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Porsche 911 2.0 T: Llega el mito

Sensaciones inesperadas

Son las 12:00 de la mañana de un frío y lluvioso día invernal. Estamos ubicados en el Cristo del Pardo, viendo a través de la valla los jabalíes y los gamos. En mi oído comienzo a sentir en la lejanía ese gutural sonido del motor bóxer; de inmediato giro la cabeza hacia la carretera y lo veo aparecer al frente, despacio, paseando su planta. Sin duda es la imagen clásica del 911, sin aditamentos, sin alerones, sin spoilers… Simplemente líneas fluidas, con esos ojitos saltones y ese culito agachado.

Pablo aparca a mi lado, con una amplia sonrisa en la cara. Examino la línea lateral del coche, es verdaderamente sorprendente como entronca con su hermano el 356 a nivel estético, sobre todo en estas primeras unidades. Delante, los preciosos faros rodeados por el clásico marco cromado, el vertical parabrisas, y el logotipo Porsche en el centro del morro.

Respecto a la trasera, es realmente sencilla y con un parecido innegable a su hermano mayor: como hemos dicho no existe ningún alerón, sino solo la típica rejilla metálica que permite refrigerar la mecánica. Al pie, la denominación 911T y el clásico texto «PORSCHE» en letras de nuevo cromadas, en su parte más baja.

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1- La trasera es sencilla, con la rejilla refrigerante y las placas de marca y modelo
2- Asientos recién tapizados con materiales y patrones de la época. Sin orejetas

El color de este ejemplar no podía ser más acertado, ya que se trata del original “Champagne Yellow”. Según Pablo, uno de los pocos extras que traía el coche. Me estoy enamorando, la luz de este plomizo día realza aún más su contraste cromático con el coche.

Lateralmente, la línea de 911 -que prácticamente permanecerá invariable hasta el modelo 964 de finales de los ochenta- es igualmente fluida y elegante, destacando las llantas Fuchs de cinco radios que no pertenecen a la versión probada pero que sí fueron instaladas en sus hermanos mayores. En breve su dueño le montará las originales de chapa con sus correspondientes tapacubos.

Tras unas primeras fotos, decidimos trasladarnos a otro lugar emblemático del Pardo conocido como “La Quinta”; durante este trayecto Pablo me cede amablemente el volante. Lo primero que percibo al ir a sentarme es el sencillo acceso a este coupé, en parte gracias a que los asientos -recién tapizado siguiendo los patrones y materiales originales, por cierto- no cuentan con ningún tipo de orejetas laterales.

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1- El cuentarrevoluciones preside el cuadro de relojes
2- Deportivo de acceso fácil y conducción confortable

La posición a los mandos es muy similar a la de sus hermanos más modernos, muy cómoda, con todos los mandos cerca de las manos, el volante bastante vertical y ese salpicadero eterno de los 911. Preside en el centro el indicador de Rpm, quedando a la derecha el velocímetro en millas y el reloj horario. Otras dos grandes esferas están a la izquierda, y corresponden a los indicadores de temperatura y nivel de carburante.

Una vez ajustado el asiento y los retrovisores, acciono la llave de contacto situada a la izquierda, donde en todo 911 tiene que estar. No logro que el motor arranque a la primera… Necesito efectuar un par de intentos más, pero no porque no esté afinado sino por torpeza mía, y es que al final cada carburación tiene su propia magia. El sonido de la mecánica llega con nitidez; no es molesto ni tan ronco como se escucha desde afuera, pero permite sentirlo en su justa medida.

Inicio la marcha introduciendo la primera hacia atrás. Este 2.0T cuenta con una caja de cambios de cinco velocidades. Los T montaban de serie una de cuatro, pero opcionalmente se podía solicitar esta variación. El accionamiento de la primera no está bien resuelto y resulta incomodo, ya que tienes que desplazar la pierna derecha para poder engranarla.

Pie de foto
¿Será suficiente con 110 CV?

Suelto el suave embrague y el coche comienza a avanzar sin tirones ni titubeos. Segunda, tercera, cuarta… estoy muy, MUY sorprendido, no le he pisado nada y ya vamos a casi sesenta millas por hora (100 Km/h). Por cierto, el cambio de marchas, al menos en esta unidad, es delicioso: muy preciso, y de fácil engranaje, excepto lo ya comentado de la primera relación.

Continúo mi conversación con el propietario, mientras transcurren los metros y reconoce que él usa el coche para ir de paseo, no para “correr”. Así que decido comprobar la elasticidad de nuestra belleza de ojos saltones: bajo a 30 mph y meto quinta. Piso con suavidad el acelerador e INCREIBLE, pienso yo, qué bien va, ni un tirón y recuperando como un campeón. Hundo el pie en el acelerador con una cierta brusquedad, buscando los quejidos de los carburadores, y nada de nada, todo suavidad empujando de menos a más. Desde luego, este 911 pasa con nota la prueba del paseo.

