por encima de la media. Una de las características más valoradas por los potenciales clientes de la marca.

Justo esos mismos “gentleman racer” a los que aludíamos anteriormente. Interesados en modelos creados por y para las carreras en la senda de lo marcado por el Hispano-Suiza T45 Alfonso XIII en 1911. Además, el emplazamiento escogido por los dos aristócratas españoles para la instalación de su empresa facilitaba las cosas. Y es que, al fin y al cabo, Biarritz era uno de los lugares de veraneo más selectos en toda Europa. Congregando desde mediados del siglo XIX a buena parte de las burguesías francesa y española.

PEDROSO ROADSTER 1928, EL INTENTO DE LLEGAR A LE MANS

Para 1924, Soriano-Pedroso ya había fabricado algunos deportivos capaces de rivalizar incluso con los florecientes FIAT y Alfa Romeo de carreras. Sin embargo, el número de unidades vendidas era realmente escaso. Dada la situación, los socios separaron sus caminos aunque siguieron dedicándose entre otros asuntos a negocios relacionados con la mecánica. De hecho, Jose Luis de Pedroso se lanzó a la construcción de motores náuticos. Actividad que no pudo hacerle olvidar su pasión por las carreras, fabricando en 1928 dos unidades de un sofisticado motor con el automovilismo en la mirilla.

Fundido en aluminio, su disposición de ocho cilindros en línea sumaba en total dos litros de cilindrada. Además, y en la manera que un año más tarde haría el Bentley Blower, este motor contó con sobrealimentación. Una virgería mecánica para la época. Más aún si tenemos en cuenta cómo se perfeccionó con un doble árbol de levas en cabeza dotado de sincronización variable controlada desde el panel de mandos. Llegados a este punto sólo quedaba instalar los dos motores en sus respectivas bases. Para ello se elaboró un diseño de chasis en largueros con suspensiones de ballesta y amortiguadores de fricción.

Así las cosas, no es difícil pensar para qué se construyeron los dos Pedroso Roadster de 1928. Ni más ni menos que Le Mans. Por ello la cilindrada tan ajustada a los dos litros, seguramente teniendo en mente ser una opción ganadora dentro de la categoría de motores medios. Ésa en la que se inscribían los vehículos con cilindradas de 1,1 a 2 litros. La mayoritaria en número de inscritos, aunque claramente superados en resultados por los Bentley, Stutz o Chrysler con más de cuatro litros. No obstante, Jose Luis de Pedroso se accidentó en una carrera menor semanas antes de la edición de Le Mans en 1928. De esta manera no pudo llegar a la cita francesa, y de hecho tampoco quiso hacerlo en años siguientes.

Llegado el fragor bélico de la Segunda Guerra Mundial, a uno de los dos Pedroso Roadster se le perdió la pista. Sin embargo, afortunadamente uno de ambos aún siguió en manos de los herederos del piloto y diseñador, siendo exportado a los Estados Unidos en 1960 por su hijo. A partir de aquí el Pedroso Roadster de 1928 fue visto en diversos eventos de clásicos por la Costa Este. E incluso llegó a estar expuesto en el prestigioso Museo Petersen Automotive de Los Ángeles. Todo ello para tener en la subasta organizada por Bonhams el pasado 2021 su último capítulo comercial por el momento. Algo a celebrar en el sentido de su excelente conservación. Pero también motivo de reflexión al ser otro modelo del automovilismo nacional tan valorado en el extranjero como desconocido en nuestro país.

Imágenes: Bonhams

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Escrito por Miguel Sánchez

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