Una, dos, tres… cuatro, casi como en el Vértigo de U2 voy engranando las marchas del Ferrari F355 Spider de 1997 mientras asciendo a la Morcuera. A mi espalda, el motor de 3,5 litros con 5 válvulas por cilindro -configuración que sirve para nombrar al modelo: 35 + 5- empuja sin contemplaciones. Dispongo de 380 CV bajo el pie derecho, más que suficientes para borrar del mapa a cualquier automóvil que se cruce por mi camino. Lo que no se borrará tan fácilmente será la sonrisa de mi cara.
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