Tras casi 9.000 kilómetros de infarto, Carlos Sainz ha obtenido la victoria en la última edición del Rally Dakar. Un rally que, aunque ya no llegue a la ciudad que le dio nombre, sigue siendo la prueba automovilística más dura del calendario. Todo un reto para pilotos y mecánicos, donde los coches han de soportar condiciones extremas de todo tipo. Por ello, aquí la fiabilidad y la dureza son tan esenciales como la potencia o la manejabilidad.
Y si hablamos de dureza… posiblemente una de las primeras marcas en venirnos a la cabeza sea Peugeot. No son coches especialmente bonitos, estamos de acuerdo en que, normalmente, no entran por la vista. Tampoco suelen proporcionan trepidantes sensaciones deportivas en circuito o carretera de montaña. Sin embargo… son duros, fiables y robustos.
Quizá por ello la marca del león es todo un símbolo en el mundo de los rally. Un símbolo que se ha forjado gracias a iconos como los 205 y 405 Turbo 16, el actual 3008 DKR o… ¡los antiguos 404 y 504! Y sí, si no te imaginas cruzando África a esos simplones utilitarios… mira este vídeo y comprueba de lo que eran capaces. ¡Alucinante!
DE LOS PRIMEROS PEUGEOT DEL DAKAR AL 205 TURBO 16
1979 contempló la primera edición del París – Argel – Dakar. Toda una hazaña para pioneros, hasta el punto de que aquello tuvo que ser una especie de “carrera de los autos locos”. Porque había que estar muy loco para meterse en semejante hazaña… ¡por libre! Y es que así fueron los primeros Peugeot al Dakar, por libre. Seis 504 y dos 404 participaron en aquella primera gesta, y la mejor posición fue la del 504 de Raymond Thèrage. Una discreta… 70ª posición. No obstante, no está nada mal si tenemos en cuenta que su 504 era poco más que la versión de serie. Pocos coches de segmento medio podían dar muestras de semejante fiabilidad.
Más allá de este tipo de heroísmos individuales, Peugeot no compitió en el Dakar hasta 1987. La razón era obvia: se encontraba de sobra entretenida disputando el Mundial de Rally gracias a sus coches del Grupo B. Especialmente gracias a su espectacular 205 Turbo 16, un mito de las pistas prohibido en 1986. Toda una pena, puesto que venía de ganar dos títulos mundiales pilotado por Timo Salonen y Juha Kankkunen. No obstante, aquella prohibición de los Grupo B por parte de la FIA resultó ser una oportunidad para Peugeot. De repente el león francés miraba a África…
Con Jean Todt a la cabeza, el equipo de Peugeot Sport se puso manos a la obra con la vista puesta en el Dakar de 1987. Así, y sobre la base de un 206 Turbo 16 del Grupo B, empezó la adaptación a las exigentes pistas africanas. El motor se ajustó a necesidades donde imperaba la fiabilidad en largos recorridos. Por ello redujo su potencia hasta los 380 CV, mejoró su funcionamiento a altas temperaturas y se adaptó para marchar más desahogado a medio régimen.
La batalla se amplió en unos 33 centímetros, con lo que se pudo montar un depósito extra de 190 litros. Además, las suspensiones recibieron un cambio radical al aumentar su recorrido gracias a nuevas rótulas y triángulos reforzados. La tracción se mantuvo integral. La caja de cambios reforzó su piñonería y adaptó sus desarrollos a las necesidades de la marcha por el desierto. Al tiempo, se montaba una dirección asistida para facilitar la labor a pilotos que debían aguantar una enorme presión durante horas.
En suma, aunque la adaptación no fue fácil, el 206 Turbo 16 estuvo listo para ir al Dakar de 1987. Y no sólo listo para ir, sino también para ganar. Tanto en el 87 como en el 88, con unos pletóricos Vatanen y Kankkunen al volante. Pero ahí no quedó la cosa, porque Peugeot tenía aún una nueva bestia para liberar…
DEL FALLIDO GRUPO S A LAS PISTAS DE ÁFRICA: EL 405 TURBO 16
Casi 500 CV, motor de cuatro cilindros sobrealimentado, turbocompresor de geometría variable, transmisión secuencial… Una auténtica bomba de potencia. Estamos hablando del 405 Turbo 16. Un coche que, en principio, se desarrolló para competir en el fallido Grupo S. Aquel segmento que la FIA ideó como sustituto del Grupo B pero que nunca llegó a legalizarse debido a cuestiones de seguridad.
Y es que, aunque la FIA pretendía rebajar la potencia desde los 500CV del Grupo B hasta los 300 como máximo en el Grupo S… el resto de parámetros casi no se tocaban, por lo que estos coches seguían siendo unas verdaderas bestias protagonistas de no pocos accidentes. Y eso que, por la no aprobación del segmento, nunca pasaron de ser prototipos…
Aunque en el caso del 405 Turbo 16, sí hubo una vida más allá de las pruebas de diseño. Una vida exitosa en la que logró ser el vencedor en los Dakar de 1989 y 1990, ambos con un Ari Vatanen dominador de la escena. Escena que podría haber sido aún más victoriosa si en 1988 ¡no le hubieran robado el coche! Y es que claro, aunque en medio del desierto no hay mucha gente… lo cierto es que estos coches llaman mucho la atención. De tal que una noche su Peugeot desapareció.
Y, aunque éste apareció unas horas más tarde… Vatanen fue descalificado ese mismo día al haber tomado tarde la salida, a pesar de que iba primero con una ventaja de dos horas sobre el siguiente. Y todo esto tras una rocambolesca historia en la que Jean Todt recibió una llamada en la que se le citaba en un punto cercano al campamento para poder recuperar el coche «dentro de 15 minutos, con 15 millones de francos«. Cosas que sólo podían pasar en el Dakar de África.
Más allá de robos que hubieran sido la delicia de El Pera en sus años mozos… Peugeot ganó sus cuatro primeras participaciones en el Dakar. El dominio era absoluto. Tanto que en 1990 la marca hizo triplete, colocando a tres de sus pilotos -Vatanen, Waldergard y Ambrosino- en el podio. Así las cosas, y quizá inspirada por el hecho de que cuando se ha llegado tan alto ya no se puede más que caer, Peugeot se retiró del Dakar por todo lo alto. Pero no para siempre…
REGRESO A LO MÁS ALTO DEL RALLY DAKAR
Tras 25 años, Peugeot regresó al desierto. Aunque no al de África, ya que el Dakar se había trasladado ya a Sudamérica. El objetivo era sencillo: volver a conquistar un palmarés a la altura de los primeros tiempos. Y aunque en el 2015 no lo consiguieron… su 2008 DKR sí estuvo a la altura en el 2016. Pilotado por Stéphane Peterhansel, el equipo Peugeot se hizo la victoria absoluta.
Victoria revalidada en el 2017 también por Peterhansel, la cual se ha repetido en este 2018, llevando a Carlos Sainz de nuevo a lo más alto del podio del Dakar a bordo del 3008DKR. Un “buggy” de poco más de 1000 kilos, con un depósito de combustible de hasta 400 litros y… ¡sólo tracción trasera! Todo un ingenio devora-obstáculos que ya ha entrado en la leyenda de Peugeot en el Dakar. Una marca con 7 victorias en 8 participaciones, la cual es capaz de generar una expectación como ésta…