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Peugette 104 Barchetta, una idea creativa y juvenil a firma de Pininfarina

Concebido por Aldo Brovarone, este prototipo tenía visos reales de llegar a serie para haber sido así uno de los modelos populares más exóticos jamás vistos.

La relación entre Peugeot y Pininfarina siempre ha dado frutos interesantes. Y es que más allá de las celebradas versiones descapotable y coupé del 504 en 1969, el carrocero italiano es responsable de diseños tan elegantes como el del 404 de 1960. Dotado de un estilo que recuerda al de algunos Lancia del momento, éste fue el primer paso de una colaboración que ha tenido como último gran icono al 406 Coupé; un episodio donde la guinda la pone el prototipo 406 Toscana de 1996.

Sin embargo, la historia entre ambas marcas también ha dejado proyectos por el camino. Vehículos que plasmaban una idea inteligente pero finalmente no llevada a la práctica. Ése es el caso del 104 Peugette. Una creación presentada por Pininfarina en el Salón de Turín de 1976 con la firma de Aldo Brovarone.

Y sí, acabas de leer bien dos cosas. La primera es que este Peugeot barchetta basado en líneas geométricas es una creación del diseñador del Dino 246GTB y el Alfa Romeo Superflow. Algo que no debería sorprendernos, ya que el prolífico diseñador italiano abrazó en los setenta la línea recta con la misma dedicación con la veneró la curva durante la década anterior. De hecho Aldo Brovarone presentó su Lancia Gamma Coupé el mismo año que el 104 Peugette.

La segunda es que, lejos de ser Peugeot la que encargase a Pininfarina un prototipo a modo de ejercicio de estilo, fue el propio carrocero quien ideó en solitario este Peugeot barchetta para ofrecerlo a la empresa gala en calidad de posible fabricante. Algo no tan extraño, pues la logística de Pininfarina en su fábrica de San Giogio Canavese ha permitido que ésta ensamble allí coches de gran serie.

De hecho el 406 Coupé de 1996 se producía allí con mecánicas enviadas por Peugeot desde Francia. Un planteamiento industrial que nos lleva a la siguiente conclusión: lejos de ser un simple experimento, el 104 Peugette se hizo con ánimo de llevarse al mercado. Pero por qué esto salió mal.

104 PEUGETTE. MUCHO MÁS QUE UN EJERCICIO DE ESTILO

Viendo en el telediario algún pase de moda celebrado en esta o aquella pasarela internacional muchos hemos escuchado lo de “esto no se lo pondría nadie”. Y es cierto, ya que las más de esas creaciones son puros ejercicios de estilo impensables para la producción en serie. Entonces por qué se hacen,

Pues precisamente para ensayar. Para experimentar los límites de lo posible y así poder ir estudiando tendencias. Justo el mismo cometido por el cual los diseñadores de automóviles realizan sus coches concepto. Propuestas radicales imposibles de llevar a los concesionarios, pero brillantes a la hora de influir en los años venideros.

Los años a caballo entre el final de los sesenta y el comienzo de los setenta son un buen ejemplo de ello. Y es que, aunque ejercicios de diseño como el Lancia Stratos Zero o el Ferrari Modulo fueran simplemente eso -ejercicios de estilo- lo cierto es que han ejercido una influencia decisiva para todo lo que vino durante los 20 años posteriores.

En ese sentido el 104 Peugeot Barchetta parece otro prototipo sin afán de llegar a serie. Sin embargo su intención fue justo la contraria. De hecho Pininfarina lo ideó por su cuenta pensando que Peugeot caería seducida ante la idea de fabricar este pequeño deportivo tan original como económico.

Ese era el planteamiento con el que Pininfarina pensaba poner la deportividad y el diseño más rupturista al alcance de una juventud atrevida en sus gustos. Y ojo, porque con los estudios de mercado en la mano la idea resultaba interesante y rentable. Al fin y al cabo, a mediados de los setenta el nicho comercial de un pequeño y divertido deportivo popular con diseño extravagante estaba desierto.

 

Más aún si tenemos en cuenta que cualquier posible competidor se iba de precio muy por encima de lo que se hubiera ido este 104 Peugette. Por ello Pininfarina pensó en lo interesante que sería hacerlo sobre la base de un compacto tan eficiente y vendido como el Peugeot 104. No obstante, nada salió como se esperaba.

PININFARINA MIRANDO A PEUGEOT Y PEUGEOT MIRANDO A CITROËN

Pensado como un coche de construcción sencilla y económica, el 104 Peugette tenía al mercado joven en la mirilla. De hecho para simplificar su producción Pininfarina dispuso paneles de carrocería simétricos, siendo iguales los paragolpes traseros y delanteros.

Esto resultaba muy económico tanto en lo que se refiere a cadena de montaje como a oferta de repuestos, haciendo del Peugette un producto interesante para gente de escaso poder adquisitivo. Sin embargo, lo cierto es que este tipo de comprador no suele decantarse por coches más centrados en el capricho que en la practicidad.

Además lo que definitivamente alejó a Peugeot de los cantos de sirena de Pininfarina fue la compra de Citroën. Y es que, el mismo año en el que se presentó el Peugeot Barchetta la marca del león realizó la compra de Citroën, virando todo su esfuerzo financiero a crear coches de venta masiva para asegurar la operación.

Así las cosas, lo cierto es que los italianos escogieron el peor momento para presentar su idea, algo lamentado por diversos medios especializados del momento. No en vano, haber visto este 104 Peugette fabricado en serie hubiera sido de lo más emocionante. De hecho consultando algunas de las pocas pruebas que la prensa pudo hacer se confirma una experiencia de conducción divertida y singular.

Algo posible gracias a que este vehículo toma como base al 104ZS de 1976. Versión deportiva del utilitario capaz de entregar 66CV con su motor de cuatro cilindros en línea. Una potencia no muy elevada, pero sí más que suficiente para un coche con menos de 800 kilos y que, gracias a las llantas ensanchadas o la carrocería barchetta, aseguraba sensaciones interesantes al volante.

Desgraciadamente sólo llegaron a fabricarse las dos unidades experimentales. Una con dos plazas y otra con un sólo asiento. Ambas coronadas con un arco de seguridad capaz de aportar mayor rigidez en las curvas. Justo el terreno natural donde esta deliciosa creación de Aldo Brovarone prometía ser un fantástico juguete.

Fotografías: Pininfarina.

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Escrito por Miguel Sánchez

Ya son casi siete años escribiendo en La Escudería; un tiempo en el que hemos analizado el mercado de clásicos, investigado rarezas e intentado comprender no pocos aspectos técnicos.

Seguiré a este lado del teclado si usted permanece atento al otro lado de la pantalla.

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