Pie de foto
Puede pasear pero, ¿y si queremos divertirnos?

Pero nadie pasa por alto que esto es un 911, y que dentro de la genética de todo 911 está el carácter deportivo. Por lo tanto, aprovecho el desvío hacia “La Quinta” para pisar a fondo saliendo desde segunda; el motor comienza entonces a rugir subiendo rápidamente hasta las 5.500 rpm. El coche no es mío y el suelo no está como para exprimirlo más… aún así, no puedo reprimirme y le pregunto a Pablo ¿Que potencia dices que tiene?

Es increíble como acelera con solo 110 Cv. Si me hubieran preguntado a mí hubiera dicho que eran 160. “Chapeau”, sin duda un 10/10 en lo que a mecánica se refiere.

En rectas se percibe claramente desde las 60 Mph una cierta flotabilidad del tren delantero, algo que en curvas, que son su terreno natural, desaparece teniendo gran aplomo si no le buscamos las cosquillas. El día, como ya dije, no está para esto, pero he de reconocer que el comportamiento en curva es muy bueno. Quizás en un coche con más potencia -lease versiones «S»- no sea sencillo de digerir, pero en éste no tienes que pensar nada, tan solo apuntar el volante en la dirección en la que quieres dirigirte.

Pie de foto
Lo cierto es que aunque no sean las suyas, las llantas Fuchs no le quedan nada mal

Paramos para hacer unos vídeos y alguna foto más, y finalmente reanudamos la marcha. Esta vez quiero que lo lleve Pablo, necesito ver y oír desde el coche de apoyo. Primero unas pasadas, que aprovechamos para filmar, y luego simplemente conducir hasta el restaurante donde concluiremos la prueba y nos tomaremos un refrigerio.

Desde fuera, y gracias a que a nuestro vehículo de apoyo se le puede retirar el techo, se escucha con nitidez el bronco y precioso sonido del propulsor bóxer que se va transformando en un aullido según sube de vueltas ¡Cómo me gusta!

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Conclusiones

Con una Coke light en la mano y al calor de una buena chimenea terminamos nuestra jornada. Reconozco que empecé esta prueba sin demasiadas expectativas, pero creo que ahora sé por qué alcanzo el nivel de verdadero deportivo, incluso de mito, este sencillo coupe 2+2.

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1- Detalle del parachoques y el tubo de escape, ligeramente inclinado hacia la izquierda
2- Preciosa foto de catálogo con las ruedas de tapacubos originales

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Créanme, merece la pena darle una oportunidad a un 2.0; hasta hoy nunca me habría planteado su compra, no soy fanático de la marca y 110 CV me hubieran sonado a poco para un 911, pero la verdad es que me parece un coche excelente.

Por otro lado, es polivalente y se trata de un verdadero 2+2, y si no vean las fotos donde el hijo de Pablo nos demuestra el espacio disponible en su parte trasera.

Finalmente, juega a su favor que por carácter es todo un CLASICO-DEPORTIVO.

El único problema que veo a la hora de hacerse con una unidad de 2.0T son los elevadísimos precios de venta. Y es que el mercado alemán ha copado gran parte de la oferta española de pre-73, con precios actuales que raramente bajan de los 50-60.000 euros.

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Pie de foto
Aficionados jóvenes en las plazas traseras: Ok.

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Respecto a mantenimiento, es sencillo, hay todo lo que uno quiera encontrar para mantener y mejorar su 911. Eso sí, a precios Porsche, según mi experiencia caros. A favor el contrastado hecho de ser coches muy duros, que con unos cuidados básicos, vigilando los niveles y poco más, no darán grandes problemas.

Si algún día me toca “la primitiva” no lo dudaré y me haré con uno. Y es que según pasan los años nos surgen nuevas circunstancias. Ustedes piensen: Tienen un bonito clásico deportivo biplaza, y un buen día llega el peque, ¿qué hacen entonces?

Pues básicamente, y si no quieren cambiar su estado civil, se compran un pequeño 2.0T para que puedan ir su mujer, su hijo y ud. disfrutando del mundo de los clásicos.

*Agradecemos a Pablo y a su hijo su colaboración en esta prueba

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Lee la primera y la tercera parte de esta trilogía →

 

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Escrito por Antonio Silva

Me llamo Antonio Silva, nací en Madrid en el año 1973. Gracias a mi empresa he podido conocer de primera mano todas las fábricas nacionales de vehículos y unas cuantas de las europeas, así como muchas de las de componentes, no siendo esto sino un acicate más para mi afición... Ver más

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