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¿Qué pasa con los Pegaso Z-102? Queda desierta una nueva puja

La puja desierta de un Pegaso Z-102 durante el pasado fin de semana pone en evidencia nuevamente la compleja situación comercial por la cual atraviesa en estos últimos tiempos el diseño de Wifredo Ricart.

Pues sí, ha vuelto a pasar. Nuevamente un Pegaso en subastas ha protagonizado una puja desierta a pesar de las altas expectativas. Esta ocasión le ha tocado a la unidad 0102-150 0148 fabricada en 1954; una berlinetta Serie II carrozada por Saoutchik y aún con matrícula española a pesar de haber pasado en Estados Unidos los más de sus días.

Ofertado por Broad Arrow Auctions dentro de su cita convocada en la muestra de Amelia Island, este Pegaso situó las previsiones entre los 750.000 y 900.000 dólares. Algo muy alejado de la realidad del mercado, la cual ha vuelto a ser implacable para con las cotizaciones del modelo español al finalizar de nuevo en una puja desierta.

Hecho éste incapaz de sorprendernos pues, revisando las cotizaciones del Z-102 durante los últimos años, podemos comprobar cómo su trayectoria en subastas empieza a dibujar una preocupante línea descendente. Es más, mientras hace once años una unidad ofrecida en Peeble Beach acariciaba la barrera psicológica del millón de dólares, lo cierto es que tras aquello no sólo se han reducido las cotizaciones sino que también se han registrado hasta cinco ofertas sin adjudicar.

La última nuestra protagonista y durante el pasado mes de agosto la penúltima, siendo aquella la ofertada por RM Sotheby’s en Peeble Beach. La cual, aun con previsiones situadas en hasta 1.500.000 dólares, quedase finalmente interpretando un sonoro silencio.

Z-102, UN MODELO PARA COLECCIONISTAS ENTENDIDOS

Si usted ha llegado hasta este punto del presente artículo quizás me empiece a leer con el colmillo retorcido. Y haría mal. Haría mal porque, si usted también es lector habitual de esta cabecera, bien sabrá sobre el amplio tratamiento aquí dispensado al diseño de Wifredo Ricart. Para empezar, el mero hecho de su autoría ya merece un pleno respeto.

Más aun cuando el ingeniero barcelonés lo desarrolló tras su paso por Alfa Romeo; casa donde adquirió y desplegó unos amplios e innovadores conocimientos en relación al automovilismo de competición. Como muestra de ello no hay nada más que ver el Tipo 512 con motor central-trasero o, en un sentido más generalista, el proyecto de berlina Gazzella.

Además, ni que decir tiene cómo el mero surgimiento de semejante deportivo en aquella España marcada por el racionamiento y la escasez es una de las páginas más interesantes en toda la historia del automovilismo europeo. Y vaya, yendo a lo mecánico su diseño era tan singular y avanzado que, paradójicamente, esto le llegó a jugar una mala pasada dado el nivel de los talleres de la época.

Algo sobre lo cual nos habla claramente Pablo Gimeno en su último artículo, donde analiza de forma racional y mesurada -pocas cosas son peores en cualquier estudio que el énfasis tribal de lo identitario- la inconveniencia de hacer símiles entre el Pegaso Z-102 y las creaciones a firma de Ferrari.

RAZONES PARA COMPRENDER EL COMPORTAMIENTO DEL PEGASO EN SUBASTAS

Dicho esto, si al Pegaso Z-102 le asisten múltiples y tan evidente atractivos en relación al coleccionista más exigente por qué ocurre lo que ocurre en las subastas. Bueno, en este sentido podríamos estar horas hablando -búsquenos en las ferias especializadas, somos amigos de la conversación- aunque, en este caso, intentaremos ser sintéticos.

En primer lugar hemos de reconocer cómo, aun interesante, la vida del Z-102 en competición fue más bien exigua. De hecho, más allá de ciertos récords de velocidad episodios como el de Le Mans o la Panamericana son golpes sin paliativos con no pocas dosis de improvisación logística de por medio. Algo que, no nos engañemos, resta nivel a un GT de su época y condición.

UN MODELO DE NICHO

Eso sí, modelos como el F40 tampoco han tenido un historial deslumbrante en los circuitos y vaya, ahí están bajando mazos en las subastas con un apremio hasta indecoroso dada la desigualdad social de este nuestro mundo. No obstante, mientras son multitud quienes tienen a los superdeportivos de los años ochenta entre sus objetos de deseo no son tantos los que ponen sus miras en modelos exóticos de épocas más pretéritas.

Y sí, lo de “exótico” va intencionadamente pues, no nos engañemos, los Aston Martin, Ferrari, Maserati y demás parten con ventaja respecto al Pegaso dado el nombre de sus fabricantes.

Es decir, el Z-102 no es un modelo fácilmente reconocible; hay que leer, llegar a él y ser un entendido para saber valorarlo a primera vista. En fin, aquel lema publicitario con el que lo lanzase la ENASA “el coche para conocedores” parece haber sellado un terrible maleficio.

LA TORMENTA PERFECTA DEL PEGASO EN SUBASTAS

Por si todo esto fuera poco, siendo usted como seguramente será lector habitual de La Escudería también sabrá cómo no perdemos la ocasión de denunciar la forma y manera mediante la cual el mercado de alta gama se ha convertido en un campo presto para los “valores refugio”.

Atención a esto porque ya lo hemos visto en el arte contemporáneo y, sinceramente, los resultados son terribles para la ética, horribles para la estética y cuestionables para la propia existencia del sector a largo plazo. Llegados a este punto, el descenso de cotizaciones interpretado por el Pegaso Z-102 lo aleja de quienes acceden a las subastas con el ánimo de invertir.

En suma, resulta indudable cómo el modelo español vive un momento preocupante para el cual no tenemos solución. Y sí, es una pena. Una verdadera pena porque, sin ser un 250 GTO o un DP125, el Pegaso Z-102 cuenta con un planteamiento mecánico interesante así como una historia original, inesperada y extremadamente atractiva para cualquier plumilla con gusto por las rarezas. Seguiremos informando.

Imágenes de Broad Arrow Auctions.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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