Javi Martín
El Peugeot 407 se presentó oficialmente en diciembre de 2003, en París. Un primer contacto que fue a coche estático, sin posibilidad de conducirlo, pero sí de inspeccionarlo de arriba abajo. Era un lanzamiento importante, con este coche se reemplazaba al exitoso Peugeot 406, el cual se quedó viejo desde el primer momento en que se desveló el diseño del nuevo, en aquel entonces, sedán francés.
Peugeot, hasta la puesta en escena del 407, siempre fue un fabricante bastante conservador. Los antecesores del 407 son un claro ejemplo aunque todos ellos han sido «bestseller» en ventas. El Peugeot 405, a pesar de la legión de seguidores que atesora y de haber sido diseñado por Pininfarina, no fue, ni mucho menos, un modelo rompedor ni especialmente innovador.
Y el Peugeot 406, con su bella carrocería coupé, mantuvo la misma tendencia y lució una línea, digamos, tradicional, al tiempo que se completaba con soluciones funcionales y sobradamente probadas, aunque merece la pena mencionar el estreno de los motores turbodiésel HDi.
El Peugeot 407 fue una ruptura con esos dos antecesores, en un movimiento que podía haber supuesto un buen tropiezo. Los clientes habituales de la firma francesa, acostumbrados a coches muy conservadores, podrían haber encontrado el diseño del nuevo sedán demasiado atrevido.
Pero, finalmente, el 407 fue, como sus antecesores, un éxito de ventas, aunque, no obstante, no atesora el mismo aura que los 405 y 406. Incluso 20 años después sigue sin ofrecer esa imagen de «vaya cochazo fue” que desprenden sus anteriores hermanos. ¿Será por su diseño o porque todavía hay mucho en circulación?
EL PEUGEOT 407 FUE UNA RUPTURA TOTAL EN LA MARCA
Si echamos la vista atrás, la puesta en escena del 407 fue todo un acontecimiento para el segmento. Peugeot, en general, ha sido uno de los dominadores en la parcela referida a los sedanes del segmento C. Y hasta comienzos del siglo XXI, el 406 era uno de los referentes.
Que acabara convertido en «coche de taxista” dice mucho sobre el modelo. Por ello, la primera sensación que muchos tuvieras al ver el diseño fue impactante.
El equipo de Gérard Welter había dado forma a un automóvil que destacaba por una silueta especialmente dinámica. El frontal, con sus faros alargados y esa enorme abertura que dominaba toda la escena, era lo más agresivo que había llevado el emblema del león en los últimos 20 años, y se completaba con un parabrisas muy tendido, lo que potenciada su imagen dinámica y también aerodinámica.
No obstante, resulta muy llamativo que toda Ia parte trasera era más convencional, «más Peugeot”, aunque pasaba totalmente desapercibida por el inusual color a medio camino entre marrón y morado, que durante los primeros compases de su comercialización fue bastante popular – luego pasó a ser el negro–.
Quizá haya quien no lo recuerde, pero la compañía francesa – una de las empresas más antiguas del mundo, por cierto, con más de 200 años de historia– ya adelantó algunos rasgos del reemplazo del 406 con la puesta en escena del Peugeot 407 Elixir. Fue con motivo del salón de Frankfurt de 2003 y centró muchísima atención por su acertado y atractivo diseño.
Se llegó a decir que habría una versión coupé muy similar al concept car, aunque al final fue la carrocería familiar la que se inspiró en el 407 Elixir.
El 407 FUE MUCHO MÁS QUE SIMPLE DISEÑO
Bajo la bella carrocería del Peugeot 407, como es costumbre en PSA – hoy dentro de Stellantis– había una plataforma compartida con el Citroën C5. Aunque solo la plataforma pues tanto la distancia entre ejes como el esquema de suspensiones eran diferentes – el eje trasero era de tipo multibrazo fabricado con aluminio–.
Era un coche, allá por inicios del Siglo XXI, bastante grande –4.676 milímetros de largo, 1.811 milímetros de ancho y 2.725 milímetros de batalla–, pero como en todos los coches de diseño dinámico y deportivo, el habitáculo resultó pequeño para sus dimensiones exteriores.
Siempre hay un pequeño peaje cuando se busca salir de lo convencional, pero a cambio, la calidad general del Peugeot 407 era muy superior a la de su antecesor, al igual que el equipamiento o incluso el diseño. Por ejemplo, había tres tipos de asistencia para la dirección, siempre según acabado y motorización: hidráulica, electrohidráulica e hidráulica de asistencia variable –esta última solo para los V6–.
El habitáculo estaba repleto de airbags, nada menos que ocho bolsas de aire y una primicia en Europa: el primer airbag para rodillas del Viejo Continente. Euro NCAP le otorgó cinco estrellas en protección de adultos, cuatro en protección de niños y dos estrellas en protección de peatones –el máximo es acto, así que no era mala puntuación–.
El Peugeot 407 que el resultado de una inversión de 1.120 millones de euros y se convirtió en uno de los referentes en capacidades ruteras. La producción se llevó a cabo en Rennes, Francia, y en Villaverde, en Madrid, en las antiguas instalaciones de Barreiros.
